El Nigromante

No hay Dios; los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos.

—Ignacio Ramírez (1837). Discurso para su ingreso a la Academia de San Juan de Letrán.

La Palabra de la Reforma en la Republica de las Letras

Terminé de leer esta antología de escritos por Ignacio Ramírez, mejor conocido como El Nigromante.

Llegué al Nigromante durante mi último periodo de interés sobre el ateísmo, cuando las lecturas de Dawkins y Onfray marcaban la definición de mi ateísmo. No recuerdo exactamente la fecha, pero para mi fue un tremendo hallazgo encontrar a este oscuro personaje de la historia de México, que en el siglo XIX defendiera abiertamente el ateísmo. Y más aún, que este personaje fuera oriundo de San Miguel de Allende, Guanajuato, dónde, históricamente, el conservadurismo más hostil sienta sus reales, llegando al asesinato de quienes piensan diferente. Ardí en deseos por leer algo de él.

Tuvieron que pasar varios años para encontrar un libro de él. El Fondo de Cultura Económica imprime, de cuando en cuando, sus Obras Completas y se agotan pronto. Encontrarlas es cosa complicada. No obstante, una vez que estuve de visita por mi terruño, me enteré que dicha editorial recién había sacado una antología de la obra de El Nigromante, junto con unos textos introductorios y un grupo de estudios sobre su obra. Corrí a comprarlo.

Los años de espera hicieron merma en mi entusiasmo ateo. Fue reemplazado por el marxismo. Aunque mi militancia atea permanece intacta, ya no me resulta vital, puesto que ahora me parece que hay otras muchas otras cosas que cambiar antes que sola la superación de la mentalidad mágico-religiosa. Actualmente considero a las religiones más un acto de oportunismo simbiótico al poder, que una causa directa de la miseria humana.

Por lo tanto leí a el Nigromante con otros ojos. Ignacio Ramírez fue coetáneo de Marx, y sentía curiosidad por su opinión al respecto. Fue decepcionante: Ramírez se declaró contrario a las ideas de Marx. Para él, los conceptos de República, ciudadanía y ciencia, estaban por encima de todo.

Hay que decir que fue de los personajes más consecuentes de su época. Consecuente e insobornable: Siendo ministro de Benito Juárez, Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, siempre se mantuvo fiel a si mismo y jamás se enriqueció a costillas del erario público.

Cosa curiosa, ya siendo viudo y un viejo, se enamoró de Rosario de la Peña, como casi todo el país. La misma mujer por quien, se presume, el joven poeta Manuel Acuña, se suicidó. Debió tener muy dura la vida de esta chica, quien no tuvo culpa de que una panda de románticos-intelectuales-decimonónicos, la usaran de pretexto para sus ensoñaciones quiméricas.

  1. Poesía en movimiento. Octavio Paz, et all. (10/14/2014 - 01/14/2015)
  2. Los condenados de la tierra. Frantz Fanon. (12/16/2014 - 01/15/2015)
  3. Tres mujeres. Sylvia Plath. (01/15/2015 - 01/18/2015)
  4. Ararat. Louise Glück (01/19/2015 - 02/15/2015)
  5. Celebración. Gonzalo Hermo (03/10/2015 - 03/21/2015)
  6. La Palabra de la Reforma en la República de las Letras. Ignacio Ramírez (01/19/2015 - 05/17/2015)