11 November, 11:58am

El viernes por la noche llegó Héctor con la intención de encontrarse con Sucar, quien había pasado las semana en Monterrey por el congreso/concurso de robótica. Cuando llegó nos fuimos al Café Iguanas por una chelas y a las una y media de la mañana no salimos. Pasamos de regreso por un lugar que me llamó la atención y nos metimos: es un cuarto con sillones, música y una tele donde exhibían la película "La ciencia del sueño". Pedí una cerveza y no echamos en los sillones. Los parroquianos eran gente tranquila, con la impresión de que reposaban la peda o simplemente charlaban con dejadez. Me gustó. Creo que lo tomaré como mi antro de viernes por la noche. Al día siguiente nos levantamos a las 7:30 de la mañana porque Héctor había quedado de verse con Sucar en su hotel a desayunar. ¡Ja! eso de desayunar fue sólo un decir porque cuando llegamos (con 10 minutos de retraso debo decir) Sucar ya había desayunado y terminaba su café. Así que sólo le esperamos a que dejara su equipaje en recepción para así dejar la habitación y nos fuimos al hotel de otra investigadora, Angélica, de quien yo tenía no muy buenas referencias de su personalidad, sin embargo, por lo menos en ese momento su trato fue bastante agradable. Fuimos al Paseo de Santa Lucía y ahí tomamos un bote que nos llevara a Fundidora. Pero resulta que el bote sólo hacía la mitad del recorrido y nos dejó a medio trayecto. Así que tuvimos que caminar hasta Fundidora. Ellos tenían la intención de ver la exposición de Isis y Quetzalcoatl, la cual ya habíamos visto Héctor y yo semanas antes. Ahí se encontraron con Leonardo, otro doctor, antiguo estudiante de Sucar y a la sazón, sinodal mio en mi examen de grado de maestría. Nosotros, que nos moríamos de hambre, fuimos a desayunar/comer a un Carl's Junior, dado que Héctor no conocía sus hamburgesas. Después nos echamos en una banca de Fundidora, bajo las sombra de un árbol a esperar a que salieran de la exposición. Nos encontramos todos al cabo de una hora en la zona de comidas. Sucar salió corriendo a tomar su avión, mientras que Angélica y Leonardo irían al museo de la ciencia y Héctor, que también ya deseaba marcharse, se encaminó a la central, donde también lo acompañé. Fue raro reunirme con doctores a chacotear.