14 May, 12:39am

Habíamos decidido comernos unos panecillos con leche en el WallMart, habiendo terminado de recorrer la lista del super. Abandonamos el carro cerca de la panadería, compramos las donas y la leche para sentarnos a degustar las viandas. Terminada la labor, regresamos por nuestro carrito para ir a la caja. Para nuestra sorpresa ya no estaba el carrito. La silla, el jamón, y todas las cosas que habíamos colocado ahí. Enojados, tomamos otro carrito y recorrimos rápidamente toda nuestra lista, dejando todas las cosas que habíamos comprado por "gusto". Es la primera vez que me "roban" un carrito en el súper.

Salimos al estacionamiento, subimos las cosas al Chevy, nosotros nos acomodamos y al arrancar el carro, la marcha sonó, las luces prendieron, pero el carro no encendió. L. lo intentó un par de veces con el mismo éxito. Si alguna chica piensa que el epítome de la galanura masculina es arreglarles el carro que las deja varadas a la mitad del camino, lo siento, temo no ser de su tipo, conozco de carros lo mismo que de ingeniería civil: absolutamente nada. Ni modo, habría que dejar el carro ahí, irnos en taxi y que L. viniera a recoger su carro con un mecánico o una grúa. L. se fue a preguntar si podía dejar toda la noche el carro, mientras que yo me quedé sacando las bolsas del súper de nuevo al carrito, cuando apareció un chavo en un Chevy, que parecía salido de "Enchúlame la máquina", preguntando si necesitábamos corriente. Le respondí que lo dudaba por que sí encendían las luces, pero por alguna razón el carro no encendía. Se acercó cuando llegó L. Abrió el toldo y nos dijo que teníamos un desarmador. Le dijimos que no traíamos herramienta. El dijo que sí, abrimos la portezuela trasera, sacó la bolsa del gato y de ahí sacó un desarmador. "Yo trabajé en la General Motors". En un dos por tres y tenía prácticamente el auto desarmado y la conclusión pareció obvia: la gasolina no llegaba al motor. Sacó la computadora del carro en tres patadas (literalmente) y probó que la bomba de la gasolina funcionaba. L. estaba a punto del paroxismo viendo como su carro era desmantelado tan rápidamente. Sacó un chip de su carro, lo puso en la computadora del Chevy, le pidió a L. que diera marcha y el carro encendió suavemente. "Es la computadora, ve a un yonke y compra ahí uno, te saldrá mucho más barato que en la agencia". L. no sabía ni lo es que un yonke. "Mejor véndeme tu refacción". Después de síes y noes, accedió por la módica suma de 2,700 pesos. L. fue a sacar dinero y le pagó. Nos dejó su número de teléfono no sin antes recomendar el cambio de la famosa banda que es el dolor de cabeza de mucho dueños de Chevys.

Yo soy un paranoico profesional, lo que me obliga a preguntarme la "gloriosa" coincidencia de que el carro se fregara de la computadora y apareciera casualmente un especialista en computadoras de la G.M. L. insistió que tuvimos mucha suerte. Yo... yo no entiendo nada...