18 June, 5:51pm
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Víctor JáquezA más de alguno, más de alguna vez, nos a tocado una buena cagotiza, nos han cagado de cabeza a pies, la mierda se escurre y no queda más remedio que seguir andando. Hoy pasó exactamente eso: iba caminando de vuelta del trabajo, había salido del túnel que pasa por debajo de la avenida Outeiro y veo venir en solemne pirueta a una gaviota. Pensé en Juan Salvador Gaviota. Nunca leí el libro completo, pero mi maestro la asignatura de español en la secundaria era un fanático, y por varias semanas estuvo hablando y leyendo fragmentos de la novela. Lo qué recuerdo era su terquedad por hacer el vuelo perfecto a pesar de la mofa del resto de su parvada. Creo que he olvidado comentar que por esto lares palomas y gorriones poco se ven, lo que uno observa, como buen puerto de mar, son gaviotas, gaviotas en las fuentes, gaviotas en las cornisas. Y estaba yo, caminando, tornando hacia la izquierda para caminar por el pasaje tras los edificios cercanos al departamento, cuando vi a J.S. Gaviota haciendo una curiosa pirueta, descendiendo vertiginosamente, con el pico hacia arriba y la cola baja, tal como un avión en procedimiento de aterrizaje; yo seguía caminando, ni aminoré la velocidad cuando el rabillo del ojo me indicó que de soslayo algo iba mal y de pronto me vi con mierda blanca en el pelo, en mi camisa, en mi patalón y hasta en la mochila de la portátil: el pinche pájaro, con un tino impresionante, me había zurrado por completo, no dejó nada para el suelo, fui depositario plenipotenciario de su defecación.
Es la suerte de los enamorados me gustaría pensar. Yo creo que la prueba determinante para saber si estás enamorado es que un pájaro te cague. ¿Qué seguirá? ¿un perro meándome? Lo que sea será recibido de buena cara, porque son cosas que está fuera de mi control, sólo los daños son los que que puedo gestionar...