25 May, 7:24am

Como había comentado anteriormente, ayer fui a ver Cosi Fan Tutti , la ópera de Mozart. Es la segunda vez en mi vida que voy a la ópera. La primera fue en Monterrey cuando vi la Flauta Mágica, también de Mozart, así que no se confíen en mi apreciación.

Debido a que compré el boleto dos días antes de la función, obtuve el último boleto disponible según el sistema: hasta adelante en la esquina izquierda del escenario, a un precio exorbitante.

Tuve a los actores prácticamente encima, se les escuchaba hasta las más quedas notas, sin embargo la vista era espantosa y poco faltó para quedarme con una tortícolis. Para terminar de joderla, en mi ángulo de visión pusieron de escenografía una silla que prácticamente me limitó a ver únicamente lo que aparecía entre las patas de la misma. En lo alto del escenario, a la altura donde pende la cortina, estaba un teleprompter que mostraba los diálogos más importantes para la comprensión de la obra, detalle fantástico para los diletantes neófitos como yo.

Cosi fan tutti significa en italiano "la cosa que todos hacemos". ¿Y qué es la cosa que todos hacemos? Enamorarnos y desenamorarnos. La historia comienza con una apuesta: dos enamorados apuestan a un tercero que sus amantes les serán fieles siempre. Don Alfonso, el tercero les argumenta que es imposible, el alma humana no entiende de promesas eternas, que siempre elegiremos un aquí y ahora, que un paraíso futuro. Hecha la apuesta montan todo un ardid, apoyados por la sirvienta de las hermanas, enamoradas de los dos apostadores: Dicen que se van a la guerra y al poco aparecen dos ricos (ellos mismos disfrazados) y guapos pretendientes, sumamente enamorados de ellas. Y así, galanteo tras galanteo, embate tras embate, súplica tras súplica, las dos chicas finalmente ceden, dejando en el olvido a sus jovenes soldados. Y claro, al descubrir que las chicas deshicieron sus promesas y aceptaron las invitaciones de los personajes, montaron en cólera, dispuestas a matarlas o hacerse matar, cuando Don Alfonso los calma: aceptemos el hecho las personas se enamoran y desenamoran, hombres y mujeres por igual, no hay promesas eternas de amor en la flor de la juventud y la belleza. Aceptemos ese hecho y actuemos en consecuencia: perdonemos y jamás desatendamos a la persona amada.

Silvia Colombini es la cantante que interpretó a la sirvienta Despina. Yo quedé impresionado de su belleza y su calidad artística: cantar, actuar y ¡fingir voces! ya que la charada le impone Despina se disfrace de médico y juez.

En cuanto a la obra en sí, lo que más me impresionó fueron las seis voces en el escenario ¡cantando a contrapunto! Es decir, los seis cantantes interpretando melodías distintas, con letras distintas, simultáneamente, pero formando un todo armónico hermosísimo.

¡Impresionante! ¿Cómo le hizo Mozart para imaginar eso? A finales de junio se presentará Las Bodas de Figaro. Tengo que comprar mis billetes pronto.