27 April, 4:30pm

Ahora que la noche ha caído sobre estas regiones septentrionales de España y mi pequeño ánimo de pregonero a brotado, escribo estas breves líneas impregnadas de serena tranquilidad. Hoy desperté con la firme intención de salir de la casa y caminar sin rumbo. Ayer había pasado el día encerrado en estás estrechas paredes a pesar de mis resoluciones, pero me había quedado solo, todos los compañeros de piso se habían marchado a sus terruños. Tener el piso a mis anchas me pareció tan delicioso que no quise desperdiciarlo abandonándolo. Me pasé el día escuchando música, navegando en Internet, mirando la televisión, pero lo más importante de todo, terminé de leer el libro en turno, detalle que ya me agobiaba. Lo malo fue que desperdicié un clima fabuloso: 20 grados durante el día.

Hoy ya fue distinto. Salí de casa a mediodía, pensando que habría un clima parecido a la víspera, y parecía que así sería. Mi destino lo definí en la marcha: subir la torre de Hércules. Caminé tratando de encontrar nuevas rutas para ir al norte de la ciudad. Llegué a la Plaza María Pita por la Rua Real y subí hasta llegar a la costa norte. Pagué los dos euros de entrada y subí y seguí subiendo hasta el mirador disponible para los visitantes (el faro no está abierto al público).

Comenzaba a hacer frío. Me puse el suéter. Miré al mar a lontanza pensando ver el mar hasta su confín, pero una inminente neblina bloqueó mi esperanza. Me gustó la vista: las playas del Orzán y Riazor, el estadio de fútbol, donde la noche anterior el Depor superó al Barza por dos tantos. La neblina se asentó y una suave llovizna se hizo presente humedeciendo mi suéter. Bajé y caminé de regreso. Extendí mi caminata para ver sí me metía al acuario o al Domo, pero el frío y la lluvia me hicieron recular y regresé, de nuevo, por calles por las que no había andado antes.

De regreso a la casa me preparé el zorza que había comprado. Había leído en un foro que su sabor era muy parecida a la de la carne al pasor. Me comí nada más ni nada menos que medio kilo de carne más la ensalada que me sobró ayer. Ahora estoy pagando las consecuencias con la pesadez de estómago, pero el preparado estaba delicioso.

El resto de la tarde fue estar pegado al chat añorando a los seres queridos. Así es esto de las diferencias de horario.