Calaverita en D menor

Murmullos manidos de consciencia.
Ecos reptando entre los rezos.
Silencios agorando por los huesos.
Cempazúchitl de fatua conveniencia.

Dulce calavera de siniestro
colorido. Altar que reclama,
con la sutil voz de aquel que encama,
la hoy podrida carne del maestro.

No hay más allá que la pálida tinta del recuerdo.
Así que vengan las ofrendas, el pan y la bebida.
Remembremos a los que una vez aquí estuvieron
y se han ido,
Cuyo mensaje final siempre es el mismo:

Somos ecos fugaces en un inmenso silencio.