Comentarios sobre los Sin Sexo

Hace unos días compartí en Facebook un documental, disponible en youtube, titulado "El imperio del los SinSexo", producido por Documentos TV, de Radio y Televisión Españolas:

El vídeo generó cierta polémica, en particular la duda de que si este mismo fenómeno, observado en Japón, también se evidenciaría en Occidente. Mi opinión es que sí.

No está de más aclarar que esta opinión no es más que una diletante especulación. Es decir, nada para tomarse demasiado en serio.

Los antropólogos Kuhn y Stiner proponen que fue la división del trabajo en base al sexo, lo que dio una ventaja competitiva a la especie humana sobre otras de especies de homínidos, como los neandertales. Es decir, el homo sapiens se organizó de manera que los hombres salían a cazar, mientras que las mujeres y los niños se resguardaban para la confección de ropa y el mantenimiento del hogar. En el caso del neanderthal, todos eran cazadores, sin distinción. La caza era una tarea en extremo peligrosa y el riesgo de morir durante su ejecución era altísima. Por lo tanto, en el caso de los neandertales, la población cayó en picada, mientras que en los hombres, si el macho moría durante la caza, las hembras podían volver a emparejarse con otros machos nómadas, favoreciendo el crecimiento poblacional.

El tiempo pasó y el homo sapiens demostró su superioridad evolutiva. Descubrió la agricultura y se volvió sedentario. Pero los roles en base al género continuaron y se acentuaron. Y tal vez podamos argumentar que seguían siendo necesarios. Fue luego, en Occidente, donde apareció el cristianismo, encabezado por un enfermo mental, misógino y violento, llamado Pablo de Tarso, o San Pablo. Él se encargó de esparcir el culto cristiano, y no sólo copió la misoginia típica del judaísmo de aquella época, sino que la acentuó y la remarcó todo lo que pudo. Trabajo tal vez mejorado por los fundadores del islam posteriormente. Como consecuencia, hoy en día contamos con una Iglesia Católica que niega a la mujer derechos que son exclusivos de los hombres.

Después llegó la revolución industrial, lo que a Alvin Toffler le dio por llamar "la segunda ola". Durante la revolución industrial se institucionalizó la familia nuclear, es un producto de la civilización cuyo éxito es relativamente reciente, en particular por la ya dicha revolución industrial, ya que promovía una dependencia mayor del trabajador al dueño de los medios de producción. El aseguramiento de la descendencia estaba en función del desempeño del hombre de la casa y su posición como empleado de un patrón, cosa que con las familias extendidas (clanes, tribus, etc.) no resultaba tan sencillo.

Y entonces llegamos a la sociedad actual, que gracias a los grandes cambios ideológicos del siglo XX, y en particular del psicoanálisis y la revolución sexual, la sociedad occidental se ha percatado de la arbitrariedad de los "valores de género", es decir de la definición de valores específicos y excluyentes, tanto para mujeres, como para hombres. Y eso es precisamente lo que ha conducido al reconocimiento del machismo:

El machismo se puede definir como un conjunto de creencias, actitudes y conductas que descansan sobre dos ideas básicas: por un lado, la polarización de los sexos, es decir, la contraposición de los masculino y lo femenino según la cual no sólo son diferentes sino mutuamente excluyentes; por otro, la superioridad de lo masculino en las áreas consideradas importantes por los hombres. De aquí que el machismo involucre una serie de definiciones acerca de lo que significa ser hombre y ser mujer, así como toda una forma de vida basada en ello.

—Marina Castañeda (El machismo invisible regresa)

En particular, la liberación sexual permitió a las mujeres ya no estar atadas a su papel reproductivo, luchando por una igualdad de género sin renunciar a su sexualidad.

Entonces hemos comenzado a rechazar esta idiosincrasia atávica. Rechazamos la existencia de valores definidos por géneros y que las chicas pueden ser tan agresivas como deseen y que los varones pueden ser tan sensibles como deseen, por poner un ejemplo trivial y facilón.

Es decir, nos estamos deshaciendo de una estrategia evolutiva, que fue exitosa, y que luego se fosilizó de manera artificial.

Sin embargo, al rechazar estas directrices, hemos perdido la brújula que guiaba nuestro comportamiento sexual, nuestras recetas para la seducción, dejándonos con un individualismo que aterra a la mayorías y que, sin duda alguna, deja a muchos sin capacidad de acción.

Y entonces, como se ha manifestado en algunos foros de sexología, nos encontramos en un deadlock bajo en mantra de: «Los hombres buscan a una mujer que ya no existe y las mujeres a un hombre que aún no existe».

En esta etapa de transición, donde se apela a un individualismo del que aún no nos hemos acostumbrado, se ha generado confusión en la representación de los roles de género. Se dice, por ejemplo, que el hombre es la nueva mujer.

El escritor francés Michel Houellebecq, en su novela "Las partículas elementales", abordó este problema y sugirió que actualmente, al escindirse la sexualidad de sus papel reproductivo, la seducción se ha simplificado a un mero deseo de diferenciación narcisista, pues considera al hombre como «animal jerárquico, como animal constructor de jerarquías».

Prácticamente todas las sociedades animales funcionan gracias a un sistema de dominación vinculado a la fuerza relativa de sus miembros. Este sistema se caracteriza por una estricta jerarquía; el macho más fuerte del grupo se llama animal alfa; le sigue el segundo en fuerza, el animal beta, y así hasta el animal más bajo en la jerarquía, el animal omega. Por lo general, las posiciones jerárquicas se determinan en los rituales de combate; los animales de bajo rango intentan mejorar su posición provocando a los animales de rango superior, porque saben que en caso de victoria su situación mejorará. Un rango elevado va acompañado de ciertos privilegios: alimentarse primero, copular con las hembras del grupo.

—Michel Houellebecq (Las partículas elementales)

Entonces se ha generalizado la idea de que la seducción se convierte en un juego de ver quién es más exitoso en su sociedad: éxito económico, éxito académico, éxito profesional, etc.

Sin embargo para cada macho alfa, hay muchos omega, y muchos de estos "hombres omega" simplemente rechazan la idea de competir, y todavía más, renuncian a la seducción, porque no se someterán a esta diferenciación narcisista, re-dirigiendo esta energía a su propio ego, es decir, aceptándose narcisistas de pecho y hecho. Lo que en el documental señalan como la tribu urbana nipona de los herbívoros, para quienes la sexualidad es sólo una necesidad a cubrir de manera mecánica, tal como alimentarse de comida chatarra.

Ahora, se supone que la sociedad Occidental no es tan competitiva como la Japonesa, y abrigaríamos la esperanza de innovar estrategias para la seducción en una sociedad igualitaria y con un sano individualismo. Sin embargo esto no es tan claro: ya hay más estrategias alternativas a la seducción. Houllebecq abordó el problema de esta racionalización del sexo, lo que él aventura, en su libro de Plataforma, que es lo que ha llevado al florecimiento del BDSM (Bondage/Discipline - Sadism/Masoquism):

Nos hemos vuelto fríos, racionales, extremadamente conscientes de nuestra existencia individual y de nuestros derechos; ante todo, queremos evitar la alienación y la dependencia; para colmo estamos obsesionados con la salud y con la higiene: ésas no son las condiciones ideales para hacer el amor. En Occidente hemos llegado a un punto en la que la profesionalización de la sexualidad se ha vuelto inevitable. Desde luego, también está el sadomaso. Un universo puramente cerebral, con reglas precisas y acuerdos establecidos de antemano.

—Michel Houellebecq (Plataforma)

¿Qué podemos concluir? En mi opinión, Occidente no está tan alejado del Japón y estamos desarrollando continuamente estrategias para la seducción en este nuevo mundo, donde las interacciones sociales son tan distintas como nunca antes vistas, donde todos estamos confundidos y nadie quiere aceptarlo.