La mecánica de las emociones

  1. Las emociones son parte del ser humano. El ser humano tiene dos fuentes de voluntad: la razón y la emoción (pasión). La emoción existe en todos los animales y forma parte de su mecanismo de preservación: miedo, ansiedad, excitación, agresividad, y la razón es privativa del humano.
  2. Dada que lo que nos distingue del resto de los seres vivos es nuestra razón, en esta se ha confiado plenamente y se han desdeñado las emociones. Preferimos lo que razonamos (o creemos que razonamos) a los que sentimos directamente.
  3. Sin embargo las emociones, su misma raíz latina lo dice, son energía en movimiento. Las emociones, al ser fundamento de nuestro mecanismo de sobreviviencia innato, generan en nuestro organismo una gran cantidad de energía que debe ser encausada y canalizada. Una emoción bien canalizada, se vuelve una efectiva alimentación a la voluntad, alcanzando las metas propuestas de manera más sencilla.
  4. La civilización occidental, quien se ha profesionalizado en el bloqueo de las emociones, se ha balanceado en los dos extremos: o ignora completamente a la emociones o se deja guiar completamente por ellas. Ambos extremos son peligrosos: en la primera se genera una gran cantidad de energía que no se desplaza correctamente y puede generar conductas dañinas para el individuo y la sociedad; en el otro, el clásico ejemplo son los crímenes pasionales, las conductas violentas, y otras consecuencias funestas respuesta de actuar sólo por emoción.
  5. Entonces,
    1. Hay que conocer nuestras emociones y reconocerlas como parte de nosotros SIN JUZGARLAS.
    2. Hay que observar nuestras propias emociones de manera objetiva y enfrentar las causas que generaron dicha emoción.
    3. Pensar (ahora sí uso consciente y libre de la razón) cuál sería la mejor forma de tratar dicha emoción. Casi siempre se logra con un cordial "enfrentamiento" con quien produjo la emoción.
    4. Cambiar el patrón de conducta que genera el sentimiento negativo o reforzarlo si es positivo.
  6. La libertad implica conocernos a nosotros mismo, aceptarnos y tomar las riendas de nuestro destino.