Respuesta a la respuesta de un tío sobre el libro de Kiyosaki

Hola,

Gracias por tu pronta respuesta.

Empecé a leer el libro debido a la excitación que mis amigos me habían mostrado al contarme de él. Sin embargo ya tenía avanzado mi libro en turno (el mundo de Sofía), así que limité la lectura de Kiyosaki para los momentos de reflexión en el escusado.

Al principio la misma excitación se apoderó de mi y más aún por qué sentí que el libro agrupó, ordenó y estilizó un conjunto de ideas que corrían locas por mi cerebro desde hacía tiempo.

Pero no quiero decir con esto que el libro sea la panacea o el caldero mágico, me he topado con críticos severos que tienen buenos puntos qué señalar (http://www.johntreed.com/Kiyosaki.html). No hay caminos seguros ni probados para alcanzar la "riqueza", como bien lo comentas en tu respuesta: afirmar lo contrario implica una reducción a lo absurdo. Además, quién ha reclamado que la 'riqueza' es el fin, cuando sólo es un medio.

No obstante sigo pensando en frases que retumbaron como cañones en mi cerebro, pequeñas joyas, que resultan claro, frases de corte motivacional más que de educación financiera.

La principal es: un empleo es una solución de corto plazo a un problema de largo plazo.

Desde que Alvin Toefler escribió su Tercer Ola (principios de los '80), se hizo evidente la estructura social predominante en la época de la postguerra está en franca desaparición: la familia nuclear, la empresa paternalista, los esquemas de seguridad social y de salud pública. Ni el capitalismo, ni el socialismo, ni ningún 'ismo' tienen una solución infalible al problema de la existencia humana.

Sin embargo reusamos aceptarlo. La gran mayoría de mis compañeros de licenciatura y maestría, hablaban de conseguir un empleo, con el cual se liberarían de la angustia de vivir, un empleo que les diera todas protecciones, protecciones contra su propia consciencia. Les es perfectamente aceptable ser esclavos de 8 a 8 a cambio de una promesa de protección y paz interior. Podrían casarse, podrían comprar una casa, un auto... ¿esto es lo importante de la vida? ¿es todo a lo que se puede aspirar?

Se nos entrega, con el hecho de ser humanos, la individualidad, la libertad, la inteligencia, y nos deshacemos los más pronto de todo ello en aras de una tumefacta tranquilidad.

Y todo esto sería aún aceptable si realmente las promesas que nos obligamos a creer como ciertas lo fueran, pero no es así. Actualmente ningún trabajo, por más empleado modelo que seas, está garantizado hasta la jubilación. La jubilación es un mito, como el paraíso medieval, dónde si eras bueno, pobre y obediente, después se tendrías la recompensa.

¿Hay trabajos buenos, que cumplen, hasta lo humanamente posible, esas ensoñaciones? Claro, pero son escasas y en peligro de extinción. Tal vez sea más factible esperar a que un día en la calle te encuentres con el País de las Maravillas de Alicia.

La respuesta, según yo, está en que el individuo se haga cargo de su propia existencia, que tome la riendas de su vida y sea, en todo instante, arquitecto de su propio destino. Resultaría entonces ocioso levantarse un día reclamándole a Dios, a la empresa, a la sociedad, a los padres, a los hijos, al prójimo de tu mala estrella, porque cada decisión que tomaste fue hecha en entera libertad y consciencia, y toda decisión tomada así, jamás tendrá cabida al arrepentimiento. No importa el destino, sino el camino, y si recorrimos los senderos que nosotros elegimos, no habrá lugar a reclamos.

Y desde Kierkagaard se sabe que esta postura genera una angustia tremenda. Señal de ello el creciente número de suicidios en la sociedades modernas. Pero hacía allá apunta.

¿Qué quiero? Hacerme cargo de mi propia existencia. ¿Cómo? Aún no lo sé... y sí, la angustia está ahí.

Como mencionas, el camino más transitado hacia el desahogo financiero son las ventas. ¿Qué alternativas hay para los que no temenos semejante vocación? Tal vez, y sin caer en reduccionismos estériles ("todo es ventas"), sea la respuesta la prostitución del cerebro. No lo se. Vender lo que sabemos y que otros necesitan saber. Sin promesas eternas ni garantías absolutas. Sin fidelidades caninas, ni ataduras de la misma calaña.

El problema está en que esa "carrera de ratas", esa trampa con la que la moribunda economía de la postguerra, nos seduce y nos encarcela, y está muy presente y es muy poderosa. Nos ciega a la realidad. Y si me permites la exageración de ciencia-ficción: es la Matrix.

No obstante sigo en mi indecisión: ¿emprendedor, doctorante o empleado?

Ya me extendí mucho.... ¡basta!

Recibe un afectuoso saludo de tu sobrino.

PD:
Tema que se queda en el tintero: comunidad e individuo.
Vale
Víctor Manuel Jáquez Leal