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Claudio, Cuentos y Dream

Tiempo de lectura estimada: 8 minutos

Víctor Jáquez

Claudio Oronoz

La casa familiar, donde viví más de veinticinco años, está en la calle Rubén M. Campos. Nos mudamos allí cuando tenía seis años. Ese nombre fue lo primero que me pidió mamá memorizar, «por si te pierdes», y resonaba en mi sin mucho significado intrínseco. ¿Quién era Rubén M. Campos? Seguramente ningún prócer, como suelen nombrar las calles principales. Era uno más junto a Ignacio Centeno o Lucio Marmolejo, calles vecinas. Nombres cuyo valor se reducía a señalar direcciones, propia o de amigos. No fue sino hasta hace un año, bajo el peso de la nostalgia, que se me ocurrió googlearlo.

Rubén Marcos Campos nació el 25 de abril de 1871 en Valle de Santiago, Guanajuato. Huérfano a los once años (1882) se muda a León, donde recibe instrucción literaria y musical, y a los 19 años (1890) se dirige a la Ciudad de México, en pleno porfiriato, a la búsqueda de la vida bohemia y del éxito literario, el cual conoció en vida. Fue periodista, escritor, músico, docente, cónsul de México en Milán (durante los locos años 20s), etcétera. Murió en 1945, a finales de la Segunda Guerra Mundial, en Coyoacán. Su obra más sobresaliente es la novela Claudio Oronoz, que publicó en 1906, y es parte del pretexto que nos convoca.

La novela impresa de Claudio Oronoz puede costar por arriba de los 100 euros (sin ser primera edición, pero cerca). Aunque también podemos encontrar una edición crítica en formato PDF para descargar. Es la tesis de maestría de Dulce Diana Aguirre López. Ojalá sepa lo agradecido que estoy por su trabajo. Desde que descubrí este tipo de ediciones (precisamente con mi lectura de El Capital de Marx) no hubo vuelta atrás: Si realmente me interesa un clásico, busco su edición crítica. Entiendo la necesidad de reinterpretar las obras, de descolocarlas del contexto en que fueron escritas, traerlas al nuestro y averiguar qué de nuevo nos pueden decir. Pero no todos podemos ser Gilles Deleuze para preñar las obras que leemos, e intuyo la extensión de mi ignorancia. Prefiero abordar las obras complejas con todas las ayudas posibles.

Retrato de Rubén M. Campos por el Dr. Atl

«Retrato de Rubén M. Campos, ca. 1909» Encontré este retrato hecho por el célebre pintor e infame filonazi mexicano, Dr. Atl (Gerardo Murillo) (origen)

Lo primero que me llamó la atención es su abundancia en adjetivos. Me considero adepto del verso de Vicente Huidobro, coetáneo de Campos, en su poema Arte poética:

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.

Sin embargo, Campos prefiere la pirotécnia del modernismo decadentista, y no pierde oportunidad de introducir un adjetivo, debo de admitir, más o menos original, que otorga, siendo generosos, cierta dimensión poética a la narración lineal.

Por otro lado, dada su educación y época, el bagaje de Campos es eurocéntrico, para quien hacer literatura en México, es extender el arte y referencias europeas al contexto local. Casi me convence de que la Ciudad de México, donde se desarrolla la mayor parte de la novela, es otra capital en Europa; el narrador es un Baudelaire en ciernes y el infecto Sena es reemplazado por cinco lagos muertos. No obstante, como toque exótico, da testimonio de la flora y fauna nativas, y más particularmente del paisaje dominado por los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl, o el lago de Chapala.

El narrador, José Abreu, es un joven guanajuatense que emigra a la capital del país en busca de los placeres de la bohemia. Allí conoce a Claudio Oronoz, oveja negra de una acaudalada familia burguesa, y se hacen íntimos. Pero el final se incuba ya en el pecho de Oronoz: padece de tuberculosis pulmonar en estado terminal. Fue la vida bohemia, de arrabal y cantinas, poesía y prostitutas, de una ciudad de cinco lagos ahora desecados, tornados en polvaderas venenosas, quienes enfermaron a Oronoz. En sus últimos días, José Abreu y Claudio Oronoz, junto con Clara Rionda, viuda convertida en dama de compañía y enamorada de Claudio, y su amiga Ana Belmar, escapan de la ciudad para refugiarse en Jamay, Jalisco, a la orilla del lago de Chapala, para disfrutar de unos días de erótico hedonismo.

Con la pandemia de COVID19, leer sobre la tuberculosis, enfermedad de moda entre los románticos durante el siglo XIX, me produce ansiedad profiláctica. Con la convivencia de los personajes con Oronoz, les pedía, en mi fuero interno, que usaran mascarilla y que Clara Rionda no lo besara. Pero al parecer eran ya inmunes a la enfermedad.

Dos citas. Una donde Ana Belmar expone la trágica condena del ser femenino decimonónico:

[..] aunque mi pasividad me haga desdeñar lo que venga y abandonarme a lo que salga, como decías tú hace un momento, ¡a desafiar los vientos y las olas sin pensar en lo que haya mañana!… Pero bien sé que seré vencida inexorablemente, puesto que no tengo otras armas que mi juventud y mi hermosura, cosas que se marchitan pronto.

Y otra, donde Oronoz, en su lecho de muerte, le pide a Clara Rionda que no llore:

¿Qué es la vida sino un plácido suicidio, alargado por los que se preocupan de morir lentamente, embebecidos en un sueño de hastío, o precipitado por los que beben su vida de un solo trago?

Por último, en las postrimerías de la obra me percaté del genio musical del autor, y que bien valdría anotar las referencias musicales en la obra. Así que hice una lista de reproducción en Spotify. Huelga decir que estas piezas me han fascinado:


Cuentos Populares Mexicanos

También terminé de leer la antología Cuentos Populares Mexicanos que compré durante el viaje a Oaxaca del año pasado. Es un hermoso volumen del Fondo de Cultura Económica, con espléndidas ilustraciones. Los cuentos fueron recopilados a partir de varios estudios etnográficos y reescritos por el italo-mexicano Fabio Morábito, para tornarlos literarios.

Fabio Morábito

Fabio Morábito (origen)

Tal vez habría que leer los originales, transmitidos oralmente y registrados por los etnógrafos, pero asumiendo, como el mismo Morábito dice, que guardó fidelidad a los originales, creo que los cuentos son evidencia del sincretismo de las tradiciones orales prehispánicas y europeas: los caciques tornan en reyes; sus hijas, hermosas princesas ofrendadas al forastero que logra la hazaña esperada; deidades prehispánicas convertidos en animales y ritos reasignados a un Cristo, a la vez, mágico y milagroso.

También estoy adscrito a la teoría de las dos historias en los cuentos: una narrada explícitamente y otra implícita, subterránea, pero que el lector debe sospechar para entender el texto en toda su extensión. En estos cuentos, el contexto social es parte de esa historia no narrada pero palpable. Estas sociedades aún son precapitalistas: Es decir, para ellos la riqueza consiste todavía en la abundancia material para el autoconsumo: muchos animales, grandes cosechas, monedas de oro en arcones. No hay emprendurismo, el concepto de inversión capitalista (es decir convertir dinero en Capital) no existe. En cambio, existe el trabajo duro, campesino y cazador, pero no orientado al mercado, sino para satisfacer la necesidades de la familia. Ir a vender al mercado es un síntoma de necesidad urgente imposible de solventar por uno mismo. Hay, además, numerosas alabanzas al perezoso con ingenio, al bienintencionado, al generoso, mientras que la mala fortuna es atraída por los trabajadores brutos, los envidiosos o los avaros. Mucho machismo, eso sí: los personajes femeninos o están al servicio del varón, o son malvadas brujas.

La voz narrativa creo que sí fue muy retocada por Morábito, pero permanece simple, con pocas florituras lingüísticas, aunque preservando palabras en náhuatl, maya y otros idiomas precolombinos.

Dream Theater

El fin de semana pasado fui al concierto de Dream Theater en Leganés, cerca de Madrid. Solamente conozco a la banda por su renombre y, en realidad, la he escuchado poco. Aún así, pasar el domingo por la mañana en Madrid, caminar por el atiborrado Rastro, ir hasta ese pueblo/polígono industrial y compartir con los viejos rockeros. Fue una bonita experiencia.

Escenas del concierto de Dream Theater, 11/17/2024

  1. Materia. Yolanda Castaño (02/05/2024 - 02/29/2024)

  2. Enxertos. Dores Tembrás (03/15/2024 - 04/01/2024)

  3. A la busca del tiempo perdido: La prisionera. Marcel Proust (01/08/2024 - 04/03/2024)

  4. La política contra la historia. Mario Tronti (10/27/2023 - 05/19/2024)

  5. Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. David Foster Wallace (05/20/2024 - 06/17/2024)

  6. A la busca del tiempo perdido: La fugitiva. Marcel Proust (04/04/2024 - 07/18/2024)

  7. El tiempo perdido. Clara Ramas San Miguel. (06/24/2024 - 07/20/2024)

  8. Tezcatlipoca: Burlas y metamorfosis de un dios azteca. Guilhem Olivier (07/18/2024 - 09/03/2024)

  9. A la busca del tiempo perdido: Tiempo recobrado. Marcel Proust (07/19/2024 - 09/20/2024)

  10. Las primas. Aurora Venturini. (09/01/2024 (?) - 09/25/2024)

  11. Una vida de novela. Marta Herníquez-Dimitriou. (09/21/2024 - 10/17/2024)

  12. This is how you lose the Time War. Amal El-Mohtar & Max Gladstone (10/01/2024 - 10/26/2024)

  13. Claudio Oronoz. Rubén M. Campos. (??/??/2024 - 11/15/2024)

  14. Cuentos populares mexicanos. Fabio Morábito. (05/20/2024 - 11/22/2024)