Dialéctica de lo abstracto y lo concreto

Évald Iliénkov fue, posiblemente, el último gran filósofo marxista soviético. Basta otear su biografía para constatarlo: reclutado como artillero durante la Segunda Guerra Mundial, participó en la toma de Berlín; durante sus descansos en el frente leía «La Fenomenología del Espíritu» de Hegel, en alemán original. Una vez desmovilizado, regresó a la academia donde fue tratado con infamia, debido a que defendía una dialéctica marxista mucho más rica y compleja que las definiciones osificadas por el Diamat, la interpretación oficial del materialismo dialéctico soviético.

Evald Ilyenkov

Évald Iliénkov (Fuente)


Iliénkov, no satisfecho con sus investigaciones sobre la teoría de la conciencia, elevó a la realidad concreta sus ideas al colaborar en un programa para el desarrollo cognitivo de niños sordos y ciegos; varios de ellos, al crecer, defendieron tesis de doctorado en matemáticas y psicología.

Y es que para Iliénkov el ser humano no nace, se hace a través de su sociabilidad, utilizando el lenguaje como vehículo humanizante. Así, los objetos que el trabajo social produce, constituyen luego la misma naturaleza humana, arrojada a una espiral de auto-determinaciones.

El siguiente vídeo contiene un documental sobre el trabajo de Évald Iliénkov en la escuela para niños ciegos y sordos de Zargosk.


Como referencia ulterior, la Escuela de Cuadros tiene dos sesiones, con el profesor Zardoya, sobre un par de textos de Iliénkov: Marx y el mundo occidental, y Dialéctica de lo ideal.

En la twittósfera marxista las ideas de Iliénkov reverberan, recomendando su lectura con entusiasmo. Así que en cuanto supe que Edithor sacaría una nueva traducción al castellano de una de las obras más representativas del filósofo, me hice de un ejemplar: Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en "El Capital" de Marx.

Mi aproximación a la dialéctica materialista ha sido un proceso inacabado de más de cinco años, por lo que sería irresponsable ofrecer una explicación cabal de ésta, mas considero obligatorio enunciar, al menos, un esbozo. La presentación a la obra dice:

… Iliénkov recalca, en varias ocasiones, que la dialéctica es el reflejo en la cultura espiritual humana de la forma en que se mueve la naturaleza, la sociedad y el propio pensamiento.

Desde mi limitada perspectiva, la dialéctica es un método para abordar un objeto de estudio, complejo y en constante transformación, con el fin de llevarlo a la consciencia racional del sujeto, y así obtener un conocimiento de su relación. Además, entendiendo la relación podemos cambiar las condiciones en las que surge.

Valga recordar que la dialéctica era una manera frecuente de hacer filosofía desde antes de los griegos, sin embargo, durante el medioevo, fue relegada en favor de metafísicas aunadas a la lógica clásica. Éstos enfoques tienden a proveer instantáneas, estáticas y (sobre) simplificadas, del objeto estudiado. Para la lógica clásica, la contradicción [A ∧ ~A] y mutación, naturales en la dialéctica, son demonios a exorcizar, ya que para la lógica-metafísica debemos adentrarnos, impolutos, en el reino del Conocimiento.

Hegel rescató a la dialéctica, dándole un toque sistemático, poniéndola en movimiento hacia lo absoluto, la totalidad, Dios. Expresado de otra manera, mantuvo la metafísica pero trocó la lógica por dialéctica; por tanto, desechó el mapa estático con rumbo al paraíso, entregando un territorio inhóspito que debemos recorrer, cambiante y conflictivo, para llegar al saber.

Posteriormente Marx puso de cabeza la dialéctica hegeliana: no avanzamos linealmente hacia el Concepto, total y absoluto, sino que nos movemos en espiral dentro de las posibilidades de la materia (no exclusivamente sensible). Para Iliénkov, Marx enderezó la dialéctica de Hegel con Spinoza, otorgándole un horizonte materialista, abierto, carente de teleología, porque

Nadie ha determinado hasta el presente lo que puede el cuerpo, es decir, la experiencia no ha enseñado a nadie hasta ahora lo que, únicamente por las leyes de la naturaleza, considerada sólo como corporal, puede hacer el cuerpo y lo que no pude hacer a menos de ser determinado por el alma.

—Baruch Spinoza. Ética, parte III, escolio de la proposición II. (circa 1665)

Baruch Spinoza y G. W. F. Hegel

Baruch Spinoza y Friedrich Hegel (Fuente)


Cuando nos embarcamos en la comprensión de categorías y conceptos conviene mantener una perspectiva histórica. Por ejemplo, considerar que la concepción contemporánea de materialismo tiene poca relación con la que trabajó Marx, nos ayuda en su lectura. Así también los conceptos de abstracto y concreto han evolucionado con el tiempo y las genealogías filosóficas, aunque su eco etimológico continúa orientando sus contenidos: con-cretus, significa literalmente "que crece junto con otro"; abs-tractus, "que se aleja del camino".

Desde los escolásticos medievales lo concreto se limitaba a lo sensible, lo que inunda los sentidos; se oponía directamente a lo abstracto, producto exclusivo del pensamiento. Y como lo sensible estaba atado al pecado, lo abstracto se asentó en el pináculo intelectual.

Para el materialismo mecanicista, lo concreto rompía su relación con la realidad objetiva, tornando en la imagen que se fija en nuestra conciencia a partir de la información sensorial, inmediata, individual y subjetiva. Mientras, su antónimo, lo abstracto, refería al objeto sensible amputado de sus determinaciones concretas para fusionarlo con otros objetos en una única idea común, formando jerarquías ontológicas.

Por tanto, con el idealismo alemán la comprensión de lo abstracto y lo concreto da un vuelco: dejan de ser nociones en sí mismas para referir a su uso. Es decir, ahora expresan los grados de determinación de los conceptos en el contexto de una teoría. Un concepto aparece en el mundo como abstracto y cuánto más se penetra en él torna concreto. Lo abstracto es unilateral, aislado, inmóvil; lo concreto es universal, en tanto unidad de lo diverso, en desarrollo, a decir, es el conocimiento de lo verdadero. Después de Kant, el concepto concreto es la meta del pensamiento.

Hegel tiene un breve texto titulado ¿Quién piensa abstractamente?. Un texto muy legible aún para el diletante. Para Hegel es el hombre inculto, no el educado quien piensa abstractamente, y sugiere un ejemplo:

Un asesino es conducido al patíbulo. Para el común de la gente él no es más que un asesino. Algunas damas quizás hagan notar que es un hombre fuerte, bello e interesante. El pueblo, sin embargo, considerará terrible esta observación: ¿qué belleza puede tener un asesino? ¿Cómo se puede pensar tan perversamente y llamar bello a un asesino? ¡No sois sin duda mucho mejores!

—Friedrich Hegel. ¿Quién piensa abstractamente? (circa 1807)

Es decir, y como diría Heidegger siglo y medio después, pensar abstractamente es limitarse a decir lo que se dice, pensar lo que se piensa y hacer lo que se hace; a repetir, acríticamente y evadido de la realidad, el conocimiento unilateral propalado; es ver al condenado únicamente en su papel de asesino y cegarse a todas las demás determinaciones, individuales y sociales, que lo condujeron a ese instante. Hoy en día, "compartir memes" sería, en muchas ocasiones, la manera habitual de pensamiento abstracto.

En cambio, como estableció Marx,

Lo concreto es concreto por ser la síntesis de muchas determinaciones, o sea, la unidad de aspectos múltiples. Aparece por tanto en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado y no punto de partida, aunque es el verdadero punto de partida y también, por consiguiente, el punto de partida de la contemplación y representación.

—Karl Marx, Contribución a la crítica de la Economía Política. (circa 1858)

Estamos frente a una unidad de contrarios del pensamiento: el unilateral y estático, abstracto, y el multilateral y dinámico, concreto. Una unidad dialéctica que genera movimiento, partiendo de lo abstracto, ascendiendo a lo concreto. Es esto lo que Marx consideraba el fundamento del pensamiento científico.

En la escuela se predican dos procesos de estudio: análisis y síntesis. El primero consiste en dividir en partes el todo con el fin de estudiarlas aisladamente. La síntesis es la unión de las partes dispersas en un todo coherente. Recuerdo al futurólogo Alvin Toffler, autor del best seller «La Tercera Ola», ufanarse de tener capacidades superiores de síntesis. No obstante, esta división, para la dialéctica, es ilusoria y hasta ficticia. El análisis correspondería al pensamiento abstracto, mientras que la síntesis al concreto.

No hay análisis sin síntesis y viceversa. Si una de ellas no se explicita es porque supone un saber tácito y por tanto acrítico, por donde se cuela la falsa conciencia.

El método de Marx, en palabras de Iliénkov, consiste en partir del fenómeno más simple e iluminar todas sus determinaciones, luego conocer las condiciones necesarias para su desarrollo. Por esta razón que Marx comenzó «El Capital» con el estudio de la mercancía, átomo del modo capitalista de producción.

Sin embargo, en este ascenso a lo concreto, a lo múltiple y por tanto universal, la percepción historicista es indispensable. El conocimiento científico es un proceso histórico, que se va enriqueciendo o empobreciendo con las condiciones materiales de cada época. Así, por ejemplo, en el tiempo de Newton era impensable que el vacío tuviera forma, la gravedad era una simple relación entre masas; fue Einstein quien enriqueció la teoría de Newton explicando la gravedad como el resultado de la elasticidad del espacio-tiempo en presencia de la masa.

Estamos condenados a pensar en nuestro contexto histórico, y de esto depende el ascenso posible al conocimiento concreto; ascenso historicista, con avances y retrocesos. Y el avance, dentro de la dialéctica, consiste en resolver las aparentes contradicciones que se nos presentan en nuestro proceso de conocer la totalidad de lo real.


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  5. Dialéctica de los abstracto y lo concreto en "El Capital" de Marx. Evald Iliénkov (03/01/2019 - 05/12/2019)