Días 43, 44, 45, 46 y 47
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Víctor Jáquez«Se me acaba el veinte», como decían cuando se iba a la feria, subían al carrusel y éste esta a punto de detenerse.
Mi experiencia como escritor ha sido iluminador en el sentido de descubrir que estoy muy lejos de serlo, en el sentido de arrostrar mis limitaciones intelectuales, estéticas y culturales, mi ausencia de disciplina, los privilegios que me malcrían, y, como argumentan los iluminados, el universo que conspira para distraerme constantemente de mi objetivo. Y es que el estado actual de las cosas es un acontecer de infamias encadenadas, donde la que se despliega ante nuestros ojos, en este preciso instante, es aún más terrorífica que la anterior. Al final, he podido enumerar, aunque sea parcialmente, el cúmulo de motivos que ahuyentan de mí a la literatura. Este es el resultado final de mi experimento como escritor de tiempo completo.
Mucho se ha hablado de la imposibilidad de escribir (comenzando por Proust). Están los pocos que superan esa imposibilidad y el resto. Sigo en la segunda categoría. Aunque seguiré insistiendo, empujando esa membrana, compuesta en su mayoría, hay que reconocer, por simple mediocridad y escaso talento.
El fin de semana fuimos al cine a ver las casi cuatro horas que dura The Brustalist, una película sobre un ficticio arquitecto cuya obra se enmarca dentro del estilo arquitectónico brutalista. Pero la película no es sobre el brutalismo, sino de lo brutal que es la sociedad estadounidense y cómo embrutece al individuo que se integra a ella.
Pero lo más emocionante para mi estos últimos días, además de la reescritura del cuento a mano, en sentido inverso, y el reconocimiento de los problemas que tiene el texto, ha sido nixtamalizar los granos de maíz que tengo de la cosecha pasada, su molienda y la preparación de tortillas y gorditas. Cocer el maíz en una solución de cal nutricional. Maíz después de 14 horas en la solución y luego lavado. Molienda del maíz nixtamalizado. Tortillas de maíz quebrado.