Dos libros y un concierto

Bloguear en el 2023

Desde el 2016 mucho se ha hablado de la muerte del blog, que las redes sociales lo mataron; que el aumento de ancho de banda disponible para un gran número de usuarios ha facilitado la preferencia de mensajes audiovisuales, cortos, a los que podemos reaccionar; mensajes clasificados y ordenados automáticamente para ser mostrados (u ocultados) como recomendación algorítmica.

Otros argumentan que los blogs siguen muy vivos, sitios como Substack o Medium lo demuestran, así como la popularidad de WordPress. Que los blogs siguen siendo una fuente de información necesaria y útil para quien la busca, o la encuentra por recomendación humana.

Asimismo, la creación de cualquier tipo de contenido se ha profesionalizado dadas las posibilidades de monetización, fomentando la competición por las audiencias, aunque sea con clickbaits y otros sucios trucos.

Sin embargo, algunos seguimos escribiendo un blog para una selecta audiencia, casi un reemplazo a las cartas de antaño pero para múltiples destinatarios; botellas al mar que posiblemente alguien, después de mucho tiempo, encuentre gracias a alguna búsqueda afinada en Google o similares. O tal vez sea notas públicas con un único lector: su propio escribano.

Por tanto, rechazo la monetización y la competitiva profesionalización, para asumir mi condición de diletantes. Escribo por el contenido mismo y no la popularidad. Agradezco la lectura paciente y generosa de quienes visitan este espacio. Procuro dar lo mejor de mis capacidades y posibilidades por el simple placer de hacerlo.

Os camiños da vida

Esta novela me ayudó a dimensionar el siglo XIX; a tener una compresión de su complejidad e impacto que continúa hasta nuestros días. Fue el siglo convulso necesario para producir el largo siglo XX.

Siempre que aprendo algo nuevo me apena no haberlo hecho antes, ya que recupero las oportunidades perdidas de apreciar, en mayor alcance, experiencias pasadas.

Actualmente creo que es terrible estudiar la independencia de México sin entender las circunstancias históricas de España en ese momento. Y sin embargo así se imparte en las escuelas: México como un ente aislado que irrumpe en la historia universal. Y no es así, México es la consecuencia necesaria del proceso histórico mundial.

La novela es la saga de dos familias fidalgas de la comarca ourensana, en Galicia: Los Doncos y los Pedreira. Los fidalgos, o hidalgos, eran la forma ibérica del señor feudal desde el medioevo. Éstos constaban como una nobleza menor que tributaban a la corona por el número de plebeyos que acogían. Los Doncos eran conservadores, realistas y católicos, mientras que los Pedreira, liberales y un poco ateos. Los primeros se unieron al bando carlista durante éstas guerras por la sucesión del trono, originando un conflicto entre ambas casas vecinas.

Permítanme una breve explicación histórica de cómo se lleǵo a este punto de inicio. Fernando VII era rey de España y de las colonias americanas hasta que fue secuestrado por Napoleón, en 1808, para así invadir España con solo tomar Madrid. Esto creó un vacío de poder que fue aprovechado por la nobleza criolla americana para conseguir sus correspondientes independencias. Y en España, donde ya había movimientos liberales, inspirados por la revolución francesa, que buscaban abolir la monarquía absoluta y la influencia de la Iglesia católica, habían logrado, por ejemplo, el proceso de expropiación de los bienes de la Iglesia. Este mismo movimiento, bajo la ausencia del rey y la invasión napoleónica, organizaron las Cortes, con sus respectivos representantes americanos, para hacer la primera constitución liberal, la Pepa, que colocaba, al menos en el espíritu de la ley, en igualdad de condiciones a los territorios americanos y el peninsular. Así, unos liberales pugnaban por la diferencia independiente mientras que otros por la igualdad integradora. Pero Fernando VII fue liberado y retornó al trono con ímpetu reaccionario, ejecutando liberales a diestra y siniestra, así como mandando grandes ejércitos a América para sofocar los movimientos de independencia. Fernando VII no tuvo descendencia masculina, así que optó, ya viejo, abolir la ley Sálica para que su hija, Isabel II, ascendiera al trono. El hermano de Fernando VII, don Carlos de Borbón, por su parte, reclamó el trono para sí, dando comienzo así a las guerras carlistas, que durarían hasta entrado el siglo XX.

La novela dibuja diferentes sucesos ocurridos en ambas familias. Pinta así una Galicia rural, alejada del progreso y del centro económico español, pero nunca inmune a los vientos de la historia que empuja a los protagonistas. Don Caetano, cabeza de la casa Doncos, habiendo perdido muchos recursos tras ser derrotado en sus aventuras carlistas, deja a su aire a su heredero, Farruco, quien crece salvaje, indisciplinado, sin formación, abandonado a sus vicios e impune a sus abusos. Mientras que Don Xosé María, de la casa Pedreira, era un liberal medianamente educado, vencedor local del enfrentamiento carlista, que tuvo dos hijas: Ramona y Rosalía. La primera se hizo cargo del Pazo (casa solariega) y sus tierras, mientras que la segunda se casó con un militar comprometido con la causa liberal, pero caído en desgracia, con quien tuvo un hijo: Paio. Paio, bajo la influencia de su tío paterno (también liberal, exiliado en Francia y enamorado de una chica irlandesa) se formó como médico y todos pusieron sobre él sus esperanzas para sacar la comarca de su abandono y atraso. La inminente modernidad se refleja en la llegada de carreteras, y con ella, comerciantes castellanos dispuestos a hacer negocios, a desplumar a los viejos fidalgos, incapaces de comprender el tejemaneje capitalista.

Ramón Otero Pedrayo, presenta con su obra, la eterna tragedia que es la muerte de la vieja sociedad y el difícil parto de la nueva. El siglo XIX fue ese periodo de transición, siglo repleto de revueltas, de toma de consciencia de clase, de revoluciones sociales, de movimientos de independencia, y también de un sangrienta reacción de los poderes establecidos, que no duraron en hacer escarmiento en cuando pudieron. El siglo de Marx, Napoleón, de la Comuna de París, del expansionismo norteamericano. Ramón Otero Pedrayo nos cuenta, a través de postales literarias del rural interior gallego, la historia de Europa, España y Galicia.

Ramón Otero Pedrayo

Ramón Otero Pedrayo (Origen)


La escritura indómita

Aprender a escribir no sólo es estudiar las grandes obras de la literatura, sino también los entresijos del oficio. Para ello se lee sobre cómo los escritores enfrentan su trabajo. La escritura indómita es una obra de la poeta estadounidense Mary Oliver que consiste en breves ensayos poéticos sobre su quehacer literario y su materia prima: la naturaleza.

De Mary Oliver tengo pendiente leer su poesía. Ganó todos los premios de poesía en EEUU. Falleció en el 2012.

Los dos ensayos que más me gustaron fueron el primero y el último: Los territorios salvajes de la creación y La voz del poeta, respectivamente.

En el primero habla sobre una de las dificultades de la escritura: Hay una dualidad interna en conflicto dentro de cada escritor: la personalidad que escribe y que exige soledad, concentración sin interrupciones, tiempo e intimidad; y la personalidad que vive en sociedad y reproduce la vida, hace la compra, va al banco, paga las cuentas, cocina, sale con amigos, etc. Y que sin embargo, el escritor debe someter al segundo a su mínima expresión necesaria, porque la clave del arte es lo extraordinario. Y lo extraordinario solo irrumpe en la soledad y el denuedo por alcanzarlo.

Establecer un horario para escribir es una buena recomendación para jóvenes escritores, por ejemplo. Además, basta con decirles eso. No conviene contarles toda la verdad demasiado pronto: que hay que estar disponible a todas horas, y siempre; que las ideas, con sus resplandecientes formas y a pesar de toda nuestra disciplina consciente, surgirán cuando se les antoje y agitarán veloces sus alas desordenadas, temerarias, tan incontrolables, en ocasiones, como la pasión.

Los territorios salvajes de la creación.

El segundo, es un problema que obsesionaba a un compañero de poesía hace ya varios años: ¿quién es el yo poético? Para Mary Oliver, para la poesía a la que ella acude, la voz del poeta no es la del que encara al lector y le cuenta lo grandioso o lo triste o lo inteligente que es; para ella la voz de poeta es aquella que el lector se apropia, y expresa, con belleza, lo que ya interiormente estaba en él. La voz no le muestra el mundo al lector, la voz es la decisión de abrir los ojos. El yo poético es el lector bajo el influjo del poema.

Mary Oliver

Mary Oliver (Origen)


Concierto de los Pixies

Este mes fuimos al concierto de los Pixies en A Coruña. Que la música no termine.