Dussel, fenomenología y fetichismo

Un día de otoño caminaba con unos amigos, post-doctorantes en física de partículas, por la campiña de Santiago de Compostela. Entre ellos estaba una chica portuguesa que recién me habían presentado. Al preguntarle por el tema de su investigación atajó con un «soy fenomenóloga». Mi rostro desencajado rogó una explicación.

«¿Qué es un fenómeno?», preguntó mi primo de cuatro años, saliendo del Centro Cultural Alfa, en Monterrey. «Es un cambio que ocurre en la naturaleza», contesté, ufano de haber cursado mi primer asignatura de física en la escuela secundaria. Es decir, hace muchos años ya.

Los científicos fenomenólogos, me explicó con paciencia la investigadora portuguesa, observan, miden, cuantifican, estos cambios en la naturaleza, y luego, con esos datos, ponen a prueba la teoría.

Una de las mayores virtudes de toda teoría científica es que es capaz de predecir hechos concretos a partir de sus abstracciones. Por tanto, las mediciones validan o refutan la teoría a prueba, asumiendo que éstas sean correctas.

Las teorías científicas pueden desarrollar explicaciones fantásticas: objetos n-dimensionales, espacio-tiempo enrollado en sí mismo, partículas altamente energizadas sin masa, etcétera. Cosas que difícilmente podríamos percibir directamente con nuestros sentidos, sólo con la imaginación, y que sin embargo, nos ayudan a entender y prever los fenómenos que sí podemos percibir.

Metafóricamente, la fenomenología es una frontera, en cuya superficie aparecen los fenómenos concretos y sensibles; por debajo están los modelos, las hipótesis: abstracciones, historias y películas que nos montamos y explican estos cambios observables.

La fenomenología puede ser idealista, metafísica, con explicaciones en una sola dirección, donde el fundamento es el ser o Dios o la trascendencia. Aunque también puede ser dialéctica y científica: un camino de ida y vuelta entre la concreta y totalizadora realidad y sus fenómenos, y las abstracciones (categorías, determinaciones y mediaciones) que las relacionan, explican y predicen, ya de regreso, lo concreto. Parafraseando a Hegel: De lo real a lo racional y de vuelta, de lo racional a lo real.

Algunos ejemplos de fenomenología:

No recuerdo cuál fue mi primer encuentro con Enrique Dussel. Tal vez con los compañerxs del grupo de estudios marxistas, tal vez fue recomendación de YouTube, tal vez un eco en el pasado que fue reverberando con respecto avanzaba en mis lecturas. Lo que sí sé es que me topé con su seminario de las 16 tesis de economía política (solamente están disponibles 13 sesiones) y supe de inmediato que debía leer su libro.

Enrique Dussel

Enrique Dussel (fuente)

Aproveché, por tanto, mi visita a México este año, para comprar la obra en una de la librerías más chulas de la capital: La Porrúa del Bosque de Chapultepec.

Es un libro sencillo pero no fácil. Su lectura exigió mi atención constante. Pero valió la pena por lo revelador y pedagógico que resulta.

Dussel, en la década de los ochenta, decidió que debía leer a Marx por entero y en su idioma alemán original. Hizo una lectura microscópica de todo cuanto Marx escribió y quedó catalogado en el MEGA (Marx-Engels-Gesamtausgabe). Revisó todas y cada una de las ediciones de «El Capital», y las miles de páginas de sus manuscritos.

Seguramente la lectura de «El Capital» de Dussel no es, como pide Néstor Kohan, revolucionaria, sino académica, y desde una perspectiva ética e histórica, disciplinas que Dussel ha trabajado. No obstante, es sumamente pedagógica, como ya mencioné, al explicar muchas de las categorías medulares en la exposición de «El Capital» de manera más diáfana para el lector contemporáneo.

Los dos conceptos más fascinantes para mi, desarrollados en el libro, fueron la fenomenología y el fetichismo en Marx. Ya hice mi exposición de la primera. Pasemos al fetichismo.

Intuitivamente podemos ver que las teorías y modelos están compuestas de relaciones, ya sea estáticas o dinámicas, entre los objetos concretos y las categorías abstractas de los modelos. Estas relaciones las podemos visualizar, en términos de matemáticas discretas como grafos direccionales: A se relaciona con B en un momento dado, B se relaciona con C al siguiente momento (A → B → C). Hay que hacer énfasis en que la ley de la transitividad aquí puede ser engañosa; asumir que, por lo tanto, A se relaciona con C (A → C), puede llevarnos a conclusiones falsas.

La manera en cómo dispongamos nuestras categorías teóricas, sus determinaciones y mediaciones, son vitales para la elaboración de cualquier teoría.

El ejemplos clásicos del fetichismo:

Sintetizando el concepto del fetichismo:

El fetichismo consiste en un mecanismo cognitivo por el que se oculta en una relación (el cuarto predicamento de Aristóteles) el momento fundamental (es decir, el fundamento oculto) de lo que aparece (superficialmente). Esto se logra al interpretar como absoluto el término fundado o relativo a la relación.

—Enrique Dussel. 16 tesis de economía política.

La relación se invierte: el efecto se vuelve causa y la causa se oculta. ¿Por qué? Intereses, miedos, sobre-simplificaciones.

Para Néstor Kohan, el descubrimiento más importante de Marx es «el fetichismo de la mercancía». Y Dussel parece coincidir.

A partir del estudio de los textos de Marx, Dussel sospecha que Marx tenía la intención explicar el fetichismo de la mercancía hasta el tomo IV de su obra magna. Es decir, sería la conclusión de toda su teoría crítica del sistema capitalista. Sin embargo, Dussel cree que Marx intuyó que la vida no le alcanzaría para desarrollar dicha explicación, así que mete, casi de manera artificial, en el primer capítulo del primer tomo, una sucinta explicación del fetichismo de la mercancía.

Una de mis primeras obsesiones infantiles, como a muchas otras personas de mi edad, era el deseo por tener toda la colección de las figuras de acción de Star Wars. Había algo mágico en ellas. Por alguna desconocida razón, tenía la certeza que si llegaba a tenerlas todas, sería feliz. Su posesión implicaba la capacidad de recrear un universo maravilloso y la potencia de jugar eternamente.

¿Cuál es el secreto de estos pedazos de plástico moldeado, de estas mercancías de aparador, tan al alcance de la mano y a la vez, inaccesibles por su precio?

Dice Marx:

Lo misterioso de la forma mercantil consiste sencillamente, pues, en que la misma refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo, como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que también refleja la relación social que media entre los productores y el trabajo global, como una relación social entre los objetos, existente al margen de los productores.

—Karl Marx. El Capital. Tomo I.

«Lo importante es el juego, no el juguete», rezaba el anuncio de la Procuraduría Federal del Consumidor en México, durante las fiestas navideñas de los años en crisis económica. Así enfrentaba el descontento popular de no poder comprar ni recibir regalos. Y me resulta fascinante descubrir que lo hacía poniendo de manifiesto el carácter fetichista de los juguetes.

El juego es una relación social que surge de manera espontánea desde la infancia. Pero al aparecer el juguete como mercancía de aparador, el juego se despoja de su carácter social para depositarse en el juguete. El juguete es el juego, y fuera de éste sólo queda el desamparo.

Lo mismo ocurre con todas las mercancías que aparecen ante nuestros ojos como mágicos objetos de deseo. Su secreto consiste en ocultar las relaciones humanas necesarias para su producción, distribución y consumo, y presentarlas como meras relaciones entre mercancías.

Me pregunto si llegará el día en que en las etiquetas de las mercancías, impriman la cuantificación del dolor humano, la devastación ecológica, la muerte ocasionada en su proceso productivo. Pero si así lo hicieran, se cargarían toda su fetichización, ya que no serían objetos de deseo, sino lo contrario, la evidencia de un sistema económico nocivo para la vida.

Dussel, en su libro, también exhibe a la ciencia económica vigente de la escuela austriaca como una ciencia fetichizada. El trabajo de esta escuela se esfuerza en ocultar el trabajo humano como origen de la ganancia, para quedarse con el fenómeno del precio como una señal del mercado, y la ganancia como resultado del ingenio del empresario. Para ellos sólo existe el mercado por el mercado en sí, la producción y la necesidad humana se ignoran para cumplir sus propósitos. Dicho de otra manera, es ideología presentada como ciencia.

El libro también aborda el tema de la competencia, que igualmente se ha fetichizado, ya que no genera mejores productos por sí misma, como dice la escuela austriaca, sino simplemente fuerza la homogeneidad de los precios en el mercado, desplazando a los productores de capital con menor composición orgánica. La composición orgánica del capital viene de producir más valores de uso con menos trabajo humano, debido por ejemplo, con el desarrollo tecnológico (aunque no necesariamente). De la tecnología en el capitalismo y en el socialismo del siglo XX hay otra larga y maravillosa disertación en la obra de Dussel.

Paro y concluyo. Lean a Dussel. O mejor, lean a Marx.

  1. Hegel, Marx, Nietzsche (o el reino de las sombras). Henri Lefebvre. (12/04/2016 - 01/19/2017)
  2. The Man in the High Castle. Philip K. Dick. (01/20/2017- 02/10/2017)
  3. Poemas escogidos. John Keats. (02/16/2017 - 02/26/2017)
  4. La Comuna de París. K. Marx, F. Engels, V. Lenin. (02/27/2017 - 03/30/2017)
  5. México insurgente. John Reed. (04/01/2017 - 04/22/2017)
  6. Casi invisible. Mark Strand. (04/22/2017 - 06/01/2017)
  7. La Colmena. Camilo José Cela. (06/04/2017 - 06/25/2017)
  8. El intransferible. Arqueles Vela. (07/01/2017 - 07/08/2017)
  9. Sigilosos v(u)elos epistemológicos en Sor Juana Inés de la Cruz. Verónica Grossi (07/09/2017 - 07/25/2017)
  10. Esperando a los bárbaros. J. M. Coetzee. (08/14/2017 - 08/25/2017)
  11. 16 tesis de economía política. Interpretación filosófica. Enrique Dussel. (07/24/2017 - 09/11/2017)