Escocia
Tiempo de lectura estimada: 4 minutos
Víctor JáquezWhisky is sunlight held together by water
Este verano escapé a Escocia por una semana. Este es el reporte gráfico.
Primero volamos a Londres, donde pasamos la noche en casa de unos amigos (¡gracias!). Al día siguiente, un vuelo a Edimburgo, que salía a las 6 de la mañana, nos depositó en aquellas lejanas tierras.
En Edimburgo también contamos con la generosidad de más amigos (¡gracias!), quienes nos ofrecieron su hogar aún cuando por esos días no estaba en la ciudad. Tanto he recibido que siento una enorme gratitud y misma humildad.
Día 1 Mi primera vista de Edinburgh (Edimbro'h). Los locales no cesaban en
repetirnos lo afortunados que eramos al contar con ese cielo despejado y
brillante. Uno de los primeros autores de mi adolescencia fue Walter Scott, con su novela Ivanhoe,
tiene uno de los monumentos más descollantes de Edinburgh. También ésta
ciudad vio nacer a Arthur Conan Doyle, otro de los
escritores que forjaron mi gusto por la lectura. Nuestra actividad inaugural fue subir el Calton Hill. Desde allí tomé esta imagen
del North Bridge.
Día 2 Subimos a uno de los Salisbury Crags en Holyrood Park y obtuve esta imagen del
Holyrood Palace, la
residencia oficial de monarquía británica en Escocia. Así como también esta vista del Calton Hill desde Holyrood Park. Y el Edinburgh Castle,
el cual luego visitamos. Ese recorrido fue el preludio a los discursos
bélicos que inundan al turismo en Escocia: guerras contra los vikingos,
guerras contra los ingleses, guerras napoleónicas y guerras mundiales.
Día 3 Al tercer día nos dirigimos al norte, a Dunkeld. Muy cerca de Inverness está el campo de batalla de Culloden. Dicha batalla fue la
que decidió el destino de Escocia como parte del Reino Unido, al derrotar
el gobierno británico a los Jacobitas, quienes querían restituir a la
dinastía de los Estuardos. Como resultado directo, el sistema de clanes fue
desmantelado, prohibido el kilt, así como la lengua escocesa y welsh. Después de comer dimos una vuelta en barco sobre el archi-famoso Loch
Ness. Y no, no vimos a Nessie. Lo que sí me sorprendió fue la oscuridad de
sus aguas, de un negro charol que reflejaban el paisaje con tremenda
claridad.
Día 4 En nuestro camino a la isla de Skye, tuvimos que detenernos para
contemplar estos parajes. Es impresionante como el agua refleja lo que la
neblina no nos permite ver. Otra parada obligada fue el castillo de Eilean Donan. El castillo original, que
data desde el siglo XIV, fue destruido por el gobierno británico durante la
revuelta de los Jacobitas y reconstruido principios del siglo XX. El
castillo aparece en muchas películas, con mayor relevancia en la película
de Highlander. Finalmente llegamos a la isla de Skye, para encontrarnos con las imponentes
Cuillins, una cadena de montañas
rocosas. La montaña de la foto se llama, en idioma escocés, Sgùr nan
Gillean. Paramos en el Creag an Fhèilidh, o la Kilt Rock. Por la tarde nos detuvimos en la ruinas del castillo de Duntulm, que fuera la fortaleza
del clan MacDonalds de Sleat antes de ser
abandonada por estos.
Día 5 Salimos de la isla de Skye y nos dirigimos hacia el sur por el Gran Glen. Pasamos por el Glen Coe, cerca
del Ben Nevis, que la mayor
elevación del Reino Unido.
Día 6 Regresamos a Edinburgh y visitamos algunos lugares pendientes, como la
tumba de Adam Smith, en el Canongate Kirkyard, a quién debía
presentar mis exequias.
Día 7 Fuimos a Stirling, donde subí
al Monumento a Sir William Wallace. Durante la subida al Monumento, me dio más gusto toparme con los cardos, un
símbolo nacional escocés.
Día 8 En nuestro último día caminamos hacia el Castillo de Stirling. Finalmente di un paseo por el Mote Hill, hasta
llegar a la Piedra de Decapitación, que se supone fue usada para la pena
capital durante el siglo XV. Aún es posible observar las marcas del hacha
en ella.
Y el viaje llegó a su fin. Escocia. Y como diría el poeta escocés del siglo XVIII, Robert Burns: but minds me o' my Jean.