København
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Víctor JáquezFinalmente llegó la Semana Laica (vacaciones de primavera, o celebraciones del primer equinoccio del año) y de improviso decidí marcharme a conocer la capital de Dinamarca, Copenhague. Me gasté lo-que-no en billetes de avión, pero con la alegría de saber que no pagaría hotel, ya que Edu y Silvia me recibirían, cariñosamente, en su hogar. Les estoy infinitamente agradecido.
El primer día fuimos, Edu y yo, a trabajar en un bonito bar que no registré. En la tarde alquilamos una bicicleta para mi, ya que Copenhague se distingue por ser una ciudad sumamente amigable para la bicicleta: hay carril-bici en todas las calles importantes y los conductores de automóviles son muy respetuosos de los ciclistas. Dicen que en verano hay mucho más congestión vial en el carril-bici que en la calle-coche. Aún así, los habitantes están tan hechos a la bicicleta, que no temen a sus terribles inviernos, como lo recoge Viking Biking.
El miércoles primero de abril, Edu se quedó a trabajar mientras que Silvia inauguró conmigo su, ahora famoso, Silvitour:
El jueves dos de abril por la noche, Felipe llegó, también de visita, desde Malmö, Suecia. Y el viernes por la mañana, cogimos nuestras bicicletas y las montamos al tren al norte de la isla de Sjælland, hasta Helsingør. De allí, recorrimos en bicicleta la costa norte de la isla hasta Gilleleje, unos 20 kilómetros.
Lo admito, me gustan los cementerios que albergan los restos mortales de grandes personajes de la historia. En Copenhague está el Assistens Kirkegård, el cual no podíamos dejar de visitar.
El lunes, festivo en varios países escandinavos, lo aprovechamos para pasear un poco más.