Notas poéticas

Sospecho que Paz, Fromm y Onfray concuerdan en sus tesis sobre el amor:

Vivimos con fantasmas y nosotros mismos somos fantasmas. Para salir de esta cárcel imaginaria no hay sino dos caminos. El primero es el del erotismo y ya vimos que termina en un muro. La pregunta del amante celoso, ¿en que piensas, que sientes?, no tiene sino la respuesta del sadomasoquismo: atormentar al otro o atormentarnos a nosotros mismos. En uno y en otro caso el otro es inaccesible e invulnerable. No somos transparentes ni para los demás ni para nosotros mismos. En esto consiste la falta original del hombre, la señal que nos condena desde el nacimiento. La otra salida es la del amor: la entrega, aceptar la libertad de la persona amada. ¿Una locura, una quimera? Tal vez, pero es la única puerta de la cárcel de los celos. Hace muchos años escribí: el amor es un sacrificio sin virtud; hoy diría: el amor es una apuesta, insensata, por la libertad. No la mía, la ajena.

—Octavio Paz - La llama doble

Ahora, Juarroz sobre el oficio de ser poeta:

Desbautizar el mundo.
sacrificar el nombre de las cosas
para ganar su presencia.

El mundo es un llamado desnudo,
una voz y no un nombre
una voz con su propio eco a cuestas.

Y la palabra del hombre es una parte
[de esa voz,
no una señal con el dedo,
ni un rótulo de archivo,
ni un perfil de diccionario,
ni una cédula de identidad sonora,
ni un banderín indicativo
de la topografía el abismo.

El oficio de la palabra,
más allá de la pequeña miseria
y la pequeña ternura de designar esto
[o aquello,
es un acto de amor: crear presencia.

El oficio de la palabra
es la posibilidad de que el mundo diga
[al mundo,
la posibilidad de que el mundo diga
[al hombre.

La palabra: ese cuerpo hacia todo.
La palabra: esos ojos abiertos.

-- Roberto Juarroz