Sayak Valencia: Capitalismo Gore

Soñábamos con utopía y nos despertamos gritando

—Roberto Bolaño

Supe de Sayak Valencia luego de leer Morir en México de John Gibler. Mas no directamente. John menciona la categoría filosófica de necropolítica, acuñada por el filósofo africano Achille Mbembe. Investigando un poco, encontré a una novel filósofa mexicana que había ampliado dicha categoría para explicar el fenómeno de la violencia en México: Sayak.

Después de ver algunas entrevistas en YouTube, supe que debía leer su libro, que según entiendo, es su tesis doctoral y uno de sus asesores es el famoso filósofo Paul B. Preciado.

Sayak, tijuanense, se posiciona desde la vulnerabilidad de ser mujer, mexicana y fronteriza. Desde allí se lanza a esbozar conceptos que permitan pensar la violencia cotidiana en México.

Sayak Valencia.

Sayak Valencia. (Origen)

Con el triunfo de la contra-revolución neoliberal a nivel planetario se impuso una suerte de globalización mercantil; el concepto de Estado nación se derrumbó para reconstituirse como Mercado nación; el mercado es la institución reina a la cual sirven el resto de la instituciones; la libertad e igualdad humanas se recodifican en términos del consumo: puedes consumir sin restricción y todos tienen el mismo derecho a consumir (siempre y cuando lo puedas pagar). En el caso de México, al no cumplir el Mercado nación con las promesas neoliberales de hiperconsumo, pero con acceso al inmenso mercado estadounidense, se convirtió en Narco nación; la mayor parte de la economía mexicana se desarrolla en la opacidad, en la parte gris de las leyes, generando enormes ganancias que terminan, en gran medida, dentro de los bolsillos de los centros geopolíticos (EEUU, Europa).

El capitalismo entonces reconfigura nuestro estar en el mundo; el trabajo deja de ser nuestra relación metabólica con la naturaleza, para convertirse en un simple medio para acceder al hiperconsumo mercantil. El trabajo se desacraliza, pierde todo supuesto ético; las clases sociales se velan y se impone una división entre triunfadores y perdedores, individualizados, atomizados. La subjetividad está definida por el consumo.

Todo lo deseable se mercantiliza: el cuerpo del Otro, su sexualidad, su control y su vida; convertido mercancía, el consumidor es absuelto de toda responsabilidad: él solamente acudió al sacrosanto mercado, que está allí para su placer.

Surge el capitalismo gore, un giro político-social del capitalismo, donde se relacionan el mercado gore con el consumo gore. Lo gore entendido como "violencia extrema y tajante […] explícita e injustificada". Este capitalismo medra al punto de que su economía torna en una amenaza para el Estado. Su violencia debe entonces naturalizarse, que sea parte de la cotidianidad, una mercancía más en las estanterías, no una excepción.

Dice Negri que «el neoliberalismo no sabe proponer ningún modelo de integración social». La fragmentación geográfica entre zonas desarrolladas y deprimidas se ha intensificado. El Tercer mundo convive con el Primer mundo en todas las naciones, así como también la cercanía del Tercer mundo global con el Primero es cada vez más mayor, tanto como sus diferencias (ahora el multiculturalismo se entiende como una sociedad bien surtida). Esta cercanía, virtual y espacial, junto con la hegemonía ideológica (triunfadores vs. perdedores, hiperconsumo e hipermercantilización, la exigencia del hacer sobre el pensar), ha derivado en la construcción de un nuevo sujeto, al que Sayak llama: el sujeto endriago (sicario, secuestrador, pozolero, etc.).

El devenir de este sujeto endriago comienza con las exigencias del hiperconsumo y del triunfador pero sin la posibilidad económica. Lumpenproletariado que hace suyo el voraz discurso de la clase dominante. Unos asimilan las lógicas del emprendurismo dentro del mercado gore y lo provee. Otros, más desafortunados, venden su fuerza trabajo para las tareas más infames: por tres mil pesos (150€) se descuartiza o disuelve en ácido el cuerpo de un ser humano.

Y volvemos a la necropolítica de Mbembe. El Narco Estado crea discursos para normalizar la violencia y crear espacios de convivencia entre el sujeto endriago y el asimilado. Para el narcopoder sólo es posible ser víctima de la violencia extrema si eres parte del entramado. Así, cada cadáver, cada desaparecido, es culpable sin juicio ni investigación.

Este devenir endriago no es exclusivo de las regiones aisladas y delimitadas. Es un proceso que puede surgir en cualquier parte donde el mercado gore encuentre un espacio fértil. Fenómenos similares se pueden encontrar en EEUU o Austria, en diferentes escalas.

Para Sayak, una posible vía de solución es fomentar discursos que promuevan la generación de otras subjetividades. Su apuesta es por la teoría queer, localizada, racializada, interseccional. Para mi, un discurso es necesario mas no es suficiente para cambiar la realidad. Hay que también cambiar sus bases materiales. El sujeto revolucionario no surge únicamente del discurso, requiere de una alternativa para reproducir la vida. Aunque reconocemos que el capitalismo, con todas sus variantes, el gore incluido, es actualmente totalitario.

Lectura del epílogo: The very beginning


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