Ser escritor: día 15
Tiempo de lectura estimada: 2 minutos
Víctor JáquezAmanecimos con helada. La hierba a nuestro alrededor mantuvo una capa blanca, brillante, de escarcha hasta cerca de las once de la mañana. Hizo bastante frío y agradecimos la inversión que hemos hecho en la calefacción de la casa. Después de leer a Lea Ypi, y el primer cuento de la antología de ciencia ficción japonesa, me puse a ver el programa piloto de Moonlighting, en Filmin. Escarcha.
La serie me la prohibieron de niño, ya que la transmitían muy noche. Así que aprovecho mi condición de adulto para vengar esta prohibición infantil. Lo primero que me sorprende es la inocencia, la ingenuidad y simpleza con que se miraba la maldad en los ochenta. Hoy, esa trama, no tendría ninguna audiencia. Además, el personaje de Bruce Willis, ni siquiera es gracioso hoy en día. Que la gente vuelva a ver Moonlighting es un mero síntoma de la melancolía de esta época.
Finalmente pude escribir, o reescribir tres párrafos de mi cuento. Me siento más seguro ahora, siento más efectivos esos tres párrafos. Y mientras trabajaba sobre ellos, también configuraba un mecanismo de lectura en voz alta en Emacs, usando speech-dispatcher y festival. Tres horas dedicadas en ello.
Leí, por otro lado, el cuento de Carlos Fuentes, Chac Mool. De nuevo otro recuerdo de infancia: leer sin entenderlo. Esta vez sí lo entendí. Y más aún, me enteré de la sorprendente semejanza con Casa tomada, de Julio Cortázar. Una interpretación se podría decir que Cortázar advertía del peronismo tomando al estado argentino, y Fuentes sobre el indigenismo al estado mexicano.
Luego de la lectura de Chac Mool me sentí un estafador al querer escribir cuentos sin haber estudiado a profundidad el género, sin haber leído las obras completas de Chéjov, Guy de Maupassant, Juan José Arreola. Y lo haré, pero olvido que la vida no una secuencia de etapas distinguibles y progresivas, sino por la realización de actividades traslapadas e imbricadas, produciendo avances y retrocesos.
Llegó el calor de la tarde y me puse a trabajar en la huerta, desbrozando a mano el bancal más descuidado. También puse los botes plásticos de refresco como micro-invernaderos para cada planta de pat choi y kale.