xiuhpohualli
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Víctor JáquezSacado de la revista Arqueología Mexicana. Edición Especial 59. ISSN: 2007-9524. Aunque parece que su referencia principal es el libro El calendario mexica y la cronografía, de Rafael Tena (2008), que está desclasificado.
El xiuhpohualli constaba de 18 meses de 20 días cada uno —por lo que más apropiadamente se les debe llamar veintenas—, más cinco días complementarios, lo que en total da 365 días del año solar. Las 18 veintenas formaban la serie nahua atlcahualo-izcalli y los cinco días complementarios se llamaban nemontemi.
Veintena 1: Atlcahualo
26 de febrero—17 de marzo
Nombres: Atlcahualo: “se dejan las aguas”, “detención de las aguas”, “dejan las aguas”, “cesación del agua”; atlmotzacuaya: “el agua cesaba, paraba”; xilomaniztli: “ofrenda de jilotes”; cihuaílhuitl: “fiesta de mujeres”; cuahuitlehua: “se yerguen los árboles”, “levantamiento de postes”.
Deidades asociadas a los ritos: Tlaloques (montañas con nombre de dioses: Cuauhtépetl, Yoaltécatl, Cócotl, Yauhqueme, Poyauhtécatl, Matlalcueye, Quetzálxoch, Tláloc, Chalchiuhtlicue.
Estaban dedicados principalmente a los tlaloques y los principales consistían en el levantamiento de estacas con papeles en distintas partes de las poblaciones y el sacrificio de niños. Éstos eran seleccionados entre los propios mexicas y se les compraban a los padres. Se daba preferencia en la selección a aquellos que habían nacido bajo un signo favorable a los que tenían dos remolinos en el cabello, lo que era considerado un indicio de que los dioses los habían elegido para el sacrificio. Los niños pasaban la noche en la llamada “casa de la tristeza”, el templo de los tlaloque. Las personas que los veían lloraban y se esperaba que los niños hicieran lo mismo, pues sus lágrimas simbolizaban la lluvia. Los niños, ricamente ataviados con plumas verdes y jade, se sacrificaban en grupos, en montañas asociadas a los tlaloque; en Tepetzinco, un islote, se sacrificaba a una niña vestida de azul que representaba a Quetzálxoch; en Pantitlan se sacrificaba a los representantes de Epcóatl. Otros ritos en esta veintena eran: la erección de Tota, el árbol que sostenía el firmamento, las ofrendas de tortas de maíz y la presentación de los guerreros que serían sacrificados en la veintena siguiente, tlacaxipehualiztli, y se fingía su sacrificio con un cuchillo hecho con pan de maíz.
Veintena 2: Tlacaxipehualiztli
18 de marzo—6 de abril
Nombres: Tlacaxipehualiztli: “desollamiento de hombres”. Coaílhuitl: “fiesta de las serpientes”, “fiesta general”, “fiesta de todos”.
Deidades asociadas a los ritos: Xipe Tótec, Huitzilopochtli, tlaloque.
Esta veintena estaba claramente asociada con Xipe Tótec, “nuestro señor desollado”. Los ritos consistían principalmente en el sacrificio de prisioneros de guerra, a los que se nombraba xipeme, “desollados”, o tototeclin, “nuestros señores”. En el primer día de la fiesta, un primer grupo de sacrificados estaba formado por prisioneros a quienes se les extraía el corazón en el templo de Huitzilopochtli. En el cuerpo era comido por los parientes y amigos del guerrero que lo había capturado, aunque éste no podía hacerlo pues se decía que no podía comer su propia carne. En el segundo día, aquellos que padecían enfermedades en la piel o los ojos eran perseguidos por guerreros; después esos personajes realizaban una colecta entre la población, la que les regalaba mazorcas dobles de maíz, tortillas, tamales, mantas, etc. En el tercer día tenía lugar el sacrificio llamado “gladiatorio”, en el que cautivos de guerra que se hubieran distinguido por su valor debían enfrentarse con armas falsas a guerreros águilas y jaguares debidamente armados. Después las víctimas eran desolladas y sus pieles eran llevadas durante 20 días por los xipeme.
Veintena 3: Tozoztontli
7—26 de abril
Nombres: Tozoztontli, diminutivo de tozoztli, “pequeña vigilia”.
Deidades asociadas a los ritos: Coatlicue, Cintéotl, Chicomecóatl, tlaloque.
Se dedicaban principalmente a Coatlicue, “la de la falda de serpientes”, diosa-madre de la Tierra, la vida y la muerte; madre del Sol, la Luna y las estrellas. En esta veintena y en la siguiente, huey tozoztli, se celebraban las cosechas y la abundancia de maíz. La imagen de Coatlicue, madre de Huitzilopochtli, era profusamente adornada con flores proporcionadas por los vendedores de éstas, de los cuales era patrona. También se ofrecían grandes cantidades de flores y alimentos a Chicomecóatl. Algunos ritos comenzaban con la recolección en los campos de flores y tallos de maíz, y también se buscaban serpientes que se colocaban, tras haberlas cocido, en las ofrendas. Según algunas fuentes, los miembros de la nobleza acudían a los campos a levantar montones de piedras a los que ofrendaban papel y hule. Otros ritos eran el tendido de cuerdas en las árboles, de las que se colgaban figurillas que supuestamente debían alejar las enfermedades; los campos mismos eran “bendecidos” con incienso y ofrendas. En esta veintena, los niños menores de 12 años ayunaban y se les extraía sangre de la lengua, las orejas y otras partes del cuerpo. Además, continuaban los sacrificios de niños a los tlaloque, iniciados en la veintena anterior, y los xipeme se desprendían de las pieles humanas que habían llevado durante 20 días.
Veintena 4: Huey tozoztli
27 de abril—16 de mayo
Nombres: Huey tozoztli, hueitozoztli: “gran vigilia”.
Deidades asociadas a los ritos: Cintéotl, Chicomecóatl, tlaloque.
En esta veintena los ritos estaban esencialmente dedicados al maíz en sí, por intermedio de Chicomecóatl, “7 Serpiente”, y, principalmente, Cintéotl, “dios del maíz”. El rito más característico de esta veintena era el cinteoanaloyan, “cuando Cintéotl era capturado”. La gente se dirigía a las parcelas a recoger, cada uno, una planta tierna de maíz o, si no la había, una raíz de maguey; las dos se consideraban formas de Cintéotl. Se les adornaba y se les ofrendaban flores, tortillas, maíz tostado revuelto con frijoles, atoles y ranas asadas, entre otros manjares. Por la tarde unas muchachas llevaban al cinteopan, el templo de Chicomecóatl, las plantas que representaban a Cintéotl y se pegaban con ellas. También llevaban una representación de Cintéotl formada por siete mazorcas envueltas en papel rojo. Ésta se colocaba en una troje que contendría los granos que estaban destinados a servir de semilla en la siembra. Además, se llevaba a cabo el sacrificio de un esclavo que representaba a Cintéotl y continuaban los sacrificios de niños en honor de los tlaloques.
Veintena 5: Tóxcatl
17 de mayo—5 de junio
Nombres: Tóxcatl, “sequedad”, “cosa seca”; popochtli (tepopochuiliztlio tepopochtli), “perfume”, “incienso”, “sahumerio”, “humo”.
Deidades asociadas a los ritos: Tezcatlipoca, Huitzilopochtli.
La fiesta estaba dedicada primordialmente a Tezcatlipoca y Huitzilopochtli. Durante un año ambos eran representados por cautivos que serían sacrificados. El que personificaba a Huitzilopochtli era llamado Ixtecoale Tlacapehuan Teicauhtzin. El cautivo seleccionado para representar a Tezcatlipoca era vestido como el dios y vivía rodeado de lujos, recorría las calles fumando y tocando la flauta, acompañado de un cortejo de jóvenes y guerreros. En el vigésimo día de huey tozoztli se le daba un atavío más sencillo, perteneciente a un guerrero, y se le entregaban como esposas a cuatro mujeres que representaban a las diosas de la tierra y las flores, el maíz tierno, el agua y la sal. A partir de entonces se realizaban varios ritos, que incluían el sacrificio de codornices y culminaban con el sacrificio de Tezcatlipoca en un pequeño templo llamado Casa de los Dardos. El mismo destino tenía el personaje que representaba a Huitzilopochtli, del que además se fabricaba una imagen con masa de semillas de amaranto.
Veintena 6: Etzalcualiztli
6—25 de junio
Nombres: Etzalcualiztli, “se come etzalli”.
Deidades asociadas a los ritos: Tláloc, Chalchiuhtlicue.
En su conjunto, las fiestas celebradas en etzalcualiztli estaban dirigidas a la celebración de la abundancia. En ellas se retribuía a Tláloc –quien representaba el aspecto masculino de la Tierra y era el patrono de las lluvias– por los beneficios que había traído y a la vez se le suplicaba para que hiciera lo propio en los meses por venir. Como además Tláloc era el patrono de los sacerdotes, en etzalcualiztli éstos no sólo eran los sacrificantes principales sino que participaban en otros ritos, como ayunos y penitencias, con un papel protagónico. Además de a Tláloc, Chalchiuhtlicue y los tlaloque, se hacían algunas ceremonias en honor a Quetzalcóatl y Xólotl.
El platillo principal asociado a esta veintena era el etzalli, un guiso de maíz con frijol. De este guiso algunos cronistas no sólo destacan su sabrosura, sino que lo relacionan con la abundancia. Durante las fiestas la gente bailaba y llevaba en las manos mazorcas y ollas con etzalli. Los jóvenes y los hombres que habían demostrado su valentía, se disfrazaban de tlaloques, e iban de puerta en puerta solicitando algún alimento, en especial atole. Esta generosidad puede verse como otra manera de celebrar la abundancia y como una especie de reciprocidad del pueblo con los tlaloques, los que, al final de cuentas, eran vistos como los entes gracias a los cuales se obtenían los frutos de la tierra.
El sacrificio en honor a Tláloc era uno de los ritos esenciales en esta veintena. Se dice que dos personajes que representaban a Tláloc y Chalchitlicue vivían juntos durante 20 días, al término de los cuales y a la medianoche eran sacrificados. Algunas fuentes señalan que en las montañas se sacrificaban entre 10 y 15 infantes. En el Tlalocan, el templo dedicado a Tláloc, se llevaba a cabo a la medianoche el sacrificio de los que personificaban a los tlaloques. Primero se inmolaba a cautivos de guerra, sobre cuyos cuerpos se depositarían los de los tlatoque. Luego, al tiempo que se hacían ofrendas de papeles, plumas y jades, a estos últimos se les sacaba el corazón, los que se depositaban en un mixcómitl, “recipiente de nubes”, de color azul. Después los sacerdotes se dirigían en canoas al aóztoc, “cueva del agua”, un torbellino en el lago, en el lugar llamado Pantitlan, en el que arrojaban el mixcómitl y ofrendas de papel y jades. Al final se lanzaba un incensario con papeles en llamas.
Durante las fiestas de esta veintena, los jóvenes danzaban llevando palos con pájaros en la punta. No se conoce el significado preciso de esta práctica pero podría estar relacionado con los guerreros que tras acompañar al Sol regresaban, a la Tierra transformados en aves. También podría tratarse de una alusión al mítico Tamoanchan.
Una parte importante del esquema ritual de esta veintena eran las ceremonias que se realizaban en honor a Chalchiuhtlicue. En el Tlalocan se fabricaba una efigie de madera, que se vestía con los atavíos propios de la diosa, a la que se le hacían ofrendas. Después se sacrificaba frente a esa efigie a una mujer que personificaba a Chalchiuhtlicue, y que era obsequiada por los vendedores de agua.
Veintena 7: Tecuilhuitontli
26 de junio—15 de julio
Nombres: Tecuilhuitontli, “pequeña fiesta de los señores”, “fiesta menor de los señores”; tecuílhuitl, “fiesta de los señores”.
Deidades asociadas a los ritos: Huixtocíhuatl, Xochipilli.
La fiesta más importante en esta veintena estaba asociada a Huixtocíhuatl, “señora de los salineros”, la diosa de la sal y de las aguas saladas. En ella se sacrificaba a una mujer que personificaba a la diosa, la que debía ser proporcionada por todas las personas involucradas en la producción de sal. Desde el décimo día de la veintena hasta el decimonoveno, las mujeres y las hijas de los salineros bailaban toda la noche alrededor de la mujer que representaba a Huixtocíhuatl. El vigésimo día era sacrificada en el templo de Tláloc. Este rito tenía un rasgo particular: se hacía presión sobre el cuello de la diosa con la boca de un pez sierra. Como su nombre lo indica, tecuilhuitontli era también una de las veintenas en que se celebraba a los nobles. Éstos participaban en festejos de todo tipo: banquetes, danzas, cacerías, además de realizar ritos en honor a su dios particular, Xochipilli.
Veintena 8: Huey tecuílhuitl
16 de julio—4 de agosto
Nombres: Huey tecuílhuitl, hueitecuílhuitl, “fiesta mayor de los señores”, “gran fiesta de los señores”.
Deidades asociadas a los ritos: Xilonen, Cihuacóatl, Xochipilli.
Los ritos de esta veintena estaban dedicados principalmente a Xilonen, “muñeca de jilote”, la diosa de los elotes tiernos de maíz, y a Xochipilli, “noble, flor”: dios del Sol naciente, de las flores y de la alegría. Ambas deidades eran especialmente veneradas por los gobernantes y la nobleza. En huey tecuílhuitl se continuaba con la celebración de la abundancia y por ello se redistribuían alimentos. Se realizaban sacrificios de esclavas que representaban a Xilonen y Cihuacóatl. En relación con Xilonen se llevaban a cabo algunos ritos particulares, como el que consistía en que las parteras conducían a una joven que personificaba a la diosa a la cima del cerro de Chapultepec, y al llegar ahí todas debían regresar corriendo al templo de Xilonen, en Tenochtitlan; al llegar, la joven debía bailar durante media hora, y si se ponía triste le daban una bebida. Al final la sacrificaban. Otros ritos estaban dedicados a Xochipilli, por estar asociado con los señores.
Veintena 9: Tlaxochimaco
5–24 de agosto
Nombres: Tlaxochimaco, “se obsequian flores”, “ofrenda de las flores”, “se dan flores”; miccaílhuitl, “fiesta de los muertos”; miccailhuitontli, “pequeña fiesta de los muertos.
Deidades asociadas a los ritos: Tezcatlipoca, Huitzilopochtli,
Las flores eran el principal componente de las fiestas de esta veintena. Se recogían flores de todas las especies, con las que se hacían guirnaldas para decorar los templos. La noche anterior a la fiesta se preparaban los alimentos –tortas de maíz, y carne de guajolote y perro– que se consumirían durante la celebración. Por la mañana, las primicias de las flores eran ofrecidas primero a Huitzilopochtli y después al resto de los dioses. Por la tarde se realizaba una danza en la que participaban jóvenes y guerreros; estos últimos bailaban con las auienime, las prostitutas.
También se llevaba a la ciudad un tronco grueso al que se llamaba xócotl, “fruto” –era recibido por las mujeres de la nobleza y una mujer que personificaba a Toci-Teteo innan–, y se colocaba en el Templo Mayor. Para concluir la fiesta también se ofrecían flores a los muertos y se les ofrendaban alimentos. Otros ritos incluían el sacrificio de niños y el ofrecimiento de flores en honor de Tezcatlipoca, así como el sacrificio de una víctima que representaba a Mictlantecuhtli.
Veintena 10: Xócotl huetzi
25 de agosto—13 de septiembre
Nombres: Xócotl huetzi, xocotlhuetzi, “el fruto cae”, “el ocote verde cae”; huey miccaílhuitl, hueimiccaílhuitl, “gran fiesta de los muertos”.
Deidades asociadas a los ritos: Xiuhtecuhtli-Otontecuhtli, Yacatecuhtli, Mictlantecuhtli
Los nombres dados a esta veintena indican los ritos principales que se celebraban en ella. Xócotl huetzi puede hacer referencia al xócotl, el tronco que había sido colocado en el Templo Mayor en la veintena anterior, y que era derribado en ésta; también puede aludir a una imagen de pasta que se colocaba en lo alto de un palo y que se precipitaba al suelo. Huey miccaílhuitl alude a las fiestas dedicadas a los difuntos, que complementan las realizadas en la veintena anterior. En xócotl huetzi se ayunaba durante tres días en honor a los muertos y el día de la fiesta todos subían a los techos de sus casas y, dirigiéndose al norte, llamaban a sus muertos, diciendo: “Venid presto que os esperamos”. En el día decimoctavo de esta veintena, se tumbaba el xócotl y al día siguiente se le colocaba sobre un tronco adornado con papeles, se ponían varias cuerdas y en la cima se colocaba una imagen de tzoalli. En el vigésimo día se sacrificaba a cautivos que representaban a los mimixcoa, a los que se arrojaba a una hoguera de la que eran sacados por sacerdotes que les extraían el corazón. A mediodía, jóvenes y adultos de ambos sexos danzaban y en cierto momento todos los jóvenes se dirigían al tronco y trataban de subir a él por las cuerdas. El primero que lograba llegar hasta arriba, arrojaba la imagen de tzoalli al piso y la gente que estaba abajo se disputaba los trozos. Después el árbol era derribado. Esta fiesta está claramente relacionada con la llamada “Danza del volador” que aún se celebra en varias comunidades indígenas.
Veintena 11: Ochpaniztli
14 de septiembre—3 de octubre
Nombres: Ochpaniztli, “barrimiento”, “barrido”; huechpaniliztli, tenahuatiliztli “emplazamiento”.
Deidades asociadas a los ritos: Toci-Teteo innan, Tlazoltéotl, Cintéotl, Chicomecóatl, Atlantonan.
Es posible que en un principio ochpaniztli fuera la primera veintena del año; así lo indican las diosas a las que están dedicadas las fiestas y las características de los ritos que se llevaban a cabo. Los ritos de ochpaniztli estaban esencialmente dedicados a las deidades de la tierra, el maíz y el agua. Tras ocho días de ayuno y penitencia se sacrificaba a una esclava que personificaba a Atlantonan, “nuestra madre del agua”, se rompía el ayuno pero sólo se podía comer tortillas, tomates y sal. Al día siguiente se sacrificaba una muchacha de unos 12 o 13 años, que representaba a la diosa del maíz, Chicomecóatl, “7 serpiente”; este rito culminaba con la entrega por el tlatoani de insignias, armas y joyas a nobles y guerreros. Ese mismo día se sacrificaba con flechazos a cautivos que eran atados a un armazón de madera. Después se sacrificaba a una personificación de Toci, “nuestra abuela”. Ésta era una mujer de entre 40 y 45 años, a la que se le cortaba la cabeza y como las personificaciones de las otras diosas, a ésta también se le desollaba y un hombre se vestía con su piel, su ropa y sus adornos. El día en que se realizaba este último sacrificio, se barrían todos los edificios, templos, casas y calles; además, se limpiaban las estatuas de los dioses, los canales, las fuentes y los baños de vapor.
Veintena 12: Teotleco
4—23 de octubre
Nombres: Teotleco, teteo eco, “llegada de los dioses”, el dios llega”; pachtontli, “pequeño heno”.
Deidades asociadas a los ritos: Tezcatlipoca, Huitzilopochtli, Huehuetéotl, Yacatecuhtli, Ometochtli.
En esta veintena los ritos principales se enfocaban en dos aspectos: la llegada de los dioses a la tierra y la celebración de Huehueteótl, “dios viejo”, el dios del fuego terrestre. En los últimos días de la veintena se esperaba la llegada de los dioses; en el decimonoveno día se colocaba, en un templo, harina de maíz sobre un petate. Un sacerdote acudía cada tanto a revisarlo, cuando encontraba la huella de un pie sobre la harina, avisaba que los dioses habían llegado, entonces se tocaban instrumentos de viento y el pueblo ofrecía bolas de masa de maíz. El primer dios en llegar era Tezcatlipoca y los últimos en llegar eran Yacatecuhtli, el dios de los mercaderes y viajeros, que venía de lejos, y Xiuhtecuhtli, dios del fuego, quien no podía desplazarse rápidamente por su edad. Después de la llegada de los dioses se realizaba un rito en el que prisioneros de guerra, con el cuerpo pintado con franjas de colores –lo que indicaba que representaban a los mimixcoa–, eran echados vivos a una hoguera y eran sacados antes de que murieran, para extraerles el corazón y decapitarlos. Tras su sacrificio, estos mimixcoa se convertían en estrellas. Otros ritos de esta veintena tenían como elemento central el pulque y a Ometochtli, “dos conejo”, uno de los dioses de esa bebida.
Veintena 13: Tepeílhuitl
24 de octubre—12 de noviembre
Nombres: Tepeílhuitl, “fiesta de los cerros”; hueipachtli, “gran heno”.
Deidades asociadas a los ritos: Tlaloque, Centzontotochtin.
Las fiestas de esta veintena estaban asociadas principalmente a los tlaloque, a los que se les festejaba en su aspecto de cerros, pues se creía que en ellos se almacenaban las aguas. Para las ceremonias se fabricaban imágenes recubriendo con tzoalli ramas retorcidas con forma de serpiente y las estatuas de los dioses del viento. En el decimonoveno día esas imágenes eran llevadas a las ayauhcalli, “casas de niebla”, dedicadas a los dioses de la lluvia. Ahí se les “daba vida” pintándoles un rostro y cubriéndolas con los ornamentos de papel característicos de los tlaloque. En el vigésimo día se sacrificaba a cinco esclavas que representaban a las montañas. Al día siguiente, el primer día de la veintena de quecholli, las imágenes de pasta se despedazaban y los trozos se ponían a secar, luego eran comidos. También se hacían numerosos sacrificios de esclavos que representaban a los tlaloque y a los centzontotochtin, “cuatrocientos conejos”, los dioses del pulque. Además, se sacrificaba a una víctima que personificaba a Mayáhuel, diosa del maguey.
Veintena 14: Quecholli
13 de noviembre—2 de diciembre
Nombres: Quecholli: tal vez significa “cuello de hule”, nombre dado a varias especies de ave de plumas ricas.
Deidades asociadas a los ritos: Mixcóatl, Huitzilopochtli, Coatlicue, Tlamatzíncatl, Izquitécatl.
Las fiestas de esta veintena estaban claramente divididas en dos partes: tlacoquecholli, “mitad de quecholli”, y quechollami, “termina quecholli”. En la primera parte de la veintena, entre el sexto y octavo día, se fabricaban flechas en el templo de Huitzilopochtli y en el decimoprimer día se honraba a los guerreros muertos, ofrendándoles atados de flechas que se quemaban; los adornos de esos guerreros se ataban a una caña seca de maíz a la que además se pegaban plumas de colibrí y 400 plumas de garza, y también se quemaban. Después los hombres se dirigían al Zacátepetl, “montaña de la hierba seca”, donde se efectuaba una gran cacería, que culminaba con el sacrificio de los animales capturados. En la segunda parte, los ritos más importantes estaban relacionados con el sacrificio de esclavos que representaban a dioses del pulque –Tlamatzíncatl e Izquitécatl–, Coatlicue y Mixcóatl. Este último era sacrificado en el templo dedicado a la deidad, el mixcoateopan.
Veintena 15: Panquetzaliztli
3—22 de diciembre
Nombres: Panquetzaliztli, “levantamiento de banderas”.
Deidades asociadas a los ritos: Huitzilopochtli, Paínal, Yacatecuhtli.
Las fiestas de esta veintena estaban dedicadas al dios tutelar de los mexicas, Huitzilopochtli, “colibrí de la izquierda”. Michel Graulich plantea que en su origen esta fiesta conmemoraba a Quetzalcóatl. Los ritos incluían una batalla ritual entre esclavos que habían sido proporcionados por los pochtecas, y que representaban a Huitzilopochtli, contra cautivos de guerra que representaban a los huitznahua, en una clara representación del mito del nacimiento del dios; al término de la batalla se sacrificaba a todos. Ese mismo día, un sacerdote con una imagen de Páinal, “el presuroso”, un representante de Huitzilopochtli, llevaba a cabo un recorrido ritual por distintos lugares de Tenochtitlan, Tlateloco y la orilla oriental de la Cuenca de México. También se hacía con tzoalli una imagen de tamaño natural de Huitzilopochtli, a la que un sacerdote llamado Quetzalcóatl Topiltzin disparaba un dardo con punta de pedernal en el corazón. Después los trozos de la imagen eran distribuidos entre la población para que los comieran.
Veintena 16: Atemoztli
23 de diciembre—11 de enero
Nombres: Atemoztli, “bajada de las aguas”.
Deidades asociadas a los ritos: Tlaloque tepictoton.
Esta veintena estaba dedicada esencialmente a los tlaloque, auxiliares de Tláloc y dioses de las montañas y de la lluvia. En los ritos, que estaban dirigidos a solicitar la presencia adecuada de lluvia, se elaboraban imágenes con masa que representaban a los tlaloque tepictoton. Esas figuras eran fabricadas principalmente por aquellos que padecían alguna enfermedad atribuida a los dioses de la lluvia –como la gota, y los tullidos y paralíticos–, así como los que se habían salvado de morir ahogados. Estas imágenes eran sacrificadas quitándoles lo que representaba el corazón y después se ofrecía un banquete, en el que los viejos se emborrachaban con pulque. Además del sacrificio de cautivos y esclavos, se hacían sacrificios de niños. De estos últimos, unos eran ahogados en la laguna, en especial en el Pantitlan, y otros en la cima de las montañas, el lugar donde habitaban los tlaloque. También se ofrecía, en las parcelas, copal e incienso a los tlaloque
Veintena 17: Títitl
12—31 de enero
Nombres: Títitl: "encogimiento" o "estiramiento"
Deidades asociadas a los ritos: Ilamatecuhtli—Cihuacóatl.
Estaba dedicada primordialmente a celebrar a Ilamatecuhtli, “señora vieja”, una advocación de Teteo innan, “la madre de los dioses”, así como a Mixcóatl, prototipo de los guerreros muertos en combate. Los ritos de esta veintena incluían una cacería ritual que tenía como propósito último alimentar a la tierra y el fuego. Además se sacrificaba a víctimas que representaban a la propia Ilamatecuhtli y a deidades como Mixcóatl-Camaxtli, Mictlantecuhtli y Yacatecuhtli. Después del sacrificio de Ilamatecuhtli, a la que se le sacaba el corazón y se decapitaba, se realizaba un rito en el que unos sacerdotes subían corriendo a la cima de un templo para tomar una “flor divina”, la que arrojaban a un pira para luego huir.
Veintena 18: Izcalli
1—20 de febrero
Nombres: Izcalli, “crecimiento”, “resurrección”; xochitoca, “llamado de flores”, “siembra de flores”.
Deidades asociadas a los ritos: Xiuhtecuhtli.
Las fiestas de esta veintena estaban básicamente encaminadas a la celebración de Xiuhtecutli, “señor del año”, dios del fuego. En izcalli también se realizaba una ceremonia, en la que se “estiraba” a los niños pequeños y a todo aquello que crecía sobre la tierra: maíz, magueyes y nopales. Con esto se buscaba que crecieran y maduraran. Había dos fiestas principales; la primera se celebraba en el décimo día de la veintena y era llamada huauhquiltamalcualiztli, “comida de tamales de hojas de huautle (o amaranto)”, o motlaxquía in tota, “nuestro padre (el fuego) se prepara de comer”. Se fabricaba con pasta una imagen de Xiuhtecuhtli, frente a la cual se encendía a la media noche un fuego nuevo. Al siguiente día, los niños –serpientes, lagartijas, peces, aves– eran arrojados a esa hoguera, y a cambio recibían tamales de amaranto. La segunda era llamada izcallami, “termina izcalli”. Se fabricaba otra efigie que se adornaba con los atributos del dios del fuego, los niños llevaban pequeños animales que habían capturado, los que se arrojaban al fuego. Después se sacrificaban prisioneros de guerra y esclavos que representaban a Xiuhtecuhtli, con los colores de los cuatro rumbos del universo: verde, amarillo, blanco y rojo.
Nemontemi
21—25 de febrero
Para ajustar el transcurso del año solar con el xiuhpohualli, formado por 18 veintenas (lo que da un total de 360 días), tras izcalli, la última de las veintenas, se añadían 5 días. Éstos eran llamados nemontemi, “allí completan en vano”, cinco días considerados aciagos o nefastos, durante los cuales la gente se abstenía de realizar cualquier actividad importante. Los nacidos en alguno de estos días recibían nombres como nemo, “inútil”, nencíhuatl, “mujer inútil”, nenóquich, “varón inútil”, nequizqui, “salido en vano”, nentlácatl, “persona vana”.