18 Abril, 1:47pm

Vive Latino 2005

El 16 de abril fue el concierto Vive Latino 2005, un concierto en el Foro Sol del autódromo Hermanos Rodriguez, con tres escenarios, cerca de 40 bandas de distintos géneros, y algo menos de 100,000 personas. En otras palabras, una mina de oro para OCESA tratando de emular algo como Woodstock o Avándaro, pero un calco netamente comercial.

Desde hacía cosa de un mes, Chuy, nos calentó la cabeza de ir a dicho concierto y terminé siendo el único que fui. Cuando estuvo Norberto en Cuernavaca, tuvo la amabilidad de llevarme a Plaza Cuernavaca para comprar el boleto en el Mixup. Chuy y Adriana también irían en ese momento.

Una noche, platicando con Jackie, me confió que Joshua también había comprado boleto para la función, así que procuré buscarlo en el mensajero instantáneo, y le confirmé que yo iría con otros amigos de Celaya, y que sería sano juntarnos durante suceso. Joshua me dijo que iría con unos vecinos y que estaba de acuerdo con la idea de vernos dentro del foro.

Pero nunca las cosas salen como uno quiere, sin embargo hay que saber adaptarse. Resulta que en ese mismo día habían agendado la operación de la mamá de Chuy y tuvo que devolver los boletos. Tuve un momento de pánico entre hacía de mi conocimiento esto: Por un lado Chuy me había comentado que probablemente no iría, y no veía a Joshua en línea para decirle que me pegaba a su grupo. Finalmente un día hablé con ambos, supe de la confirmación de la operación y acordé con Joshua donde vernos: 10:30am en la estación Normal del metro.

Ese día me levanté a las 8am, me bañé y desayuné opíparamente. Cuando tomé el camión supe que iba tarde y para acabarla de chingar pusieron "Crossroads", el bodrio de Britney Spears. A las 11:45 fui llegando a la estación Normal, pero encontré rápido a Joshua que aceptó mis disculpas (ya qué chingaos ¿verdá?). Nos fuimos para el departamento donde vive con sus papás, que esta hasta Vallejo. Conocí a sus papás, dos doctorados cubanos en cosas de computadoras. Tomamos unos expresos, y salimos. Abajo nos esperaban los vecinos: Chucho y Pepe, hermanos entre ellos y "el neneque", además en el carro de Chucho iban un par de chicas más. Pepe montó con nostros en el Sentra de la familia de Joshua. Pepe nos dijo que íbamos a ir a un Mixup por que una de las chicas, hermanas también entre sí, había comprado boleto por Internet y tenía que recogerlo, mientras que la otra iba a intentar comprar uno.

Pues tomamos circuito interior para ir a un centrillo comercial. A vuelta de rueda íbamos, metiendo lámina y mentando madres. En el centro comercial las chicas bajaron y después de buen rato de estar estacionados en segunda fila, regresaron con la mala noticia de que ya en ningún Mixup había boletos disponibles y que probablemente en un un Palacio de Hierro hubiera. Decidimos adelantarnos y que Chucho, Neneque y las hermanas tomaran su cruzada de conseguir boletos por aparte.

Seguimos circuito interior para ir al foro Sol. Seguimos a vuelta de rueda, metiendo lámina y mentando madres. Al aproximarnos al Palacio de los Deportes, el tráfico estaba simplente intransitable, y sin decirlo sabíamos que conseguir estacionamiento equipararía con la Odisea de Homero.

No les narraré todo el méndigo pedo que fue encontrar estacionamiento, ni la discusión con unos patrulleros, ni los ríos de gente dirigidos al foro Sol, ni el hastío de estar metidos en un carro por dos horas. Sólo concluiré que finalmente encontramos estacionamiento cerca de la estación del metro de Velódromo por la pura méndiga suerte de perdernos por ahi.

Al caminar hacia el foro veíamos las cantidades de gente que seguían llegando, la cantidad de revendedores que habían inflado el boleto general de 350 peso a 1,200 pesos, junto con los compradores de boletos que alimentaban el negocio de la reventa. Estuve tentado a vender mi boleto y largarme de ahí, saben que nunca he sido afecto a las masas. Pero hice tripas corazón y bajo el grito primario de "¡A populachear!" seguí caminando.

Nos encontramos con las hermanas, Adriana y Gaby, junto con Chucho y el Neneque. Adriana tiene veinticuatro y Gaby es más chica. Adriana no es bonita pero de buen cuerpo, en cambio Gaby es particularmente atractiva con grandes ojos color miel, piel clara y alta. Sin embargo no habían podido conseguir ni el boleto que ya habían pagado, así que andaban en pos de la reventa. "Pinche Chucho, monta a las viejas en un taxi y metámonos ya. Es tarde.", pensaba yo con desesperación. Pero decidieron buscar boletos a buen precio y nosotros decidimos adelantarnos de nuevo.

Llegamos a la entrada principal. Alrededor de 100 personas apretujándose; granaderos dentro del portón; un granadero controlando el flujo de acceso a fuerza de portonazos; la gente seguía amontonándose, el jaleo y los empujones crecían en intensidad. Yo con mi boleto en mano tratando de no apartarme de Joshua y Pepe. El granadero trepado sobre el portón que controlaba el flujo de entrada, no se qué discutió y la gente comenzó a empujar con mas fuerza. Gritos, mentadas de madre, insultos de toda calaña, hacías más tétrica la escena. De rondón el granadero suelta el portón; este se abre de par en par por la fuerza del populacho; comenzamos a correr; enfrente aparece un grupo de granaderos con cascos, escudos y chachiporras en semicírculo; no había hacia donde seguir corriendo; los de atrás empujaban hacia los granaderos. Yo no quería embarrarme contra un escudo, pero otros lo hacían con una pasión suicida casi religiosa; traté de echarme para atrás y dejar que otros se impactaran contra los granaderos; Joshua y Pepe hicieron lo mismo. Por obra de un milagro la valla de carabineros se abre enfrente de nosotros y echamos a correr como almas que lleva el diablo. Nos vimos las caras en la huida y comenzamos a reírnos, el miedo nos había deformado el rostro así como el alivio de no haber recibido ningún toletazo y la angustia de pensar ¿qué sigue ahora?

Seguimos corriendo hasta toparnos con una inmensa fila. Algo en nosotros nos decía "ya superamos a los carabineros, esta fila no es para nosotros" y seguimos andando. La fila engrosaba, la banda que entró a la fuerza con nostros seguía corriendo, muchos buscaban la manera de colarse sin pagar.

Llegamos a una zona de puestos y al final más granaderos, pero ya sin casos ni escudos. Igual hacían valla con el fin de revisar que no lleváramos botellas, mochilas, navajas, etc. Pero la gente rompió la ordenada fila y el empelotamiento hizo su presencia. Uno de los organizadores gritó: "¡Sólo quítenles las botellas!" y la valla de uniformados se abrió un poco más y así pudimos pasar rápido.

Seguía otro retén, pero ya con malla y sin policía. Ahí era el cateo. Pero un cateo muy tonto, si notaban algún bulto en tu pantalón se limitaban a preguntarte qué traías y te dejaban pasar. "Va a haber bastante mota adentro" especulé.

Un retén más, ahora sí pedían boletos. Seguimos andando y apareció el escenario rojo con Ely Guerra sobre él y miles de gentes congregadas. Joshua calculó cerca del millón de almas... erró por el 90%, había cien mil.... que siguen siendo un chingo.

Teníamos hambre, ganas de mear y mucha sed. El sol abrazaba con fuerza. Localizamos los baños portátiles y nos quitamos de la urgencia urinaria, y luego buscamos un puesto de tragadera con poca gente, cosa particularmente difícil por que todo estaba aperrado. No obstante corrimos con suerte al hallar un puesto de hamburgesas con poco marchantes. Sacamos algunas y por ahi pasó un señor vendiendo cheves, y completamos nuestra saciedad. Ahora sí, a disfrutar del concierto, y en particular de Ely Guerra, quien tuvo a bien mostrar, de manera involuntaria uno de sus pechos. Aquello fue un banderazo para la cantidad de tetas que vería el resto de la velada. Pero no se oye mal su música, tiene buen ruido la chica esta, hasta me he quedado con las ganas de comprar su último disco.

Una de las primicias de este Vive Latino fueron la cantidad de mujeres que fueron. Decían que en otros no hubo tantas, más bien tornillos. Es la primera vez que se ven la misma cantidad varones y féminas... lo más curioso es que hasta familias completas ví, seguramente no tuvieron una entrada tan macabra con la nuestra.

Después de Ely Guerra siguió Vicentico. Comenzamos a acercarnos al escenario para tener una mejor vista. El panzón prendió el ambiente y el slam comenzó sin tregua. En Celaya, Guanajuato y Querétaro, lugares en donde he estado en conciertos, me he unido al slam, y noté, que a diferencia del slam chilago, allá no hay ese aroma a mala leche como el que había ahí, había ganas de chingar, había ganas de madrear, había ánimo de reventarse la jeta, no asi en el slam que había vivido, más de camaradería y buena vibra. Así que junto con Pepe y Joshua la pasábamos evitando el slam que se formaba alrededor de nosotros, tratando de no separarnos para no perdernos.

Las manteadas habían comenzado temprano. Resulta que el escenario rojo, el principal, donde estarían los artistas de nombre, fue montado sobre el estado de béisbol que esta en el autódromo y había cubierto el pasto sintético con dos capas de grandes y gruesas mantas. Pero la raza es cabronas y rápido las rompió para mantear chicas. El precio de ser manteadas: descubrirse un pecho. Al principio me escandalicé, "es que nos las van a respetar", "se van a pasar de lanzas estos güeyes". Sin embargo en general esto no pasó así, no vi ningún manchado que se pasara de plantarle un beso a alguna o una nalgada a la desprevenida. Y después razoné: es un precio justo; caray el esfuerzo de mantear con esta tela tan pesada no es fácil y las chicas se divierten, ¿qué hay de malo que los chalanes reciban una retribución visual? Al fin y al cabo tetas son tetas, y les aplaudían por igual si eran melones, naranjas o huevos cocidos. Me llegó a dar más pesar el daño que recibía el pasto sintético sin las mantas que habían colocado para su protección. Ese pastillo plástico es realmente chingón.

Nunca creí decir esto, pero me cansé del olor a mota. Mi vaticinio había sido correcto y la mois corrió sin tregua. El tronadero era generalizado y por igual. No me molestaba que se las tronaran, sino que no rolaran, pero debo aceptar que tampoco me puse a pedir. Mas insisto, el olor constante y penetrante me fastidió. Así como también el tenerla tan cerca y no atascarme.

Después de Vicentico salimos un rato del escenario con la idea de buscar más cerveza y ver otros escenarios. La idílica idea de estar rolando de escenario en escenario es una chaqueta mental. La cantidad de gente impide eso. La mejor estrategia es pegarte a un escenario y olvidar el resto. Pero aún así intentamos conocer los otros dos escenarios. Uno tenía un giro más skatero y el otro más metalero. Pero en el rojo iba estar Molotov, así que había que desdeñar a las otras bandas. Mas decidimos aventurarnos y salir a recorrer las otras opciones. Escuchamos un poco de ska y caminamos en dirección opuesta para el otro escenario. La temperatura bajó como roca galileana, y la lluvia comenzó, reticente en un inicio, gorda y fría después. Yo me puse mi sudadera que había llevado y me alegré de haberla llevado, me protegió de la lluvia y del frío. Pero el clima adverso no nos detuvo en nuestra búsqueda de un oasis cervecero desolado, y nuestra porfía logró su objetivo.

Regresamos cuando escuchamos que Jarabe de palo entonaba La Flaca. La lluvia seguía con dureza. "Este gachupín es un profesional, aun con lluvia no para." La lluvia había dispersado un poco a la gente del escenario rojo y las mantas se usaron para protegerse del agua. Caminamos entre mantas e individuos hasta lleger los más cercano posible. Nos pusimos al resguardo de una manta, y estábamos bastante bien, hasta que un hijo de la chingada se trepó sobre la manta que estábamos sosteniendo, que con su peso natural más la humedad, era complicada de mantener arriba. Los que estábamos bajo esa manta nos salimos y dejamos caer al pendejete que se había trepado sobre nosotros. Yo me encabroné y al verlo frente a mi, en el suelo, le tiré una buena patada sobre su muslo. Otro güey hizo lo mismo, y el chavo en el suelo se dejó ir contra el último agresor, pero no se trenzaron, se insultaron y el idiota se fue del lugar.

"Yo también le iba a dar una patada", me confesó Joshua, "Pero ya cuando vi que se la habías dado tu, sólo me puse a esperar los madrazos si el güey se dejaba ir contra ti..." Cuando me dijo esto caí en cuenta que había pateado a un cristiano, y era la primera vez que lo hacía, al menos con esa saña y esa fuerza. Me avergoncé de mi mismo.

En ese momento la lluvia había escampado y Jarabe seguía tocando. Había que retomar la buena vibra.

"Y si quieres más pues ¡grita!" coreaba todo el público. Yo brincaba y cantaba a todo pulmón. Atrás de nosotros se había parado un grupito, y justo atrás de mi una chica de ojos verdes, a quién sonreí y me devolvió la sonrisa. Rolas después siento algo chistoso en el culo, y luego risitas nerviosas atrás de mi, para luego una vocesilla diciendo: "pero si ni tiene...". Confirmado, me habían nalgeado. Cuando un hombre le agarra el culo a una mujer, esta lo cachetea, pero si una mujer te agarra el culo, tienes que platicar con ella. Y así lo hice. Jarabe había terminado y no sabíamos quién seguía. Se repartían los programas a la entrada del concierto, pero en nuestra entrada triunfal, fue imposible tomar uno. Asi que en la plática, le pregunté al chica de ojos verdes qué grupo seguía, sacó su programa y nos dijo: "Pericos... ¿qué no tienen programa?", "No" contesté "nuestro acceso al foro estuvo medio macabro y no tuvimos oportunidad", "¿acaso fueron de los que entraron sin boleto?", "No" repuse mostrándole el mio "pero fue un momento bastante atemorizante", "Bien, te regalo el mio, nostros traemos varios", "Muchísimas gracias", "Hasta luego"... Gracias a mis nalgas habíamos conseguido un programa.

No nos interesaba Pericos así que fuimos por otro cargamento de cerveza. Con la lluvia escampada el viento frío era más intolerable. Otra vez nos encaminamos al escenario metalero donde habíamos hallado el oasis desolado. Ahi nos volvimos a encontrar a las hermanas, a Chucho y a Neneque. Había encontrando boletos a buen precio por unos pobres güeyes que habían dejado plantados. Las chicas, cuyos atuendos eran bastante primaverales, se aterían de frío. Otro detalle más, la lluvia había convertido el lugar en un antro de playeras mojadas involuntarias. Pero Pepe, galántemente, ofreció su chamarra a Adriana y yo, siendo el único que quedaba con algo caliente arriba, me obligué a ofrecerle mi sudadera a Gaby. Me quedó el orgullo de que la bonita se quedara con mi sudadera. Pero ahora el frío me aterió a mi. Hasta me costo trabajo apurar la cerveza.

Regresamos al escenario skato. Teníamos la intención de ver al Cártel de Santa, pero se habían atrasado en la agenda y seguía un grupo jamaiquino con un ska bastante digerible que se prestaba al buen baile. Decidimos esperar a que llegara el Cártel para luego regresar con Molotov. Pero después de los Skatalites seguían Los de Abajo y la hora de Molotov según el programa se acercaba. Desistimos de esperar al Cártel y nos regresamos al foro rojo para esperar a los Molotos.

Notamos la existencia de una moda que emula los atuendos sesenteros y setenteros en México, como estudiantes del Poli en el 68: zapato negro de charol, pantalones caqui, camisas a cuadros, chalecos cafés y anteojos gruesos de pasta. Otros más pachucos con corbatas y sombreros, y la fauna seguía así, en cambios de tonalidad en forma de gradiente.

Al regresar los Babasónicos estaban ejecutando su repertorio. ¡Qué basura! Música tonta con letras peores. No sentamos en el pasto sintético descubierto, ya seco, ha platicar y descansar. Me senté junto a Gaby, y platicamos entre todos, coreamos rolas de Molotov, nos albureábamos, aplaudíamos a los culos bonitos que pasaban cerca, discutimos sobre la marihuana, y yo pensaba: "¡caray! qué chica tan agradable es esta Gaby". Gaby se quejaba de que su blusa estaba muy húmeda y que le molestaba y pesaba, "pues quítatela" le dijo Chucho, "y quédate con la sudadera arriba si a Víctor no le molesta...", "en lo absoluto" repliqué. Así que hizo su acto malabárico para quitarse la blusa con la sudadera encima.

Molotov apareció en el procenio. Nos levantamos y nos acercamos. ¡Guau! Molotov es una gran banda. Abrió con "Puto" y la raza se alivianó chido. Ya no intentamos acercarnos más, ya que donde estábamos se oía bastante bien, y la pantalla gigante nos mostraba los detalles. Luego siguieron rolas de su último disco, junto con otras del anterior. Echaron palomazo con los viejos integrantes de los Amantes de Lola al tocar "Mamá" y otro palomazo más con Botellita de Jeréz con su rola de Adicto. Cerraron magistralmente con "Mátate Teté" y "Chinga tu madre".

Cantamos, brincamos, coreamos, todo un despliegue de energía bárbaro, a pesar que llevábamos más de seis horas de ajetreo constante.

Seguía Moderatto. Debo aceptar que yo no tenía entusiasmo por verlos, y me parecía mejor idea ir a ver a la Lupita o los de Machu, pero Pepe y Chucho son fanáticos de Moderatto y, no sólo nos quedamos, sino que nos acercamos más al escenario.

Moderatto en vivo son otro pedo. Se han ganado un fanático conmigo. Amadeus Moderatto bajó desde el techo del escenario, hubo fuegos artificiales, las ropas del viejo metal, sus constantes gritos de "¡detector de metal!"; su capacidad de mamarse una botella de tequila durante su corta presentación; sus rolas mamonas con rifs que terminas coreando: Don't cry, Paradise City; su letras impunemente estúpidas y ochenteras; el Amadeus corriendo de un lado al otro, su base de micrófono con tiras de telas como Steve Tayler; su destrucción del escenario; una burla totalmente seria de todo el metal y todo el pop de hace veinte años. Son la neta. ¡Demasiado pesado para una sola mano!

¡Detector de metal! Cuando tocaron la de "Suéltate el pelo" de Hombres G, con la melodía de "I was made for loving you" de Kiss, solicitaron que las damas agitaran en el aire sus sostenes, y muchas así lo hicieron. Otra más, que fue enfocada por la pantalla gigante, mostró todo el chichero y otro enfoque más fue de una par de chicas besándose con pasión y lujuria. Pensé "Señor, ¿acaso estoy en el paraíso?". Esto es verdaderamente el rocanrrol.

Pero cerraron con maestría, con elegancia e ímpetu: Sacaron unas perrústicas vestidas de policías, jugando la charada de que la ley detenía a Amadeus por faltas a la moral. Y tocaron "Dame un beso, no, no" de Yuri mientras las suripantas se quitaban la ropa. ¡Pero qué pedazos de mujer eran aquellas¡ Definitivamente eran bailarinas exóticas profesionales. Y se embarraban entre ellas y los músicos. No se quitaron el calzón, salvo una, la más alocada y guapa, que traía una diminuta tanga y se la jaloneaba lúdicamente.

Cuando estaba en la prepa siempre fantaseé con un concierto así. Tuve infinidad de ensoñaciones febriles donde tenía una banda de rock y en un concierto subía a unas perrústicas para el morbo y disfrute vouyerista del público.

Y se despidieron destrozando sus instrumentos, el escenario, las bocinas y todo cuando hallaban a su paso.

Y estábamos ya realmente muy cansados, ateridos, con calambres en los pies, sin voz, con la vista nublada. Seguía tocando La Casta y la Lupita. Ya no podíamos más. Vámonos, ya son las dos de la mañana.

Gaby se quedó con mi sudadera, jurando que me la devolvería al día siguiente, al fin y al cabo es vecina de Joshua, y yo me iba a dormir al departamento de los papás de Joshua.

Al día siguiente, ya levantados y bebiendo expreso, comentando las anécdotas del concierto, criticando la forma en que se manejó la entrada y las buenas estupideces de Moderatto, le comenté a Joshua lo atractiva que me pareció Gaby, lo buen pedo, lo abierta, lo tolerante, su gusto musical... "Güey...", me interrumpe, "¡Tiene quince años!"... ¡Verga! aún huele a mini (ministerio público) y trae un auto (de formal prisión).

Ya pasaba del medio día, Joshua tenía que irse a ver a Bubu, y yo quería regresarme a mi querida Cuernavaca. Le pedí a Joshua que velara por mi sudadera y tomamos la ruta y luego nos separamos en el metro Hidalgo.

En el camión de regreso tuve que soplarme de nuevo el bodrio de "Crossroads"... ¡Mierda!