The Warning: Rock con ética calvinista del trabajo

Conocí a The Warning, la banda Rock compuesta por las hermanas Villarreal Vélez, originarias de Monterrey, cuando, en diciembre del año pasado, Tomás compartió la liga a su canción CHOKE en Spotify, en el grupo de WhatsApp de los viejos amigos de la preparatoria. Me gustó y busqué algo más de ellas; y, como dirían sus seguidores, I got warned. A manera de prolepsis, ellas son mi actual obsesión, en particular por la mística que las rodea, y además ya tengo entradas para su concierto de abril, en Barcelona.

The Warning

The Warning. Daniela, Paulina y Alejandra Villarreal Vélez (origen).

Me gusta su música, pero, para mi propia extrañeza, he desarrollado mi gusto con las reacciones a esta en YouTube. Si no están familiarizados, hay personas que suben (y monetizan) vídeos de ellos mismos viendo y comentando vídeos. Pueden reaccionar a vídeos musicales o de cualquier otro tipo. Según leo, el éxito de estos reaccionadores bien se podría deber a las neuronas espejo, que producen una gratificación similar al observar a otros disfrutar de cierta actividad. Es decir, la quintaesencia de todos los productos audiovisuales. Disfruto, en particular, los vídeos en donde reaccionan por primera vez a la banda. Es como si reviviera esa primera escucha, la sorpresa del descubrimiento. Suena a fetiche. Y seguro que lo es.

Pero existe otro fenómeno que retroalimenta al primero: los seguidores de la banda, que se hacen llamar a ellos mismos The Warning Army o simplemente TWA, supongo que en alusión a la Kiss Army. Estos comentan profusamente a los reaccionadores, desde con cálidas bienvenidas al army, hasta detalladas biografías de la banda; amabilidad y sana camaradería que invita, a los reaccioandores, a seguir emitiendo más vídeos comentados de The Warning, generando un circuito de retroalimentación, cuyo impulso inicial es, claro, la música y el contenido que la banda publica en sus redes sociales.

Tengo que explicitar, para quienes no las han escuchado, que la mayoría de sus temas originales son en inglés, por lo que su base de seguidores es a nivel mundial desde un inicio. La gran mayoría de los reaccionadores angloparlantes se muestran sorprendidos al ver que se trata de una muy buena banda de Rock (casi heavy metal), compuesta por mujeres muy jóvenes, hermanas entre sí, originarias de México. Lo que, personalmente, me deja un grato regusto a orgullo patrio.

Me parecen claras dos categorías en sus reaccionadores más entusiastas: mujeres y adultos mayores. Las primeras manifiestan sentirse, hasta cierto punto, representadas y reivindicadas por las hermanas; así como contentas del papel de las mujeres en la escena del Rock contemporáneo, como la canadiense ashlena. Pero los que más me sorprendieron fueron los de la segunda categoría, como Rock and Roll Relic, personas que vivieron la escena del Rock en la década de los 70s, que el desarrollo ulterior del género les dejó, más que nada, una larga estela de decepción, y que, con The Warning, sienten una recuperación de aquella perdida emoción, con sus riffs de guitarra, ataques agresivos de batería y un bajo sólido. Pero también hay otro componente, el sentimiento paternal de protección hacia ellas. No sólo por los reaccionadores, sino también por otras personas mayores que comentan sus vídeos y comparten esta misma emoción. Como si las hermanas Villarreal fueran sus propias hijas, nietas o sobrinas, a las que ellos han pasado la estafeta del Rock, como dignas continuadoras del género. Una gran familia de la que ellos participan.

Pero estas expresiones de afecto no son por generación espontánea. Al contrario, son producto de una estrategia de mercadotecnia completamente innovadora: honestidad y trabajo duro. A eso me refiero con su mística. Rechazo, por demás, el cinismo postmoderno de presuponer un engaño en ello.

En sus redes sociales, la banda ofrece una mirada en primera persona, tanto de ellas como de las personas que forman parte de la banda, aunque no estén sobre el escenario. Su imagen es, más que de una banda, como de una familia entusiasta del Rock, pero exenta de su parafernalia y excentricidad; sin excesos, ni altanería; sin impostura ni hipersexualización o sobre-artificiosas. Son tres hermanas entregadas con disciplina a su arte, y el grupo de trabajo tras ellas, igualmente convencidos del proyecto. Tres entrevistas me parecen evidenciar esto: A su manager, Rudy Joffroy; a su ingeniero de audio, Lalo Plaza; y la que les hace Allison Hagendorf a las hermanas.




Una de mis grandes frustraciones adolescentes (de tantas) fue no haber alineado en una banda de Rock. La mayoría de mis amigos de la preparatoria formaron bandas y tocaron ante público. Yo hube de limitarme a ser grouppie. Durante los noventa: Guns N' Roses y Metallica eran el epítome del Rock; Nirvana y Soundgarden eran el nuevo modelo estético. En los ensayos mis amigos se limitaban a tocar un par de horas por semana, para sacar versiones mientras compartíamos cervezas y charla. Lejos, muy lejos, estaban la disciplina y el compromiso. Era un pasatiempo sin ninguna apuesta. Para contento de sus padres, que no compartían la ilusión de un hijo rockero. La tríada sexo, drogas y rock and roll, eran, a fin de cuentas, el horizonte esperado, para bien o para mal. La violencia de Axl Rose, las adicciones depresivas de Kurt Cobain, la hipersexualidad de Tommy Lee, constituían la esencia del Rock. Para nosotros, su música era un mero reflejo de su disipado estilo de vida.

Creo que nunca sostuve un compromiso existencial hacia un proyecto hasta Igalia. No lo tuve porque nunca supe cómo. Mis pasatiempos eran solamente eso, algo para pasar el rato. Con algo de disciplina, pero no mucha; con algo de entrega, pero sin pasarse. Al mar sólo hasta las rodillas. No fue sino hasta que atestigüé la pasión con que mis colegas abrazan sus iniciativas, que entendí que sin el sacrificio de otras prioridades, un proyecto no llega a ninguna parte; a lo más, se mantiene a mediocremente a flote.

Ahora, con The Warning, veo esto mismo que comprendí tardíamente, pero con el Rock. Lo que resulta en apariencia paradójico: la saludable entrega y el disciplinado trabajo duro son opuestos a lo que la vida de un rockero exhibía.

Los regiomontanos tienen fama de ufanarse, tóxicamente, por su ética del trabajo; lo que acompasa bien con lo que The Warning, también regiomontanas, transmite: la idea de que el trabajo diligente es un valor en sí mismo, una virtud (que no lo es, pero su crítica no es mi propósito ahora). Esta ética es muy cercana a la ética protestante del trabajo, que Max Weber asocia con el desarrollo del capitalismo moderno, donde la salvación divina podría tornar visible únicamente con trabajo, disciplina y frugalidad; reproduciendo así la fantasía hipócrita de la acumulación originaria capitalista. Esto hace clic con la mentalidad norteamericana, construida sobre este mito fundacional, sobre todo en generaciones previas, cuando la cabal comprensión de que el trabajo asalariado solamente es alienante, aún no resultaba evidente. Así, The Warning, sustenta y explica su éxito con base a una ética del trabajo, y no únicamente al derroche de talento.

En un mundo donde lo retro, la nostalgia reaccionaria, desespera por regresar, The Warning representa este retorno de los viejos valores de Rock, aunque revalorizados. El Rock de los 70s, ahora con signo femenino; oscuro y furioso, pero sin drogas ni sexo desbocado; llenan el escenario de rabiosa energía y vitalidad, ganándose a un público volcado, mientras que fuera, se muestran modestas, accesibles, despertando ternura. La tríada se trastoca en unión, disciplina y rock and roll. Además, este género musical, hegemónico por excelencia, no surge ya de la centralidad socioeconómica, sino más bien desde la periferia, la otredad y lo subalterno, pero a través del mismo idioma imperial. Es decir, de cierta manera hay un retorno al origen, la música de los esclavos.

Dice Tronti, en su ensayo Política, historia, Siglo XX:

Desde entonces [los años sesentas] sólo ha habido una revolución seria, que es la de las mujeres: el único caso de un movimiento que ha aportado pensamiento. Y que ha desplazado relaciones, ha cambiado las leyes, ha trastocado el sentido común, ha destruido el buen sentido. Y ello porque venía de lejos.

The Warning es Rock, contestatario y caótico, construido desde una ética cuasi-calvinista del trabajo, que asegura que su éxito se debe su diligencia. La estrafalaria imagen típica del rockero es reemplazada por sobriedad. La imagen no supera a la música, que recupera su posición en la escena. Rock que no invade el estilo de vida de sus artesanos. Artesanos que recuperan su arte.

Todo lo anterior me sugiere que The Warning es la praxis de una superación hegeliana de la instauración del estado anterior de las cosas (reacción), subsumida a la renovación crítica y revalorización de todos los valores (revolución). Lo que ciertamente me encanta y sigo pendiente.

¿Mi canción favorita hasta ahora? Dust to dust.