4 December, 4:28pm

Estaba revisando antiguas entradas de este espacio, tan trivial e insulso como mi vida. ¡Qué más podría esperarse!

Pero me dieron ánimos de volver a escribir sin tener nada especial que decir. Maldita sea la hora que inoculé en mi la idea de que debía tener algo "importante" que decir para expresarlo.

De pronto en la vida te rodeas con gente tremendamente capaz, y terminas elevando el listón de tus exigencias, eliminando por completo tu espontaneidad, extirpando la diversión que el objeto de tu pasión ofrecía. Pero uno tiene que encajar, demostrarles que eres como ellos. ¡A la mierda! No soy uno de ellos y debería estar orgulloso de eso.

Yo soy uno como yo y punto. Si llegamos al final del camino, al menos tendré el decoro de no haberme traicionado. Siempre habrá un lugar abigarrado de montañas, volcanes y valles esperándome.

Este año ha sido recorrer una ciénaga cuyo fango me ha cubierto hasta las narices. Y debo hacer algo para salir de ella. Debo cambiar estrategias, modificar conductas, pero ante todo reconocer que primero estoy yo y luego estoy yo. Que todo golpe de timón es para que mi barco navegue por cielos más azules. Los buques ajenos que tengan suerte. Finalmente, si yo estoy bien, la gente que me rodea también lo estará.

Pero basta de peroratas siniestras. Este vinillo Mencía sabe a gloria. He abandonado los Rioja por las cosechas locales y ha sido un gran acierto.

Estoy volviendo a leer El túnel, de Sábato, para el taller literario. Fue reencontrarme con mi viejo yo. Tanto método, tanto discurso, tanta madurez, me están pudriendo.

¿Recuerdan a la persona de Agrado en "Todo sobre mi madre"? Por momentos me siento así: deformando mi cuerpo, mi ser, con tal de "agradar" a esos imponentes jueces que dictarán mi destino. Ni jueces, ni leches. ¡A vivir!

Ah. Mi objetivo de esta entrada era simplemente mencionar que ayer vi la película de Some Voices y que me entristeció. Como me gusta el cine del Fórum Metropolitano.