Espontaneidad y miedo

Nuestros miedos, nuestros demonios:

[..] En cuanto te retraes para protegerte, dejas de lado tu primera espontaneidad y queda grabada sobre la piel la señal, el sello del miedo. A partir de ahí es difícil que los otros lleguen a conocerte, porque nunca te muestras por entero, [..] el disimulo de ese miedo se convierte en parte de tu identidad.

Con quienes más practicas ese disimulo es precisamente con las personas a quienes tienes más cerca [..] Te has mostrado a trozos, a fragmentos, [..] la totalidad te asusta, no puedes abarcarla, no sabes qué forma, qué aspecto tiene. Te gustaría que alguien se encargara de recoger de aquí y de allá todos los pedazos desperdigados y los uniera, casi sin tu ayuda, estando tú absolutamente quieta, porque ya no puedes más, no quieres hacer más. Que juntara los fragmentos como le viniera en gana [..] puesto que tú ya no quieres esforzarte, lo dejarías todo en sus manos, ése es el ideal, la profunda aspiración.

—Soledad Puértolas (Mi amor en vano)