Una semana en la monstruopolis

El miércoles pasado me fui al Distrito Federal. El objetivo era ir al concierto de U2 y el cumpleaños de Jacqueline. Si pudiera resumir en una palabra la semana yo diría que fumar. Sí, fumar y fumar y fumar. Acabo de regresar, estoy cansado, pero haré un esfuerzo extra por recorrer los días pasados.

Miércoles

Llegué a la central norte por ahí de las 3pm y monté el metro para desplazarme a la Taxqueña y encontrar a Joshua ahí a las 5pm. Puntualmente nos encontramos frente a la taquilla de los Pullman. Me indicó que ruta tomar que lo deja frente a su departamento. Pasando Villacoapa, en la frontera entre la delegación Coyoacán y Tlalpan. El trayecto en la ruta entre Taxqueña y su edificio de departamentos fue de 20 minutos aproximadamente. Me sorprendí por lo pijo de su piso: yo esperaba habitaciones vacías, apenas una cama y a lo más una nevera. Pero fue toda una sorpresa encontrar una decoración minimalista, con una combinación color perla y madera, televisión, minicomponente, cuadros en las paredes. Todo un yuppi. Bebimos un poco de tinto y compartimos una cerveza. Joshua se fue al concierto de U2 (él fue a ambas fechas) y yo me quedé viendo la tele.

Obviamente Joshua no podía llegar sin despertarme para platicarme lo chido del concierto. Aunque debo de alegar en su defensa que no me dio detalles para no aguarme mi concierto.

Jueves

Yo, bien lindo, me desperté a las 6:30 am, pues tenía que trasladarme desde el depto de Joshua, más allá de Villacoapa en el sur, hasta el Hipódromo, en el Centro Banamex, en el noroeste. Tomé la ruta a Taxqueña para de ahi montar el metro hasta Tacuba. La ruta, que normalmente hace de 10 a 20 minutos, hizo ¡UNA HORA! Méndigo tráfico del carajo. Tenía que estar en Centro Banamex a las 8 am. Cuando finalmente llegué a Taxqueña eran las 7:45 am. Tomé el metro y luego un taxi. Arribé a mi destino hasta las 9am.

En el Centro Banamex y entré a la conferencia de Ariel, el patrón de la chamba, ya casi terminando. Sólo escuché la participación de Damog, y la sesión de preguntas y respuestas con John "the maddog". Saludé a Ariel, a Damog, y Ariel me presentó a un tal Roger Vieira. Nos fuimos a desayunar al Sanborns, Roger, Ariel y yo. En el Sanborns Roger se encontró con un empleado suyo y tomamos una mesa. ¿Qué puedo decir? Roger me cayó en la punta del hígado: primero se presentó como un programador "Senior" sobre la plataforma dotNet de Microsoft. Así que le empecé a hacer algunos cuestionamientos honestos, declarándose al siguiente instante empresario, para después quedar como vendedor, pero, eso sí, muy hábil y con mucha lana. Después de mucho esperar unas enchiladas suizas y comerlas, me harté de su soberbia y presunción, por lo que me disculpé y me retiré.

Ese mismo día había una charla con Miguel de Icaza en el Linux World, que se desarrollaba en el mismo Centro Banamex. Lo pensé un momento, pero por el concierto se volvía mucho correr y además no tenía mucho ánimo de escuchar el mismo choro de siempre. Me regresé.

De vuelta me bajé en el Galerías Coapa y ahí comí. Regresé caminando al piso. En el piso me encontré con Joshua a quien no esperaba sino hasta las 5pm que regresaba de trabajar. No fue. El tráfico era tan pesado que no pudo llegar a tiempo, y en su chamba el retraso equivale a perder el día, así que lo perdió olímpicamente echado en su cama.

Fuimos por unas cheves, me puse de acuerdo con mi hermano, que venía con unos amigos del trabajo, de vernos en los torniquetes del estado Azteca, y salimos a nuestro encuentro con el destino. Antes de salir, Joshua puso una versión de "wild thing" simplemente deliciosa: metalera, convirtiendo una canción de amor y pasión, a una canción de despecho y denuesto. Espléndida.

Todo fue fácil y rápido, tanto encontrarme con mi hermano, como llegar a nuestros asientos.

Sobre el concierto... me gustó, a pesar del sonido y de lo ilógico del fijado del precio del boleto. El espectáculo es bueno, sorprendente, sus mejores y más populares canciones, buen dominio del escenario, y un loable esfuerzo por incluir la idiosincrasia mexicana en su mamotreto. Sin embargo a mi me dejó un resabio mercadológico. Tengo la impresión de que U2 se quiere vender como la banda de rock que abandera "la buena globalización", la que integra a los pueblos, que promueve la tolerancia y el respeto mutuo. Demasiado ambicioso para una banda de rock, aunque debo admitir que su CoeXisT me emocionó mucho.

Varia gente me pregunta qué me pareció el concierto, la mayoría de ellos fanáticos del grupo, y francamente no hallo qué responderles. Veo en sus miradas la exitación de encontrar a alguien con quien compartir su gran experiencia humana y no se qué contestarles. Tampoco me interesa que me narren su apoteosis o su epifanía. Así que me limito a contestar: "estuvo bien..." y evito la conversación posterior.

Tal vez lo más sorprendente de todo el concierto, fue haberme encontrado con tres conocidos en aquel maremagnum de individuos. Me topé con Chuy, Panky y Arturo (el killer de Eden). Eso sí que fue increíble. Hasta Joshua me dijo: "coño, los celayenses traen detector integrado para localizarse entre sí".

Mi hermano se encontró con sus compañeros del trabajo. Se regresarían a Querétaro esa misma noche. Joshua y yo caminamos por la mitad de Calzada de Tlalpan para después parar a un taxi.

Viernes

Josué ya había pedido el viernes libre, y cumplió su decisión, faltando así de nuevo. Dormimos hasta tarde. Fuimos a comer/desayunar a un puestillo de mariscos. De vuelta a la casa.

El día se fue discusiones filosóficas, políticas, históricas y otras veleidades. Por la tarde nos decantamos por ir al cine en la noche. La intención era ver La pantera rosa, pero al final entramos a ver Munich. Buena película... a secas.

Sábado

Otra mañana más de fiaca. La variante ahora fue que cocinamos. Acepté la responsabilidad de hacer el platillo fuerte y me saqué de la manga un filete de pescado a la pseudo-vizcaína. No salió tan mal y comimos hasta saciar. Dejamos transcurrir la tarde escuchando a Joaquín Sabina.

Por la noche el plan era ir a algún lado con Jackie a echar unos tragos. Decidimos ir al Hijo del Cuervo en Coyoacán. La otra variante fue que nos acompañó Esther, la presunta amigovia de Josué. Me agradó desde el primer instante. Es de esas personas que se ríen de todas tus pendejadas, y esas personas en principio caen muy bien. Siempre me he preguntado si esa es una estrategia consciente. Francamente yo sospecho de esas personas, porque después de un tiempo de celebrarte tus babosadas, empiezan a fastidiar. Pero en este caso no fue así, es una chava muy alivianada. Agradable en una palabra. Por otro lado, debo subrayar que se ofreció a ser nuestro chofer en más de una ocasión posterior y eso se debe de agradecer.

Después de un buen rato perdido buscando dónde estacionar la nave, finalmente nos encontramos con Jackie. Esther bebió una limonada; Jackie una margarita; Josué y yo 4 jarras de cerveza oscura de barril. Jackie no dijo prácticamente nada, se limitó a corregir nuestras errores de dicción, pronunciación o de cultura; Esther se rió y compartió varios comentarios amenos; Joshua y yo corrimos con la responsabilidad de animar la velada.

Mientras degustábamos la cerveza y conversábamos con el mayor contento, llegaron un grupo bastante numeroso de individuos, metidos en chamarras con las siglas AFI, todos con tremendas pistolas en las caderas, hombres y mujeres. Uno se aproximó a nosotros: "Saquen todo lo que traigan en sus bolsas los hombres y las mujeres pongan sobre la mesa sus bolsos". Así lo hicimos. El hombre armado revisó la identificación de Joshua y la mía. A él le preguntó en qué trabaja y a mi la razón de mi estancia en el DF. Después pasó una mujer y esculcó con descuido las bolsas de Jackie y Esther, sin preguntarles nada. Fue algo realmente extraño y hasta intimidante. Se presta a muchas sospechas: ¿estarían buscando a alguien en específico?

A las 3 am regresamos a casa, dejando previamente a Jackie en el departamento donde vive con su abuelita.

Domingo

Joshua nos había pedido, a Esther y a mi, que lo acompañáramos a su juego de béisbol. El partido era en una cancha hasta el norte del DF. Esther de nuevo se ofreció a llevarnos. Yo esperaba morir de aburrimiento.

No morí de aburrimiento, todo lo contrario. Vi en el equipo de Joshua camaradería, apoyo, pasión por el juego, las familias apoyando a sus pajeras e hijos. Algo que sentí faltó en mi infancia, que mis papás me apoyaran en alguna actividad de exteriores, en comunidad. Hasta llegué a tener ese oscuro y terrible pensamiento de: "si llego a tener hijos, me gustaría que..."

Las entradas pasaron, el juego se puso interesante y finalmente los Stakas, el equipo donde juega Josué, le ganó a un equipo al cual nunca habían podido ganarle, a un equipo mejor equipado, con jugadores semiprofesionales y entrenados. Todo un logro.

El juego fue de medio día hasta las cuatro de la tarde, cuando a las cinco habíamos quedado de vernos con Jackie y Bubu en un restaurante francés en Insurgentes Sur. Rápido fuimos a la casa, nos bañamos, y de nuevo, Esther se apuntó con el carro.

Llegamos bastante tarde, ya no sólo no nos habían esperado, sino que ya habían comido Jackie, Bubu y dos amigas de ellas más. Nosotros nos acomodamos, ordenamos unas crepas saladas y unas cervezas. El lugar era bastante fancy y algo cariñosón. Ahí vimos en una mesa contigua a Anabel Ochoa, la sexóloga que aparece en TV con los dientes frontales separados y acento gachupín. Con ella iba una chica muy delgada y atractiva, que dijeron, era su hija.

La velada, a excepción de las conversaciones de Esther, Josué o mías, tendió más al agüite. Tal vez el cansancio de la víspera había menguado nuestras fuerzas. Tanto Jackie como Josué habían ido a las dos fechas de U2, Bubu había volado de vuelta de Monterrey, y las otras dos chicas... son adventistas (no se qué tenga que ver, pero lo son). A la salida, pude apreciar la nueva nave de Jackie, no sabía que existía hasta ese instante.

Lunes

Me despedí de Joshua. Había acordado el día anterior encontrarme con Eitan Goldin en las oficinas de MCM, las que estaban en Lomas de Chapultepec.

De nuevo me levanté a la 6:30 am, tomé mi valija y subí a la ruta. Ahora sí hizo 30 min para llegar a Taxqueña. Estaba feliz. Pero estúpidamente me bajé en Chabacano para tomar la línea a Tacubaya y de ahí subir a Polanco. ¡Qué horrible es subir a un metro en hora pico! Gente empujándose, vagones a reventar, tensión en el ambiente. Me senté a esperar que la aglomeración terminara. No fue así. Cada vez llegaba más gente de la que se iba. Decidí que fue una equivocación y volví a la línea 3 hasta Tacuba y luego bajar a Polanco. El transbordo de Tacuba también fue bastante desgastante. Mucha gente arrugaba sus hipócritas sacos y trajes sastre, para entrar a punta codazos al vagón del metro.

Una vez en la estación de Polanco, hize cola para subir a un Taxi que me llevó a las oficinas de MCM. Ahí me encontré con Eitan, a quien vi trabajar el resto de día con el nuevo equipo para la siguiente versión de la plataforma de tarjetas prepagadas de Ipsobox: Dos servidores Dell y un ruteador Cisco. Todo un día en un site, bastante profesional, con medidas de seguridad y toda la cosa.

Eitan es un empleado de MailVision, que es una empresa de Israel que se especializa en VoIP con SIP, y Eitan vino desde Israel a terminar la instalación y hacer la capacitación del sistema. Un tipo muy ameno. Todas mis dudas sobre el judaísmo, el conflicto palestino-israelí y demás morbosidades han tenido salida en nuestras conversaciones.

Como terminó el día y no así la instalación, decidimos quedarnos un día más y ahora yo dormiría en el mismo hotel que Ipsobox le había reservado: un hotel muy pijo en la Zona Rosa.

Martes

Básicamente fue le viaje de regreso hasta Irapuato, donde dejé sano y salvo a Eitan en su hotel y yo me regresé a Celaya.

Ya es tarde, quiero dormir. Aún faltaron cosas de narrar, pero creo que lo importante ya está aquí. Disculpen las faltas gramaticales, no he revisado esto antes de publicarlo.