Realismo capitalista

Toda lectura guarda tras de sí otra historia: la epopeya del texto para llegar al lector, las sendas que tuvo que recorrer para atrapar sus ojos. Este es el recorrido del libro de Mark Fisher, Capitalist Realism, para llegar a mi.

Hace tiempo me aficioné a ver vídeos en YouTube sobre filosofía. Me pongo los audífonos y reproduzco los vídeos como música de fondo mientras trabajo o hago las tareas domésticas. Si uno me atrapa, entonces me hago un espacio para verlo de nuevo con atención. Mis canales favoritos son:

Al ser el vídeo un medio de fácil consumo, me encuentro frecuentemente sin material nuevo que escuchar, así que ando constantemente en búsqueda de canales, aunque no me quede en ellos como habitual. Fue en estas exploraciones, a mediados del año pasado, cuando descubrí el canal de la editorial Zero Books. Para ser precisos, primero conocí el canal y después supe que se trataba de una editorial.

El canal de Zero Books publica vídeos con asiduidad, analizando y debatiendo diversos temas dentro del marxismo y la teoría crítica, con invitados de la talla de Slavoj Zizek, o cápsulas de Ben Burgis sobre los típicos argumentos de los auto-proclamados anti-marxistas. Además, en mis canales favoritos, fuera de Mexie, una youtuber canadiense, carecía de fuentes sobre marxismo anglosajón, y Zero Books vino a cubrir, convenientemente, dicha ausencia.

En Zero Books parten de un manifiesto, del cual traduzco un fragmento:

El mundo moderno está en un impasse. Los desastres recorren las pantallas de nuestros móviles, y estamos invitados al "me gusta", "seguir" o "apoyar", pero el pensamiento crítico es cada vez más difícil de encontrar. En lugar de conectarnos en la lucha común y el debate, Internet ha acelerado y profundizado un largo proceso de alienación y atomización.

Hace unos meses viajé a Edimburgo y allí me comentaron sobre una librería radical a la que visité tan pronto como me fue posible. Mi intención no era comprar nada, sólo curiosear, sin embargo, al toparme con los títulos de Zero Books, mi determinación flaqueó. Inicialmente pregunté por Kill all normies, que por aquellos días estaba en todas las discusiones, pero respondieron que se les había agotado, y así, mi segunda opción fue Capitalist Realism, el primer título publicado por la editorial, cuyo autor, Mark Fisher, si entiendo correctamente, fue uno de los fundadores, o al menos es su faro ideológico.

Mark Fisher en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona

Mark Fisher en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, 2011 (fuente)

Capitalist realism es un libro breve, ochenta páginas, mas de una densidad que reclama dicha extensión. Fisher hecha mano de productos culturales masivos, como las películas de Hollywood, para evidenciar las características de nuestra sociedad, la del capitalismo tardío. Películas como Children of Men, Wall-E, Heat, Memento, la serie de televisión británica Supernanny, y otras más, son hilvanadas de manera que, con la ayuda de los grandes filósofos como Marx, Nietzsche, Deleuze, etcétera, se visibilizan los dispositivos ideológicos que usa el capitalismo actual, como sistema totalitario de organización social, para convencernos de que éste conforma la realidad, define "lo natural" y es el único medio de "salvación" (camino, verdad y vida).

Lo que más disfruté del libro son las derivas a las que me conducía, ya que las ideas contenidas en sus frases no se limitan a su comunicación, son chispas que producen nuevas sinapsis en el lector. La tarde que terminé el libro, en un bar-librería que abrieron cerca de casa, inundé mi muro de Facebook con las notas que mi lectura desencadenaba.

Nueve capítulos cuyos títulos e ideas generales son (la traducción, repito, es mía):

  1. Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo

    El capitalismo se ha convertido en El horizonte de la humanidad, imbricándose en la producción de nuestros deseos.

Capitalismo es lo que queda cuando las creencias han colapsado al nivel de rito o elaboración simbólica, y todo lo que queda es el consumidor-espectador caminando fatigosamente entre las ruinas y las reliquias.

Sin embargo este cambio de la creencia a la estética, del compromiso a mero espectador, se aprecia como unas de las virtudes del realismo capitalista […]

—Páginas 4 y 5

  1. ¿Qué tal si organizas una protesta y todos vienen?

    El capitalismo ha desmantelado todo activismo que busque la toma del poder para hacer un cambio en el corazón del sistema. Ahora sólo es buenrollismo, conmover a los consumidores con espectáculos.

Reclamar una agencia política real significa primero que nada aceptar nuestra inserción a nivel de deseo en la despiadada trituradora del Capital […]

—Página 15

  1. Capitalismo y lo Real

    El capitalismo constituye la realidad ya que es ideología naturalizada, la atmósfera productiva (la cultural inclusive). Sus fetiches, como la promesa de modernidad y de crecimiento eterno, nos impiden ver sus horribles consecuencias: el florecimiento de las enfermedades mentales y el ecocidio absoluto.

Para Lacan lo Real es aquello que cualquier 'realidad' debe suprimir.

—Página 18

  1. Impotencia reflexiva, inmobilización y comunismo liberal

    La rebeldía se ha despolitizado y se ha convertido en patología. El estado psicológico de la juventud es la depresión hedónica: satisfacer los placeres es lo único permitido. Esta patologización es posible debido al cambio de la sociedad disciplinaria a la de control, a la privatización educativa y la industria farmacéutica.

Paga por tu propia explotación, la lógica insiste; endéudate para que puedas conseguir el mismo McEmpleo que pudiste obtener si hubieras abandonado la escuela a los dieciséis…

—Página 26

  1. 6 de octubre de 1979: 'No te comprometas a nada'

    Se debe aprender a vivir en inestabilidad, precaridad, a ser flexible. Por ello es imposible el compromiso, la obligación y la honradez: ya no existe el largo plazo. Se ha desmantelado al Estado que ofrecía cierta seguridad en la vida de las personas.

La situación de la familia en el capitalismo Post-Fordista es contradictoria, precisamente en la manera esperada por el Marxismo tradicional: el capitalismo requiere de la familia (como un medio esencial para la reproducción y cuidados de la fuerza laboral […]), al mismo tiempo que la socava (negando tiempo a los padres para sus hijos, poniendo estrés intolerable en las parejas para ser la fuente exclusiva de afecto y consolación mutua).

—Página 33

  1. Todo lo sólido se disuelve en relaciones públicas (PR): Estalinismo de mercado y la anti-producción burocrática

    Las estructuras jerárquicas están obsoletas, ahora toda organización se proclama en red. Se ha sustituido al jefe por una burocracia dedicada a la supervisión y auditoría de los procesos productivos. Es una burocracia acéfala, fantasmal, que no da explicaciones, sólo castigos.

    Ya no producimos bienes para la sociedad; producimos imágenes, percepciones para los inversionistas. Esto es el estalinismo de mercado: las fuerzas productivas están dedicadas a generar impresiones de progreso y modernidad, aunque por debajo no haya más que angustia e ineficiencia. Fábricas de simbolismos, como el dinero mismo.

Lo que tenemos no es una comparación directa del desempeño o producción entre los trabajadores, sino una comparación entre la representación auditada del desempeño o producción. Inevitablemente, ocurre un cortocircuito, y el trabajo torna hacia la generación y masaje de representaciones en lugar de los objetivos oficiales del trabajo en sí.

—Página 42

  1. '… si puedes observar el solapamiento entre una realidad y la otra': realismo capitalista como ensoñación y trastornos de la memoria

    El capitalismo conforma la realidad, sin embargo lo Real persiste fuera, insoportable pero visible por las inconsistencias del discurso.

    Entonces privilegiamos lo instantáneo, el corto plazo; vivimos de manera ahistórica. Por ello somos incapaces de generar algo auténticamente nuevo, condenados a la auto-gratificación de repetirnos constantemente.

En estas condiciones de precaridad ontológica, el olvido se convierte en una estrategia adaptativa.

—Página 56

  1. 'No hay intercambio central'

    Con la obsesión del Estado mínimo y la privatización de la actividad humana, la responsabilidad ante el individuo se ha licuado: no hay nadie a quien exigirle cuentas. Las corporaciones pueden ser tan irresponsables como puedan ya que el Estado las salvará cuando quiebren. El poder radica en una nebulosa maraña de estructuras impersonales.

El genio supremo de Kafka está en haber explorado la ateología negativa propia del Capital: el centro está perdido, pero no podemos parar de buscarlo o sugerirlo. No es que no haya nada allí; es que lo que está allí no puede ser responsable.

—Página 65

  1. Super-niñera marxista

    Necesitamos un "paternalismo sin padre" y Spinoza ofrece una forma de pensar en este sentido: cuidar de nosotros y del mundo por nuestros propios intereses, sin la necesidad de un mediador (dinero) o protector (Capital o Estado).

    El pensamiento marxista, como una súper-niñera, no delinea límites, sino que visibiliza nuestros intereses, tanto como individuos y sociedad.

[…] un anti-capitalismo efectivo debe ser rival del Capital, no una reacción a él; no hay retorno posible a los territorios pre-capitalistas. El anti-capitalismo debe oponerse al globalismo del Capital es su propia y auténtica universalidad.

—Página 79

Iniciamos el conteo del año:

  1. Capitalist realism. Is there no alternative? Mark Fisher (12/26/2018 - 01/06/2019)