Tronti y elección presidencial en México

Tened en cuenta que lo que asusta a los capitalistas es la historia de los obreros, no la política de izquierdas. A la primera la enviaron con los demonios al infierno, a la segunda la recibieron en los palacios de gobierno. Y las capitalistas hay que darles miedo.

—Mario Tronti. Operaísmo y política.

Ayer voté en la elección presidencial en México, junto con las boletas para senador y gobernador de Guanajuato. En esta ocasión, el Instituto Nacional Electoral ofreció, para el voto en el extranjero, dos modalidades: la usual de voto por correo y la nueva, del Sistema de Voto Electrónico por Internet (SIVEI). Movido por la curiosidad elegí la segunda. A diferencia de lo reportado por los medios (de manera amarillista), registrarme para votar fue sencillo y sin problemas. En cuanto al SIVEI, aunque se inauguró para esta elección presidencial, no es precisamente nuevo, su empleo más viejo que encuentro fue en el 2021, durante una elección en Nayarit. Sin embargo, no hallo ningún documento que explique, a grandes rasgos, su funcionamiento. ¿Cómo asegura el anonimato, que no se altere o se borre una vez expedido? ¿Qué sistema de cifrado y almacenamiento usa? ¿Qué infraestructura utiliza? No veo, de primeras, documento alguno que responda a estas preguntas. Además, fue desarrollado durante el extenso periodo del nefasto consejero presidente Lorenzo Córdova Vianello, y su secuaz, Ciro Murayama, por lo que no me sobran motivos para dudar de su fiabilidad. No obstante, votar a través del SIVEI, me resultó fácil y cómodo.

También ayer terminé el libro La política contra la historia, del filósofo y político italiano, Mario Tronti. Es un compendio de artículos engarzados a manera de un extenso ensayo, escritos durante la última década del siglo XX. Fue, para mí, un texto duro de leer, lleno de referencias eruditas, escrito con prosa fragmentaria, que construye por acumulación; sus párrafos son gatillos que dispararon constantemente ideas en mi mente, y así, muchas veces, terminé perdido en la vastedad de sus reflexiones y los injertos de las mías. No haré, por supuesto, un resumen fiel del libro, sino que expondré las ideas que más dejaron poso en mí, que, como muchos, tengo una muy limitada compresión de la política y de lo político, más bien atenido, lastimosamente, al sentido común de lo que se dice y lo que se piensa.

Mario Tronti

Mario Tronti (fuente)


Tronti se apoya en la obra de Carl Schmitt, El concepto de lo político, para elaborar el concepto de la política, en el sentido moderno (desde la Ilustración hasta la caída del bloque Soviético). Así como la estética es el campo donde se dirime la dialéctica entre lo bello y lo feo, la ética entre lo bueno y lo malo, la biología lo muerto y lo vivo, la política es el campo donde se dirime la dialéctica amigo-enemigo.

Dice Carl Schmitt:

La diferenciación entre amigos y enemigos tiene el sentido de expresar el máximo grado de intensidad de un vínculo o de una separación, una asociación o una disociación. [..] El enemigo político no tiene por qué ser moralmente malo; no tiene por qué ser estéticamente feo; no tiene por qué actuar como un competidor económico y hasta podría quizás parecer ventajoso hacer negocios con él. Es simplemente el otro, el extraño, y le basta a su esencia el constituir algo distinto y diferente en un sentido existencial especialmente intenso de modo tal que, en un caso extremo, los conflictos con él se tornan posibles, siendo que estos conflictos no pueden ser resueltos por una normativa general establecida de antemano, ni por el arbitraje de un tercero "no-involucrado" y por lo tanto "imparcial".

Esto implica lo dicho por otro Carl, Carl von Clausewitz, un siglo antes en su obra De la guerra:

La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas con otros medios.

Se podría decir, entonces, que la política se concebía como una guerra civilizada entre dos bandos principales. Y hasta antes de la caída del bloque Soviético, había en verdad dos bandos con ideas completamente contrapuestas, de cuya tensión y conflicto surgieron políticas, en Europa, socialdemócratas.

No obstante, el bloque Soviético se desplomó y el triunfante pensamiento capitalista burgués se volvió totalitario al fulminar todas las diferencias, soterrando (sin resolver) los conflictos. A partir de entonces, la política degradó a un circo donde dos payasos, indistinguibles, pedían ser votados para hacer exactamente lo mismo: lo que ordenaba el poder económico. Privatización de lo público, con sus consecuentes rescates, políticas de austeridad y control monetario. Es decir, el programa conocido como neoliberal. El acto de los payasos se limitó, pues, a señalar quién es más corrupto.

Para Tronti la política moderna, la que encara el conflicto, fue capaz de tomar las riendas de la historia. La historia avanza inexorablemente, con o sin política. La gran política fue capaz de dirigir la historia, más o menos, hacia donde se propuso el ser humano (ilustrado). Pero a partir del triunfo de la revolución conservadora, en las postrimerías del siglo XX, sólo hubo pequeña política y la historia se desbocó, perdimos noción de la misma, porque la supusimos terminada (recordemos El fin de la historia de Fukuyama). Pero la historia no finalizó, todo lo contrario, mostró su fuerza con ira: el ataque a las Torres Gemelas, la crisis financiera del 2008, el cambio climático.

Sin embargo, Tronti es pesimista en cuanto a un resurgimiento de un potente movimiento proletario como Gran Otro dispuesto al conflicto. Sin el contra peso de la Unión Soviética y con las dos guerras mundiales (para Tronti, guerras civiles) que diezmaron a este movimiento, finalmente murió con el gran grito del '68. Fue la democracia burguesa la que martilló los clavos del ataúd del movimiento proletario, ya que, a palabras de Tronti, éste no pudo superar el socialismo de guerra, autoritario, que mantuvo y luego despeñó a la Unión Soviética. Aunque, para Tronti, es el movimiento feminista el sucesor del movimiento proletario.

Otro tema, menor, que trató Tronti, pero que a mí me llamó poderosamente la atención, es que, en su percepción, los políticos de la posguerra hasta los 60's, usaban el término transformación cómo fondo de sus ideas: transmutar lo ya existente en algo mejor, con esfuerzo y trabajo de muchos; en cambio, tras el surgimiento de las ideas neoliberales, el término preferido de los políticos fue innovación: lo nuevo, lo creatio ex nihilo, lo que viene después del tabula rasa, lo que aparece por obra divina y sin esfuerzo humano.

Para poder articular el campo político y distinguir a los amigos de los enemigos, hay que plantear un destino, señalar utopía hacia donde queremos dirigirnos y que se diferencia del destino anhelado por el Otro. Los números y estadísticas de crecimiento o pérdidas no desarrollan esta necesaria narrativa, más bien repiten el circo de la pequeña política que se limita a mostrar quién es mejor administrador del Estado, dejando intacta su utopía implícita. La gran política, en cambio, es aquella que dirige la historia, que propone un plan para avanzar hacia donde el destino necesario.

Mi conclusión es que estamos en un momento en que inicia el regreso de la gran política, ya que requerimos reorientar la historia. Estamos obligados, en gran medida, debido al cambio climático. Las repuestas del progreso (crecimiento y acumulación para pocos) capitalista son inválidas y lesivas. Se perfilan varios Grandes Otros a nivel mundial, unos tal vez peores que el mismo status quo, pero sin duda el conflicto reaparece en muchos ámbitos. Se observa hasta en quienes desdeñaban, de manera clasista, marchas y mítines, ahora marchan uniformados y asisten a los cierres de campaña.


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