2 January, 4:41pm

Pues el 2012 ya nos embistió, como diría mi buen amigo Joshua, y casi sin avisar. Al menos a mi no me lo dijo sino hasta hace un par de semanas, cuando el sentido de urgencia por no haber logrado lo deseado a lo largo de este año.

Pero ya está aquí, y debemos hacer el mejor uso de él.

Creo que comencé bien. Renuentemente, acepté la invitación de Silvia y Edu para pasar con ellos, junto con su grupo de amigos cubanos, y en esta ocasión, más los agregados portugueses. Igual que el año pasado, la pasé de puta madre.

Primero fuimos por una parte de contingente al aeropuerto de Santiago de Compostela, que lo descubrí muy reformado a como lo conocí hace tiempo. Ahí coincidimos casi todos, los ocho que viajaríamos en la furgoneta de Edu.

Una vez montados en la furgoneta nos dirigimos hacia Barcelos, Portugal, nuestro destino.

Llegamos, finalmente, a una hermosa casa de campo, sobre un valle cuajado en viñedos. Dicha casa es una gozada, habitaciones con lúdicos altillos, un luminoso estudio de pintura con caballetes y lienzos, y una estancia con chimenea. Y la chimenea nos hizo la noche: no pasamos nada de frío.

Barcelos

Pasamos la noche de 31 de diciembre al primero de enero entre catas de vino, de botellas calentadas en chimenea, entre tequila Don Julio, ginebra con agua tónica, cerveza (Estrella Galicia, Sagres y Super Bock). Y por la noche salíamos, de cuando en cuando, al patio a disfrutar de la vista que se nos ofrecía, y un porro, para espantar el frío.

Y así, pedo y aporreado, caí dormido frente a la chimenea.

Barcelos

No puedo más que expresar mi gratitud por la generosidad de nuestros anfitriones: Aquellos cuatro tugas excedieron por completo nuestras expectativas, tanto por su alegría, por ofrecernos tantas y tantas cosas con tal de pasar un feliz año nuevo. por su casa, sus vinos, su comida, etcétera. Y claro, la banda cubana se comportó a la altura, cosa de la cual dudaba en un principio, dada la evidencia del año pasado.

Al día siguiente, con toda calma, desayunamos, nos despedimos de nuestros amables anfitriones y nos marchamos rumbo a Ourense.

Ya en Ourense, llegamos, con ciertas dificultades, al hotel que había reservado Silvia. Una vez instalados en nuestras respectivas habitaciones, nos dirigimos a las famosas termas. Nos quedamos en las pozas junto al puente de Ouratiz. Yo no llevaba bañador, lo olvidé empacar, así que, usando la noche a mi favor, y unos calzoncillos extra que traía, tipo bóxer slip, hice algo que ni en mi niñez hice: meterme a bañar en chones.

Llovía, con una temperatura alrededor de los 5 grados, y ahí estábamos, en la poza con agua caliente, luego salíamos para echarnos momentáneamente en la poza de agua fría (muy fría). Al salir de esta última poza, la temperatura exterior resultaba tan tibia, tan apacible, tan llena de bonhomía. Y después viene "el efecto terma", que es como le llaman al estado de relajación y cansancio que resultan de este tipo de trances.

Regresamos a cenar, y de nuevo, copiosamente, y de ahí, directos a dormir.

Hoy por la mañana, buscamos un lugar dónde desayunar, y luego, tranquilamente nos dejaron, al Tico y a mí, en la estación de trenes de Ourense. A toda prisa cogimos el AVE, que hace el trayecto Ourense - Santiago en media hora, cuando antes, lo hacía en dos horas. Tan rápido tuvimos que comprar los billetes y abordar, que ni siquiera tuvimos oportunidad de despedirnos, con maneras correctas, de la banda.

En Santiago me despedí del Tico y me vine al piso para trabajar lo que quedaba del día.

Y así, a pesar de mi mal talante y peor estampa, gracias a mis amigos, pasé un fabuloso fin de año. Ahora, a fingir entusiasmo, a ver sí así obtengo uno verdadero... como los orgasmos, vamos.