26 January, 12:41am

Ayer terminé de leer "Carta al Padre" de Franz Kafka. Creo que la primera vez que intenté leer a Kafka fue en la preparatoria. Creo que fue o "El proceso" o "El castillo", no recuerdo cuál, pero lo que sí recuerdo que leí fue la introducción de esa edición a sus obras completas. Y lo que leí en esa introducción de anonadó.

En esa primera intención de lectura a Kafka comprendí una cosa: que me sería muy difícil de digerir. Y sí, no pude soportarlo y abandoné la obra en cuestión. No obstante, de ese acercamiento surgió un cuento, mucho tiempo después, que me hizo comprender la influencia que tuvo Kafka en mi vida.

Sólo he podido leer de cabo a rabo dos obras del mencionado autor hasta ahora: La metamorfosis (que estoy volviendo a leer) y la Carta al padre. Ambas intensas para mi afectada alma, pero lo suficientemente cortas en extensión como para no terminar arrojándolas al suelo lleno de angustia y ofuscación.

Sigmund Freud desarrollaba su teoría psicoanalítica en Viena al mismo tiempo que Franz Kafka escribía sus obras en Praga. Ignoro si Kafka estaba al tanto de los trabajos de Freud, pero noto en su Carta al padre una serie de reflexiones que parecen propias del psicoanálisis.

No es sino hasta el final de la carta, donde Franz explica la razón de ésta: justificar el por qué no se ha casado. Y toda la justificación gira alrededor del terrorífico padre, a quien le echa en cara su incapacidad de ser feliz.

Confrontar a los padres y reclamarles por sus errores cometidos en nuestra educación, es un paso por el que camina todo individuo que hace una introspección de su vida. Esta confrontación y reclamo puede ser expresada realmente, frente a los padres, o bien puede hacerse sólo como un ejercicio mental, de propósitos terapéuticos

Pues bien, Kafka después de lo que parece un ejercicio de introspección severo y doloroso, escribe esta carta a su padre exigiéndole que reconozca el terrible efecto que ha tenido su severa personalidad sobre la de su hijo. Pero la carta nunca llega a las manos de su destinatario.

Una de las cosas que más me abruma de Kafka es la culpa: ¡acepta el castigo de una culpa, que aún no conoce, pero reconoce como suya! Me abruma como los personajes trastornan su escala de valores con el fin de aceptar la culpa que un iracundo padre (presente o no) les impone. Me abruma la incapacidad de los personajes para superar las más simples actividades de la vida ante una percepción distorsionada de la realidad. Así vivió Franz su vida. Y eso le reclama a su padre.

La carta fue escrita cuando Franz tenía 34 años de edad. En ella se enumeran prolijamente añejos resabios que hasta me resulta increíble que los haya mascado durante tanto tiempo. Finamente, aunque de manera tardía, Franz decide sacudirse todo aquello y reconocer que es un ente independiente de sus padres y que en él está resarcir el daño infligido en su vida familiar.

Toda obra que duele en las entrañas es que aquella que expresa lo que no sabías que querías expresar, pero que ya reconocías dentro de ti. Así con esta carta, descubrí cosas que le querría decir a mi padre. Sin embargo, y con un poco más de malicia, se descubren cosas que escapan del mismo Franz y que sólo tienen razón a la luz de psicoanálisis, tal como un complejo de Edipo sin resolver (veneraba a la madre mientras odiaba al padre) y una neurosis que deformaba su percepción de la realidad, frustrándolo terriblemente.

Tengo una sospecha: ¿Kafka fue un homosexual reprimido?