En la cueva del tigrux

Las coincidencias siguen dando de qué asombrarse. Resulta que hoy llego a la chamba, temprano, rato después llega Alexandra y me presenta con la banda. Cuando me presenta a mi líder de proyecto, ¡oh sorpresa! es el famoso Sandino, alias Tigrux, ex-chimpancé o ex-ximian. Quién me presenta a su vez a la banda del grupo de testing de Linux, y ¡oh, sorpresa! es Adrián, un chavo a quien conocí en la escuela de verano de robótica y visión el año pasado en Guanajuato, muy callado, muy serio, muy joven, que presentó en la escuela de verano un kernel RTOS. Recuerdo que me llamó la atención la paciencia y disciplina de este chavo para hacer un kernel, pero qué inútil proyecto si lo vemos desde un pragmatismo salvaje.

El día se me fue entre nada, leer a Pantaleón y las visitadoras, caminar por el centro y andar de entrometido aquí y allá, en espera de que me activaran mi computadora. Finalmente hasta las 3pm tuve mi compu activada y en línea. Buen relajo este de trabajar bajo una VPN.

Un compañero (que no recuerdo su nombre, ¡ough!) me dijo que me llevaría a donde renta un cuarto él y que tienen uno libre. Está hasta el poniente, sobre la avenida Revolución. Mmmmhh... me reservo mi opinión hasta que me mude. Me envalentoné y me puse a caminar con la intensión de llegar al hotel. Conclusión: Monterrey es enorme. Apenas llegué a la Av. Lázaro Cárdenas y supliqué por un taxi. El calor, el andar, los carros. El simple hecho de llegar a la Av. Cárdenas fue un triunfo de mi voluntad.

Ya estoy en el hotel. Descansando... ¿me merezco una cerveza?