Días de verano en Corea del Norte

Viajar

Buscando al Otro
hallé        sólo otros.

No existe negativo
ni complemento directo.

Fronteras movedizas
límites indeterminados
        volátil.

Pero llevo siempre
mi Certeza
amartillada

Primero que nada, la usual advertencia: soy un ignorante de la cultura y desarrollo histórico de la Península de Corea, así como de muchas cosas de las que pretendo abordar aquí. Perdonen cualquier yerro y, por supuesto, no tomen estas palabras como fuentes de verdad absoluta. Esa vive en otro lado.

Algunos de los visitantes de este espacio han preguntando porqué he dilatado esta entrada en el blog sobre mi viaje por la República Popular Democrática de Corea (DPRK). Debo dedicar unas palabras al respecto.

Corea del Norte es, junto con otros países, tal como Venezuela, Irán, Cuba, etcétera, objeto de airadas opiniones, a menudo sordas a toda réplica. No soy ajeno a dicha inquina. En la víspera a la segunda invasión a Irak, los noticieros emitían, en horario estelar, notas alarmantes sobre Corea del Norte. Hablaban de sus pruebas nucleares, del yugo estatal sobre su población, sobre la amenaza que ella cernía sobre sus pacíficos vecinos. Me recuerdo exclamando: "¡deberían invadir ese país ya!". Los medios habían cumplido su misión, habían inoculado en mi el miedo acrítico y visceral, me conducían a exigir la solución pretendida: el aplastamiento bélico sin justificaciones.

Llegó la guerra y el mundo se opuso, sorpresivamente, a la maquinaria propagandística de los medios afines al Trío de las Azores. Fuimos conscientes cómo, los grandes medios, insistían sobre lo imprescindible de la invasión, sobre un enloquecido Sadam Hussein, dispuesto a evaporar al mundo, cual villano de James Bond. Por suerte, hubo voces críticas y muchos descreyeron de los grandes outlets de noticias. Aunque eso no detuvo a EE.UU. y sus compinches, escalando el choque entre Oriente y Occidente.

Este descaro mediático llevó a muchos de nuestra generación a cuestionar la veracidad e independencia de los medios masivos, a entrever los intereses a los que sirven. Nos preguntamos si lo que dicen sobre los demás países no alineados sigue el mismo orden de manipulación.

Tal vez este cuestionamiento no es masivo, posiblemente la mayoría prefiere seguir fiel a la medianía de la verdad hegemónica, aunque sean conscientes de su propósito. Tal vez preferimos ignorar, ya que el miedo compartido vence, con facilidad, al juicio crítico, siempre solitario.

Hace unos días encontré que el periodista Adam H. Johnson acuñó la Ley 'Corea del Norte' del periodismo, que reza: "los estándares editoriales son inversamente proporcionales al estatus de enemigo de un país, establecido por el Departamento de Estado de los EE.UU.". O de manera gráfica:

Ley 'Corea del Norte' del periodismo.

Ley 'Corea del Norte' del periodismo, por Adam H. Johnson.

Los medios afines al gobierno de EE.UU. relajan su rigor editorial, al hablar sobre los antagonistas a sus intereses, llegando a exageraciones y descontextualizaciones ridículas en el caso de Corea del Norte, tal como la supuesta ejecución del ministro de defensa, por quedarse dormido, o cortes de pelo prohibidos.

Pero detengámonos aquí. Esta deriva tiene como propósito explicar el porqué de mi dilación. La razón ha sido meramente por precaución, no a una persecución gubernamental, estilo Hollywood, sino a la reacción que pudiera generar esta entrada en mis círculos cercanos, porque entiendo que los prejuicios suelen arder.

2016/08/21

La noche anterior al vuelo, en mi habitación del hotel en Vladivostok, mientras intentaba dormir, surgió en mi un pequeño temor, vago e indeterminado. Al tornar en ansiedad, se verbalizó, asaltándome con la pregunta "¿cómo sobreviviré en un país donde el dinero no resuelve ningún problema?".

Esa pregunta no es nueva. Hace años, en una borrachera con un amigo que se declara, sin asomo de pudor, admirador de Ayn Rand, afirmó que sólo había que preocuparse cuando el dinero dejara de sacarnos de apuros. Y que eso es, a su juicio, lo espléndido de nuestra civilización: el dinero como sucedáneo de casi todas las interacciones sociales. Te vuelves más ágil, certero, superior. Con el dinero suficiente, puedes hacer girar a la humanidad entera alrededor tuyo.

Pero si una comunidad decide ignorar el valor asignado al equivalente universal ¿de qué dependerá mi supervivencia? ¿qué cosa puede ofrecerme seguridad si no es el dinero? La respuesta es, únicamente, mi capacidad individual para entablar relaciones sociales. Y el terror frente a relaciones no-capitalistas dentro de la esfera del turismo, me impidió dormir gran parte de la noche. Imaginaba cometer, por descuido, alguna falta administrativa y no podría corromper a la policía, ni acceder a una multa, mucho menos a una fianza. Tendría que recorrer el laberinto de una justicia sin el fetiche pecuniario .

2016/08/22

El avión que nos llevó a Pyongyang era un Tupolev de la época soviética. Tal vez de los años ochenta. Mi grupo, turistas todos, iba en un compartimento separado por cortinillas. Algunos coreanos iban adelante, la mayoría atrás.

Lo primero que me llamó la atención de los norcoreanos, quienes abordaron desde Vladivostok, fueron sus insignias en el pecho, chapas con el rostro de uno o ambos líderes. Pero mi sorpresa fue mayor cuando J., un compañero del viaje, se puso su chapa también. Le pregunté azorado cómo la había conseguido. Me respondió lacónicamente que ya me enteraría. Obviamente, no era la primera vez que J. iba a la DPRK.

Al tramitar el visado, se firma un documento que especifica: Los turistas no pueden introducir […] publicaciones escritas o electrónicas que critiquen al Líder Supremo, Ideología o sistema político de la DPRK […]. Por tanto, suponía que el paso por migración sería curioso.

Y así fue: revisan minuciosamente todo el material impreso, llevado tanto en el equipaje de mano como en el documentado. De los teléfonos móviles sólo anotan el modelo, de las tabletas y portátiles se limitan a confirmar que sí son lo que parecen. Pero lo fascinante es que a la palabra escrita, impresa, con presencia física, le conceden un valor a punto del respeto y el temor. Las palabras en papel recobran la importancia que yo ya había soslayado desde hacía mucho tiempo.

Al salir de migración me percaté de que no había publicidad alguna en todo el aeropuerto. Ni siquiera en la sala de llegadas. Habían televisores de pantalla plana, con un espectáculo musical.

Es extraño no sentir el baile de la publicidad constante en un aeropuerto. Mis sentidos entraron en una especie de corto circuito: al estar acondicionado a un permanente mecanismo de defensa sensorial, de súbito estar en un entorno, habitualmente atestado de publicidad, sin su presencia, me alarmó. Fue ponerme a la defensiva por el innecesario estado de bloqueo al que estoy acostumbrado.

Aeropuerto de Pyongyang.

Aeropuerto de Pyongyang. (2016/08/22)

Pasados los días, nos percatamos que el mismo musical se repetía prácticamente en todas las televisiones con que nos topábamos a lo largo de nuestro viaje. Al preguntar, nos explicaron que fue el espectáculo durante el 7mo Congreso del Partido de los Trabajadores de Corea.

En el aeropuerto conocimos a nuestras guías: Pak, "pequeña" y Pak, "grande". Nos explicaron que, aunque compartían el nombre familiar, Pak, no había parentesco entre ellas.

Pak "pequeña" habla un castellano fluido. Le preguntamos dónde había aprendido y contestó que allí, en Corea, y que nunca había salido del país para practicarlo. Por el otro lado, Pak "grande" no hablaba castellano, pero su inglés y francés eran impecables.

Puente, niño y ciclista.

Puente, niño y ciclista en Pyongyang. (2016/08/22)

Nos volvieron a repetir las reglas: debíamos ir siempre acompañados por ellas. Y por la noche, estaba prohibido salir del hotel. Podíamos tomar fotos a nuestra total discreción, con la excepción de edificios militares, estratégicos (ellas nos advertirían) y edificios sin terminar.

Este reglamento puede resultar ofensivo para los turistas acostumbrados a viajar con euros, dólares o libras esterlinas en el bolsillo. Pero sospecho que, para la mayoría de viajantes, aquellos que van a países más ricos y sofisticados que los de procedencia, pero sobre todo para los sans-papiers, no es en absoluto sorpresivo. Los sans-papiers deben de viajar con restricciones sociales de verdadera crueldad. ¡No son comparables! me argumentarán. ¿Cuál es la diferencia? La percepción del poder económico. O dicho en palabras más angustiantes: la percepción de que el valor del tiempo trabajo de unos genera más valor social que el de los otros, cuando sólo se trata de una transferencia forzosa de valor, debido al funcionamiento del sistema capitalista global.

Concluyendo, tengo la impresión de que, para el gobierno de la DPRK, todo turista, aunque bien recibido y tratado con deferencia, no deja de ser un enemigo potencial. Huelga decir que esta percepción, si se mira dentro del contexto histórico, parece justificable.

Tengo entendido que la sociedad norcoreana (y en Corea del Sur también) es homogénea, poco diversa, tanto en sus rasgos físicos como culturalmente. Una misma historia, un mismo linaje, con poca exogamia, fuera la japonesa y china.

Al poco tiempo, los del grupo, nos percatamos de que nuestras guías seguían la estrategia de poli bueno, poli malo: Pak "pequeña", era dulce y atenta; Pak "grande", estricta y apegada a la agenda del viaje. Algunos comenzaron a llamar a Pak "grande", la comisaria política.

Lo primero que preguntaron, al subir al autobús, fue quién era vegetariano. La pregunta me alegró mucho, temía que dichas restricciones dietéticas resultaran desconocidas. Alcé mi mano de inmediato. Me preguntaron si podía comer pescado; se mostraron decepcionadas ante mi negativa. Pero admití que aún comía huevo.

Primero pasamos al hotel donde nos hospedaríamos a partir de la segunda noche, ya que en ese momento viajaríamos, durante cuatro horas en autobús, hacia Wonsan. La breve parada en el hotel tenía como fin recoger nuestros pasaportes, que no nos devolverían sino hasta el día que voláramos de regreso. Esta situación fue estresante para mi, ya que la idea de andar sin identificación en un país extranjero, me tornaba vulnerable. Nuestra dependencia a las guías sería absoluta.

Lobby del hotel en Pyongyang.

Lobby del hotel en Pyongyang. (2016/08/22)

Una cosa que me interesó es que, en Corea del Norte, la moneda local es inaccesible para los turistas. Ni siquiera había una moneda específica para nosotros, como me habían contado. Todo lo que compramos fue en Euros. Llegué a dudar de la existencia de una moneda, ya que tampoco vi gente pagando. Si la adquisición de bienes de consumo se hace con tarjetas de racionamiento, el dinero carece de sentido. Lo sorprendente de esta situación es que muchas de las transacciones las hicimos a mediación de las guías, si no tenían cambio en euros, te lo daban en Renminbis, al parecer más común.

Otra cosa digna de mención es, mientras que en Pyongyang las calles son anchas, con carril bici (¡y mucha gente en bicicleta!), agentes de tránsito en cada esquina y algo de densidad vial, saliendo de la ciudad, en la carretera hay muy pocos coches. Hay camiones, tractores, motos y bicicletas. Aunque también vimos un Pasat negro con los vidrios ahumados.

Las guías, durante el camino, hablaron con mucho amor y admiración sobre la naturaleza regional, de los montes de Corea y sus cascadas.

El autobús en el que viajábamos tenía un sistema de sonido, que aprovecharon las guías para no fastidiarse la voz. Me pareció hermoso y sorprendente que, Pak "pequeña", se animó a cantarnos unas melodías típicas conocidas como arirang.

Pak, "pequeña", canta dos variantes de Arirang


Paisaje en el camino a Wonsan.

Paisaje en el camino a Wonsan. (2016/08/22)


Tractor.

Tractor. (2016/08/22)

La carretera estaba en un estado lamentable, y el chófer conducía temerariamente para llegar dentro del horario establecido, por lo que el viaje resultó ser una montaña rusa de cuatro horas, dando tumbos en nuestros asientos.

Los coreanos nos saludaban con alegría al pasar, en especial los niños. Por el otro lado, la presencia de gente uniformada, militares, era constante. No obstante, no vi a ninguno armado sino hasta varios días después y no más de uno. Con todo, el corazón se me derritió con lo bucólico del paisaje: la gente en bicicletas o echados bajo la sombra de los árboles.

Las compañeras de viaje persistían en su constante lamento sobre la pobreza que veían. Objeté, para mis adentros, que deberían comenzar entendiendo que sin esa pobreza, no tendrían capacidad económica para hacer turismo. Irónicamente, la pobreza relativa de los destinos está en relación directa a su capacidad de hacer turismo. De nueva cuenta, transferencia de capital entre la periferia y el centro.

Viejo cuidando a su cabra.

Viejo cuidado a su cabra. (2016/08/22)

Hicimos un alto en un parador donde había un lago y un hotel. Fuimos al baño, tomamos algo y estiramos las piernas.

Recuerdo el cantar furioso de las cigarras a nuestro alrededor.

Lago y monte del parador.

Lago y monte del parador. (2016/08/22)


Chicos en motocicleta en el parador.

Chicos en motocicleta en el parador. (2016/08/22)

Llegamos entrada la tarde a Wonsan. Paramos en el hotel fijado, donde nos asignaron nuestras habitaciones. El colchón de mi cama era de hule-espuma, más rígido de lo acostumbrado. Pensé que sería divertido dormir allí. La verdad es que dormí muy bien.

Fuimos a comer a un lugar cercano al hotel. Era una tienda de productos locales, y dentro, un restauran. Nos asignaron una habitación privada para nosotros. La comida era abundante. Muchos platillos diferentes, continuos, uno tras otro, y cuando dices "basta", te traían el arroz y sopa. En mi calidad de vegetariano, me dieron, exclusivamente, huevo revuelto con verduras, en lugar del pescado repartido entre los demás. Hubo un platillo delicioso, muy rico, de tofu rebozado. Además, todo bañado con cerveza.

Comida en Wonsan.

Comida en Wonsan. (2016/08/23)

2016/08/23

Me desperté temprano el martes y tomé una fotografía del amanecer desde mi habitación. Después de desayunar en el hotel una tortilla francesa perfecta, salimos a caminar por el paseo marítimo de la ciudad.

Wonsan al amanecer.

Wonsan al amanecer. (2016/08/23)


Bateas y lancha en Wonsan.

Bateas y lancha en Wonsan. (2016/08/23)


Mujeres mariscando y sus bicicletas.

Mujeres mariscando y sus bicicletas. (2016/08/23)

Luego nos dirigimos al centro de Wonsan. Fuimos a la antigua estación del tren, reconstruida como museo, debido a su relevancia histórica, ya que allí llegó Kim Il-sung después de su exilio, terminado el dominio japonés.

Tenían allí el vagón de tren donde el Kim Il-sung llegó a la ciudad, y la guía del museo, nos contó que el mismo Kim Il-sung había reconocido el asiento en el que iba, durante una visita que hizo, cuando la estación de tren había sido convertida en museo. Ese modesto asiento de madera, por supuesto, estaba acordonado y señalizado.

Allí especulé sobre si la historiografía es propaganda, ya que la hacen los vencedores con el fin de justificarse; por el contrario, la historicidad es el registro cultural de lo político, de la lucha por el poder.

Martes por la tarde en Wonsan.

Martes por la tarde en Wonsan. (2016/08/23)


Pak, "pequeña".

Pak, "pequeña". (2016/08/23)


Mujeres reunidas.

Mujeres reunidas. (2016/08/23)

Terminado el paseo por la antigua estación de tren, fuimos al Campamento Internacional Infantil de Songdowon. Allí nos recibió una guía del campamento, cuyo nombre no retuve, quien nos acompañó por los interiores del edificio principal y las habitaciones. Al final descansamos en las gradas del estadio, viendo a los niños jugar.

Cartel revolucionario en el Campamento Internacional Infantil de Songdowon.

Cartel revolucionario en el campamento. (2016/08/23)


Guía del Campamento Internacional Infantil de Songdowon.

Guía del campamento. (2016/08/23)


Niños jugando en el Campamento Internacional Infantil de Songdowon.

Niños jugando. (2016/08/23)

Esa tarde me bañé en la playa de Songdowon. El mar estaba tibio, transparente, sin olas. La vista, mientras nadaba, era de montes lejanos, entre bruma. Puedo calificarlo como paradisíaco.

Había estructuras de concreto a unos cien metros de la playa. Eran trampolines, a diferentes alturas. Durante los primeros cincuenta metros, el agua apenas tiene la profundidad de mi altura, pero la siguiente cincuentena deben ser nadando. En un arranque de decisión, llegué, agotado, hasta los trampolines. Había otros chicos coreanos allí, descansando. Me hicieron un hueco en una esquina de la estructura donde me senté. Fue un momento de comunión inter-cultural.

Debo decir que noté que las coreanas usan bañador completo, mono, pero carente de insinuaciones. El que llevaba Pak "pequeña" era fucsia, con holanes a la altura del pecho y el pubis. Muy pudoroso. En cambio, los coreanos, usan el bañador tipo pantalón corto, acostumbrado en occidente.

De vuelta a Pyongyang, hicimos un alto en la Granja Cooperativa de Chonsam, donde siembran arroz, sorgo y caquis.

Caqui en Chonsam.

Caqui. (2016/08/23)


Paisaje de la granja cooperativa.

Paisaje de la granja cooperativa. (2016/08/23)


Guardería infantil en Chonsam.

Guardería infantil en Chonsam. (2016/08/23)

Aunque ya la habíamos visto el día anterior, cuando íbamos hacía Wonsan, de regreso pudimos tomar una fotografía al Arco de la Reunificación de la península coreana.

Arco de la reunificación.

Arco de la reunificación. (2016/08/23)

2016/08/24

Durante el desayuno en el hotel de Pyongyang, que era buffet, observé a un turista discutiendo airadamente a un impávido camarero. El motivo era que el turista se negaba a pagar el euro extra por la taza de café americano exigido por el hotel. El turista insistía, con mucho aspaviento, que su viaje era todo pagado y el café estaba incluido.

Esta escena me llevó a pensar que el mero hecho de pedir un café es un acto político. Estamos acostumbrados a que el café sea una mercancía ubicua, aunque únicamente se produce en ciertas regiones del planeta. Podemos plantear esta disponibilidad como un indicador de la explotación, social y ecológica, que el sistema capitalista ejerce.

También mis compañeros de viaje urgían por café todas las mañanas desde que estábamos en Rusia. Sin embargo, el café se volvía más escaso con respecto nos movíamos al este. En aquellas latitudes la gente suele tomar té, no está acostumbrada al café. Esto es de esperarse ya no son regiones productoras de café, como lo son, en cambio, de té, o son vecinas de regiones productoras. Todo el café que consuman, lo deben de importar de países remotos, de la misma manera que Europa y EE.UU.. Además, hay que tener en cuenta el bloqueo económico internacional a Corea del Norte.

El café es el estimulante más consumido en Europa y EE.UU., y ninguno lo produce; lo importan, por una bicoca, de los países productores, que siempre son regiones con enormes niveles de pobreza. Esto es un ejemplo de imperialismo económico. Los países que no participan de ese capitalismo bélico, tienen que adquirir el café a precio de oro, destinado, en su mayoría, para los pocos turistas que llegan exigiendo su estilo de vida.

Lo curioso es que haya gente que niega la fase imperialista del capitalismo, pero la exigen en su consumo de café.

Gran Palacio de Estudios del Pueblo.

Gran Palacio de Estudios del Pueblo. (2016/08/24)

Mientras recorríamos el Palacio de Estudios del Pueblo, un compañero de viaje, quien está haciendo un doctorado sobre Corea de Norte, me dijo: "Se comprende más este país por sus silencios que por lo que se dice."

Su comentario iba orientado al ejercicio del poder en este país, que tiene fama de ser vertical y despiadado, ejercida por una minúscula élite. Las consciencias coreanas son moldeadas desde la infancia para adorar a un líder y seguir órdenes sin cuestionar. En aquellas fechas acababa de leer a Michel Foucault, y no pude evitar preguntarle a mi compañero de viaje: "¿no pasa lo mismo en nuestras supuestas democracias?". Me respondió: "al menos no te matan por poner en duda al líder". Ya no repliqué. No tenía sentido porque nuestras posturas eran conocidas. Sin embargo, espero que mi silencio también lo haya comprendido de esta manera: "en occidente, se asesina si ponen en duda a los dioses, en particular al dios dinero, al dios político-económico".

El señalamiento del compañero de viaje puede ser válido, pero no partimos de una mejor posición. ¿Alguien citó ya Lucas 6:41? La propuesta, entonces, sería que es más valiosa la crítica cuando parte de la autocrítica.

Nuestro guía, en el Palacio de Estudios del Pueblo, fue un chico coreano que quiso jugarnos una pequeña broma: hablaba un intachable castellano, y al felicitarle por su nivel, contestó con una mueca ofendida "¡es que soy español!". Claro, la gente que iba conmigo no se iban a quedar con la broma, y la destruyeron preguntando "¿y de qué parte de España eres?". Más tarde nos confió que había perfeccionado su español durante una estancia en Ecuador. Lo que explica que, tanto él como Pak "pequeña", usan el ustedes, más común en latinoamérica, en lugar del vosotros, usado en la Península Ibérica.

Finalmente el secreto de J., el compañero de viaje que llevaba una insignia circular con el rostro de Kim Il-sung, como un norcoreano más, se reveló. En un viaje anterior, había regalado al Palacio de Estudios, un ejemplar de un libro suyo, un libro técnico sobre su profesión. A cambio de esta generosidad, le otorgaron la insignia.

La mayoría de los coreanos llevan una insignia más grande, en forma de bandera, con el rostro tanto de Kim Il-sung como de Kim Jong-il. Menos personas llevaban la misma chapa que J.. Me pregunto si la insignia identifica, de manera expresa, un sistema de meritocracia. Dicho sea de paso, en Occidente no necesitamos insignias, el privilegio va implícito en el sexo, color de piel, nacionalidad y otros rasgos distintivos.

El Palacio de Estudios siempre está dispuesta a recibir cualquier publicación técnica en castellano, ya que, debido al aislamiento económico, muchas copias que tienen disponibles son regalos que hacen los visitantes. Yo llevaba un volumen de John Berger, que había leído durante el Transiberiano, y pensé en donarlo; sin embargo, cuando el guía hizo énfasis en la orientación técnica de las donaciones, supuse que un libro sobre arte no sería tan apreciado como las especificaciones de calidad en productos químicos. Como yo mismo aprecio mucho el libro de Berger, desistí en mi intención.

Bailarinas en el Parque de Surtidores, Hakdanggo

Bailarinas en el Parque de Surtidores, Hakdanggo. (2016/08/24)


Gran Monumento de la colina Mansu.

Gran Monumento de la colina Mansu. (2016/08/24)

Cuando fuimos al Gran Monumento de la colina Mansu, debo decir que no fue la primera vez que mostramos nuestros respetos a las estatuas de Kim Il-sung y su hijo, Kim Jong-il (en particular a las del padre). El día anterior, en el Campamento de Songdowon, hice mi primer reverencia. El grupo, en aquella ocasión, había decidido que Pak "pequeña" y yo, entregáramos la ofrenda floral. Esa primera vez me pareció un acto curioso, hasta bonito por ir acompañado de Pak "pequeña"; sin embargo, el gesto se repitió varias veces más a lo largo de nuestra estancia. Ya en la colina Mansu comencé a tener reparos con esta rutina del respeto. Allí sentí latir mi vena anarquista, y mientras me inclinaba frente a las estatuas de yeso, grité hacia mis adentros la consigna blanquista: Ni dieu ni maître!. Pero en mi calidad de invitado debo ser agradecido y consecuente con mi anfitrión. Su casa, sus reglas, me repetía.

Mientras caminábamos por la inmediaciones de Mansu, rodeados de gente, resistiendo un calor húmedo que aplastaba los ánimos, tuve una ensoñación: imaginé a miles de europeos, uniformados, marchando marcialmente, sonriendo, mientras llevaban en una mano alzada, su glorioso pasaporte color borgoña, a la manera de la propaganda China con el libro rojo de Mao. El pasaporte como símbolo de sus libertades y derechos. Propaganda viva, sin necesidad de carteles, dentro de la propaganda que, se supone son, estos viajes a la DPRK. El turismo es propaganda a dos vías.

Un lateral del Gran Monumento de la colina Mansu.

Un lateral del Gran Monumento de la colina Mansu. (2016/08/24)


Estatua Chollima.

Estatua Chollima (2016/08/24)


Plaza Kim Il-sung desde terraza del Gran Palacio de Estudios del Pueblo.

Plaza Kim Il-sung desde terraza del Gran Palacio de Estudios del Pueblo. (2016/08/24)

Nos llevaron al Centro de Ciencia y Tecnología, un nuevo edificio, moderno, con la grandiosidad propia de la arquitectura norcoreana, albergando un museo de ciencia, biblioteca electrónica y un extenso centro de cómputo, que constaban de terminales con un monitor plano y teclado. Creo que eran compatibles con procesadores x86, aunque no reparé en su software.

Lo que me dejó boquiabierto fue el pase de vídeo en 3D-háptico. Tuvimos que esperar a que dos grupos de niños, de alguna escuela, vieran el vídeo, antes de permitirnos pasar a la sala. Se trataba de una animación, donde el observador sentía ir dentro de una cápsula, navegando entre dinosaurios, en un planeta prehistórico. La animación era estupenda. Estábamos sentados en asientos que se movían síncronamente con los movimientos de la cápsula en la animación. Y un tubo, delgado, de plástico, se agitaba tras nuestras pantorrillas cuando pasábamos cerca de la vegetación animada.

Si se supone que la DPRK es un país con gran carencia eléctrica y con un aislamiento económico casi absoluto, ¿cómo desarrollaron la tecnología necesaria para crear estos vídeos? ¿Qué supercomputadores tiene para hacer el renderizado? ¿Y la tecnología para la proyección a alta velocidad (más de 60 fps para el 3D), todo lo desarrollaron ellos o cuánto importaron? Podríamos ponernos en modo cuñado y decir que China les habrá dado todo, pero es un hecho que la animación es una industria norcoreana con proyección internacional.

Plaza del Centro de ciencia y tecnología.

Plaza del Centro de ciencia y tecnología. (2016/08/24)

Se nos había dicho que el viaje incluía, para nuestra fortuna, asistir a una Ópera Revolucionaria, sin embargo, por la mañana las guías nos comunicaron que, lamentablemente, una comitiva del gobierno japonés iría a la ópera en nuestro lugar, y que nos llevarían al circo, a modo compensatorio. Nos prometieron que el circo no demeritaba en nada, comparado con la ópera. A las compañeras de viaje les entusiasmaba más el circo que la ópera revolucionaria. A mí, no.

Finalmente, justo antes de la comida, nos dijeron que la comitiva del Japón había declinado la invitación a la ópera y que nosotros podríamos asistir. No tardé en comprender porqué la comitiva había declinado: dicha ópera narra la historia de una heroína de la guerra contra la ocupación del Japón, a quién el ejército colonial había torturado hasta muerte. A nadie le gusta que le echen en cara sus crímenes.

Los puristas podrán decir que no se trataba, estrictamente, de una ópera, sino de un musical. Independientemente de la categorización académica, la función fue impresionante: los efectos especiales, las coreografías, la niña que interpretaba el papel de la hija de la protagonista, actuó de manera soberbia; la orquesta, los coros. En fin, una tragedia griega llevada a la guerra coreano-japonesa. Quedé maravillado.

Tuve la oportunidad de ver, hace tiempo, El Fantasma de la Ópera, en Broadway, New York. Me gustó, pero debo admitir que no llega al mismo nivel, por mucho, que tuvo esta ópera revolucionaria. Sospecho que difícilmente volveré a ver algo de esa calidad.

Después del espectáculo, fuimos al Museo de la Guerra Victoriosa, o también llamado museo de la Victoria de la Guerra por la Liberación de la Patria, un museo dedicado a la Guerra de Corea. Las compañeras de viaje se quejaron amargamente, se habían "cansado de tanta guerra" con la ópera y no deseaban visitar el museo. Por lo que fue un recorrido veloz.

El museo está a orillas del río Potong, donde tienen, como parte de las instalaciones, el buque espía norteamericano USS Pueblo. En el último piso del museo hay un impresionante ciclorama, que ocupa todo el auditorio, interactivo, reproduciendo la batalla de Taejon, durante la Guerra de Corea.

La narrativa de la DPRK es que EE.UU., después de la Segunda Guerra Mundial, deseaba tener el control de la península coreana, debido a su geografía estratégica, en relación con China y la Unión Soviética. Corea se tomó a traición que el Ejército Rojo, de la U.R.S.S., se replegara después de haber liberado la península de la dominación japonesa, permitiendo que EE.UU. dividiera el país en dos, en el paralelo 38. El gobierno de la DPRK juega el papel de víctima, y dice que la Guerra de Corea comenzó por una invasión "simulada" por parte de los EE.UU., a la cual, ellos repelieron y contraatacaron, invadiendo casi la totalidad de la península. Esta justificación de la supuesta invasión "simulada" no aparece, hasta donde sé, en la historiografía occidental.

Museo de la Guerra Victoriosa y hotel Ryugyong al fondo.

Explanada del museo de la Guerra Victoriosa con hotel Ryugyong al fondo (2016/08/24)

Terminamos el día en la feria de la cerveza, a donde nos dirigimos después de cenar. Allí estaban algunos turistas occidentales aunque la mayoría eran locales. Me pregunté ¿quiénes, de la sociedad norcoreana, estarían invitados a esa feria? Pero, después de un par de tarros de cerveza, con una mezcla mitad de arroz, mitad cebada, olvidé preguntarle a las guías.

Feria de la cerveza.

Feria de la cerveza. (2016/08/24)


Camareras en la feria de la cerveza.

Camareras en la feria de la cerveza. (2016/08/24)

2016/08/25

Ese día, el veinticinco de agosto, se celebra, en la República Popular Democrática de Corea, el Songun.

Desde el día que llegamos, las guías nos invitaron a pasar por las librerías disponibles para los turistas. Estas librerías están en los hoteles, y me parece que en casi todas la áreas turísticas. En ellas se vende material impreso sobre la historia de Corea: libros, carteles, postales, fotografías; pero sobre todo hay publicaciones políticas y de formación sobre la ideología Juche.

En el hotel de Wonsan compré un par de libritos, divulgativos, uno de ellos sobre el Songun y otro sobre el Juche. Lo que me extrañó, y un tanto me puso a la defensiva, es que no vi material ni referencias a Marx, Lenin, Mao, ni ningún otro personaje del socialismo científico. Todo era de Kim Il-sung, Kim Jong-il, y en menor medida, el actual Kim Jong-un.

Si entiendo correctamente, la narrativa histórica de cómo surge la ideología Juche, es así: siendo un exiliado en China, Kim Il-sung, formaba parte de los movimientos de resistencia a la ocupación japonesa. Allí, él observó cómo varios intentos de formar un partido comunista en Corea fracasaron por las divisiones internas, que, a su juicio, eran causadas por la búsqueda de la "aprobación", tanto de los soviéticos, como de los revolucionarios chinos. La propuesta de Kim Il-sung fue:

Nosotros no tenemos por qué protagonizar el movimiento revolucionario con el reconocimiento de nadie. Basta con que hagamos bien nuestra revolución, no nos importa quién la reconoce y quien no.

—Kim Il-sung. El camino a seguir por la revolución coreana (06/30/1930).

Irónicamente, la liberación de la ocupación japonesa fue realizada por el Ejército Rojo en 1945, y fue Stalin quien dejó el gobierno de Corea a cargo de Kim Il-sung, uno de los últimos líderes vivos del movimiento de resistencia anti-japonés. Los soviéticos abandonaron luego el país, aceptando el pacto propuesto por los EE.UU. de dividir la península de Corea en dos, desde el paralelo 38.

Kim Il-sung, viendo el abandono de China y la U.R.S.S. frente a los EE.UU., siguió desarrollando sus ideas, que distinguió con el vocablo Juche. Comenzó criticando el supuesto dogmatismo que se asociaba al marxismo-leninismo e insistió en adaptarlo a la realidad concreta de Corea, partiendo desde sus tradiciones y cultura, acercándose a las masas, rechazando la copia acrítica de lo considerado como extranjero.

Si tuviera que elegir un fragmento de Kim Il-sung para definir el Juche, sería este:

Nosotros siempre hemos mantenido con firmeza el principio de resolver todos los problemas de la revolución y su construcción de manera independiente, según la situación real del país y apoyándonos principalmente en las propias fuerzas. Hemos aplicado de modo creador los principios universales del marxismo-leninismo y las experiencias de otras naciones de acuerdo con las condiciones históricas y las peculiaridades nacionales de nuestro país, y siempre hemos resuelto los problemas bajo nuestra propia responsabilidad, oponiéndonos a la tendencia a depender de otros y desplegando el espíritu de apoyarnos en nuestros propios esfuerzos. La palabra Juche, conocida ampliamente en el mundo, es el término con que expresamos ese principio y esa posición de creación e independencia que nuestros Partido ha mantenido a través de la lucha revolucionaria y la labor de la construcción.

—Kim Il-sung. Respuestas a las preguntas formuladas por una delegación de periodistas de Irak (10/11/1971)

La ideología Juche, por tanto, se plasma en la fórmula: soberanía en la política, autosuficiencia en la economía y autodefensa en la salvaguardia nacional.

La ideología Juche en el mundo.

Centros de estudio sobre la ideología Juche. (2016/08/25)

Precisamente la autodefensa, es lo que lleva al Songun, que era el motivo de la celebración de ese día.

Supongo que Kim Il-sung, durante su exilio en China, bebió de las ideas de Mao, en particular aquella de que el poder nace del fusil. De allí se explica porqué dio prioridad al desarrollo militar.

Sin embargo, a mediados de los noventas, la Unión Soviética se derrumbó y China dio su "gran salto al capitalismo", lo que, al parecer, rompió la cadena de suministros del extranjero, necesarios para la DPRK. Esto me sorprende, ya que según el Juche, jamás debieron depender económicamente del exterior. Pero también, hay que recordar, que la amenaza de una invasión por parte de EE.UU. fue más real todavía (sí, luego de la invasión a Irak). La manera como Kim Jong-il, hijo del Kim Il-sung, solventó la urgencia nacional, fue dando un giro ideológico, convirtiendo la nación coreana en un país plenamente militar.

El Songun, originalmente, es la idea de priorizar lo asuntos militares. Pero Kim Jong-il la radicalizó al priorizar al ejército sobre cualquier otra esfera social. La nación gira alrededor de las necesidades militares.

Para justificar ideológicamente esta política, Kim Jong-il trastocó las bases mismas del marxismo clásico, afirmando que Marx se había equivocado, que el sujeto revolucionario no es la clase asalariada, sino el ejército. Las masas obreras y campesinas deben ceder la tarea de realizar la revolución al Ejército Popular de Corea.

Priorizar al ejército, lo puedo llegar a entender: sólo hay que mirar el presupuesto anual asignado a Defensa, por parte de los países miembros de la OTAN. Pero arrebatarle, sin dialéctica alguna, el papel de sujeto revolucionario a la clase trabajadora, con mi gorra marxista puesta, me cuesta seguir el argumento.

Permítanme volver a la narración de los hechos del día.

Ese día, era una gran celebración, y en Pyongyang la sociedad tenía una apretada agenda.

Desde el día anterior las guías me habían preguntado si tenía un pantalón formal y una camisa. Les tuve que decir que no, que sólo llevaba un par de pantalones estilo cargo y camisetas. Entonces se preocuparon. Hasta el chofer del bus que nos transportaba me ofreció su camisa para ver si me quedaba. Pero resultó muy ajustada para mi.

La razón por la que me pedían ropa formal era porque teníamos programada, como parte de la celebración del Songun, una visita, muy temprano, al Palacio del Sol de Kumsusan, donde están embalsamados los cuerpos de Kim Il-sung y Kim Jong-il.

Para ese momento ya no me entusiasmaba la idea de inclinarme frente a los cuerpos de los líderes, así que dije que no tenía ningún problema en quedarme en el hotel o, simplemente, esperando en el bus. Pero se negaron y me consiguieron la camisa de otro guía, tipo polo, en blanco con lineas negras. Por otra banda, J., el compañero de viaje, me ofreció uno de los pantalones formales que llevaba.

Cuando me personé en el vestíbulo del hotel, a las siete de la mañana, con las ropas prestadas, ambas guías se rieron decorosamente. Pak "pequeña" se acercó y me dijo, entre risitas que tapaba con su mano: "¡Pareces coreano!".

Las guías nos explicaron el protocolo a observar: había que apagar y entregar, en el vestíbulo del Palacio, todo lo electrónico: móviles, cámaras, etcétera. Luego, formar grupos de cuatro. Nos inclinaríamos, primero ante sus estatuas, luego pasaríamos a la bóveda donde está Kim Il-sung y luego a la otra bóveda donde está su hijo. El grupo de cuatro pasaría en fila, haría una reverencia frente a sus pies, caminaría hacia su costado derecho, otra reverencia, de nuevo caminarían los cuatro en fila, sin detenerse en la cabeza sino hasta el costado izquierdo, donde harían la última reverencia.

Pasamos por controles y arcos de seguridad, caminamos por largos pasillos, algunos con caminadoras mecánicas. Hicimos las primeras reverencias a las estatuas, luego al cuerpo embalsamado de cada líder en su bóveda. Finalmente recorrimos enormes galerías, donde estaban expuestos los reconocimientos, que cada líder recibió por parte de países extranjeros. Me hizo pensar en una madre oronda, presumiendo a las visitas, los diplomas de su hijo.

Lo admito, también estaba cansado de tantas exequias, de tanto militarismo.

Mientras salíamos del complejo, Pak "pequeña" nos contó cómo había sido la muerte de Kim Il-sung, y las muestras de dolor del pueblo coreano. Murió en 1994. Después narró la muerte de Kim Jong-il, ocurrida en el 2011. Mientras detallaba que la muerte lo sorprendió trabajando, en su vagón de tren usado como oficina móvil, mientras firmaba las órdenes de reparto del pescado para todo el pueblo norcoreano, ella rompió en llanto. Volvió el rostro para que no la viéramos. Me conmovió.

Recordé, entonces, la charla de Slavoj Žižek, el amor como categoría política, donde declara que el amor a los líderes es una herramienta ideológica muy poderosa para un régimen. El amor al dictador, al emperador, al presidente, a dios, es la manera de contener su ira, su violencia, el terror absoluto. También es el amor, en su más alta forma, el ágape, es decir, la caridad total, que es la entrega, la que exige el sacrificio personal, en pos de un bien mayor que está fuera de nosotros mismos.

El día se descompuso con una lluvia que no escampó hasta caer la noche. La celebración en las calles fue pasada por agua. El cielo estuvo constantemente encapotado, triste. Pero aún así, fuimos al Cementero de los Mártires Revolucionarios. Luego hicimos un recorrido por el metro de Pyongyang. Nos metimos una mojadura caminando por la plaza Kim Il-sung, y luego también, al andar por un bosque, con una aldea convertida en museo, donde nació Kim Il-sung.

Cementerio de los Mártires Revolucionarios.

Cementerio de los Mártires Revolucionarios. (2016/08/25)


Torre Juche.

Torre Juche. (2016/08/25)


Niños paseando bajo la lluvia.

Niños paseando bajo la lluvia. (2016/08/25)


Estación Puhung del metro de Pyongyang.

Estación Puhung del metro de Pyongyang. (2016/08/25)


Metro de Pyongyang.

Otra estación del metro de Pyongyang. (2016/08/25)


Detalle del mosaico de una estación de metro.

Detalle del mosaico de una estación de metro. (2016/08/25)


Celebración del Songun.

Celebración del Songun pasado por agua. (2016/08/25)

Cerramos el día con una visita a la cima de la Torre Juche.

Durante la cena, Pak "pequeña" me preguntó, con curiosidad, porqué no estaba casado. Al parecer, para los coreanos, es incomprensible no contraer nupcias entre los 23 y los 25 años.

Al día siguiente volamos, muy temprano, de regreso a Vladivostok.

Vista del río Taedong dese la Torre Juche.

Vista del río Taedong dese la Torre Juche. (2016/08/25)


Plaza Kim Il-sung desde la Torre Juche.

Plaza Kim Il-sung desde la Torre Juche. (2016/08/25)


Zona 'vieja' de la ciudad desde la Torre Juche.

Zona 'vieja' de la ciudad desde la Torre Juche. (2016/08/25)


Hotel Yanggakdo desde la Torre Juche.

Hotel Yanggakdo desde la Torre Juche. (2016/08/25)