¡maldito dinero!

Este fin de semana gasté como si fuera niño rico: cervezas, comidas elegantes, taxis. Creo que aún no aprendo cuánto cuesta ganar el dinero.

Aún así fui a ver la película de Efectos secundarios. Después de hojear las primeras páginas de La Náusea de Sartre, tomando café, sin compañía, me sentí bien por ser un solitario. Me fascinó cuando el protagonista etiqueta como "célibes" a los que son incapaces de enfrentarse a sí mismos, en soledad, a su propio interior y huyen a los brazos de la compañía, sea cual sea.

Una de las cosas que me gusta de ir al cine "alternativo" es que las salas están prácticamente vacías. Mi soledad permanece intacta. Ahora que tuve que ir a un Cinépolis para ver está película, tuve que darme un baño de pueblo al entrar a un cine atestado. No hay ese espacio de tolerancia de una butaca a los lados. Aun derecha una señora gorda con su hija igual de gorda, y a la izquierda una pareja homosexual. La señora gorda hablaba en la película. Los niños gays platicaban como poca inhibición antes de comenzar la película. Yo estaba arrepentidísimo de haber ido a ese cine. Hubiera ido a ver cualquier película en el cine alternativo. Comenzó la función y el arrepentimiento se diluyó. La película es comercial, exagerada, los personajes poco trabajados, y los diálogos. en ocasiones, presuntuosos. No obstante la película está bien para pasar un rato agradable, que, en última instancia, es lo que se busca. ¿Me sentí identificado? Yo iba con esta inquietud. No, es mi respuesta. Ninguno de los personajes tiene algún tipo de paralelismo conmigo o con la gente con la que me relaciono.

El sábado vino Arturo y Erica al piso. Fuimos a comer en el restauran argentino que está a unas cuadras de aquí. No está mal, agradable, lástima de la espera que tuvimos que pasar para alcanzar lugar.

Finalmente hoy le entregué a Miriam y a su esposo las cosas que me dio Adriana desde hace meses y ellos me dieron, generosamente, su vieja parrilla. Compré de pasada unos cuantos libros. Y luego me tomé un expresso cortado doble en el café italiano que había en el centro comercial. Una delicia. Compré la Náusea, Las mil y una noches y Crónicas marcianas. Algo ecléctica mi selección.

Fue una semana floja. Espero recuperar mi entusiasmo.... lo dudo con Sartre al pie de mi colchón.