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Мать

Tiempo de lectura estimada: 6 minutos

Víctor Jáquez

Terminé de leer "La madre", de Máximo Gorki. Mi apreciación general, y por tanto injusta, es que es un gran panfleto de propaganda soviética. Pero vayamos por lo menudo.

La obra está dividida en dos partes. En la primera parte, Pelagueia Nílvona, la madre, es un personaje secundario; en cambio, su hijo, Pável, es el protagonista, un obrero que va tomando, a lo largo de esta sección, un papel preponderante en el movimiento revolucionario de la región. Y cierra con la segunda, y definitiva, encarcelación de Pável, debido a que encabezó la marcha del primero de Mayo, con la "bandera del partido".

Mientras Pável se torna referencia del movimiento obrero y campesino de la región, Pelagueia va tomando consciencia de clase, en conversaciones con los camaradas de su hijo, ya que organizaban reuniones en su casa.

En la segunda parte de la novela, Pelagueia Nílovna, se convierte en protagonista absoluta de la obra, entregándose por completo al movimiento obrero y campesino de la región. La obra termina con un final abierto y abrupto: mientras llevaba a distribuir el discurso de su hijo durante el juicio en su contra, es descubierta por la policía secreta del Zar, pero no sabemos si la policía detiene a Pelagueia, o si la muchedumbre, que se había reunido al ser la madre detenida, toma partido y lo impide.

El estilo de la obra está orientado al diálogo, en ocasiones me costaba deducir quién era el personaje que hablaba. Por el contrario, hay pocas descripciones, y nulo lenguaje poético. Se vuelve casi un manual de retórica, y es que los diálogos son brillantes, punzantes, van al punto, formando un discurso para el desarrollo de la militancia, para la organización de movimientos obreros y campesinos. Y esto, parece ser, el género literario del realismo socialista.

Resaltando lo que más me llamó la atención, está el desarrollo de la consciencia de clase en el individuo, en este caso, en la madre. Este desarrollo comienza con reconocerse como miembro de una clase social.

En el contexto actual, y de manera ramplona, podemos decir que la población obligada a recurrir al mercado de trabajo para vender su fuerza laboral y así sobrevivir, forma parte de la clase proletaria. Por otra banda, el grupo que va al mismo mercado de trabajo, pero para comprar fuerza laboral, conforma lo que se conoce como la clase burguesa. Entonces, por medio de diversos mecanismos que analiza Marx en El Capital (a los que en este espacio no entraremos al trapo), la burguesía, reproduce su capital a partir de la privatización de una parte del trabajo realizado por el proletariado. Siendo esta reproducción del capital el objetivo primordial de la clase burguesa.

Básicamente es la continuación de la relaciones de producción de casi siempre, donde hay gente explotada y otra gente que vive de esa explotación, pero a través de mecanismos más sutiles, que se mimetizan, ocultan tras las leyes, política, discurso económico, etcétera.

El desarrollo de la consciencia de clase es, pues, el reconocimiento de las condiciones materiales del individuo, para asumirse dentro de una clase social, y descubrir que gran parte de dicha condición material se debe a la organización social y a las relaciones de producción impuestas; que la posibilidad de salir de una clase desfavorecida (la mentada movilidad social) es tan pequeña como ganar la lotería, por más discursos de motivación personal que se escuche. Son entonces, la organización y la movilización, los medios para promover el cambio de las relaciones de producción, a otras más horizontales y democráticas.

La manera en como se moviliza a la clase proletaria es con difusión, formación, debate, o como quieren llaman ahora empoderamiento.

En la novela, el Estado zarista persigue afanosamente a quienes agitaban políticamente a los obreros y campesinos. La sola impresión de periódicos, o la organización de asambleas, eran consideras un acto de sedición, punible con el destierro a Siberia.

Hoy en día creemos que esto ya no es así, que nuestra libertad de expresión y nuestro derecho a la asociación son inapelables. Sin embargo, la evidencia del día a día nos indica lo contrario: vemos lo que sucede en las calles con las manifestaciones del #BlackLivesMatters, donde afroamericanos son detenidos sólo por expresar su indignación. O de manera más global, la persecución y acoso que sufre Wikileaks por parte de los gobiernos de las potencias mundiales, por difundir las relaciones ocultas de poder, que al final siempre tienen como objetivo la circulación y acumulación de capital.

Por tanto, y en última instancia, la organización y movilización social, con el objetivo cambiar las relaciones de producción, es algo todavía duramente perseguido y castigado, ya sea de manera judicial o extrajudicialmente. Sólo que ahora estamos en un mundo con más ruido y distracción, donde la vida inauténtica se presenta como objeto de deseo.

Algo que no me gusta en la retórica de "La madre" es el uso determinista de la historia, donde el triunfo de la razón y las buenas personas aparece como algo inevitable. La historia como fetiche: el futuro glorioso es el motivo para el cambio. Ciertamente me falta leer a Walter Benjamin, pero no me parece que el futuro es fijo para la gloria de cierto grupo. Los cambios nunca aseguran una mejora, mucho menos inmediata. Al saltar, nunca se sabe donde se va a caer. No se puede asegurar que uno esté en el lado correcto de la historia, a menos que se sea un reaccionario, que busque evitar a toda costa los cambios sociales.

El motivo para cambiar las cosas no puede ser la historia, mucho menos la historiografía. El motivo, hasta donde entiendo, es la supervivencia, de nosotros y de todo lo que nos rodea, lo material, la vida en general. Esta supervivencia depende, hasta donde veo, de la resolución de las contradicciones a las que nos enfrentamos con nuestros modos de producción, de nuestra forma de relacionarnos entre todos los que coexistimos.

  1. The grapes of wrath. John Steinbeck (11/23/2016 - 03/20/2016)
  2. Saltaré sobre el fuego. Wisława Szymborska (03/20/2016 - 04/02/2016)
  3. Miedo a la libertad. Erich Fromm (03/07/2016 - 04/10/2016)
  4. Chavs. La demonización de la clase obrera. Owen Jones (04/10/2016 - 04/24/2016)
  5. Vigilar y castigar. Michel Foucault. (04/25/2016 - 07/01/2016)
  6. Ampliación del campo de batalla. Michel Houellebecq (07/01/2016 - 07/02/2016)
  7. La madre. Máximo Gorki (07/03/2016 - 07/17/2016)