variedades

Dicen que la literatura es un escape a la desesperación. Espero que al menos sea terapeútico.

Varias novedades interesantes por la Villa del Señor: El Glib fue citado en un artículo del periódico El Universal, cosa que me da mucha alegría y me hace sentir orondo. El trabajo continuo de los integrantes del grupo tiene sus frutos en el renombre y consideración que se le tiene. Por otro lado, mi proyecto mascota, el DAOGen, ¡ha conseguido patrocinador! cosa que también me hace feliz, pero también me hace sentir una gran responsabilidad en su desarrollo. Por otro lado el trabajo, en el cual ya estoy más involucrado y con mayores responsabilidades, lo que gusta, pero extraño el anonimato que me permitía no tener nada que hacer y dedicar mi tiempo a otras tareas. En cuanto a lo de diario, me gustó que la vecina me invitara una cocacola y charlar en las escaleras hasta la 1am; pero es muy desgastante convivir con una adolescente que es incapaz de manejar sus emociones; hacen más complicadas las interacciones.

Sobre mi viaje a Celayita la bella, fue relajante, tranquilizador: llegué, fui al Banco para saber que no era necesario ir, luego saludé Rafa y a Saúl, luego a José Luis Alejo y Jorge. En la noche tomé un café con Julio. Al día siguiente me fui en la tarde a Querétaro con Jano, a la casa de Adriana y Chuy, donde pasamos la velada junto Aurora y Noberto. Muy tranquilo todo. Me gustó mucho verlos. Me sentí mal por tenerlos tan lejos, tan lejos geográficamente, tan lejos emocionalmente, tan lejos vivencialmente. Ya de noche tuve que decidirme entre irme al departamento de Aurora y Noberto, o quedarme en la nueva y flamante casa de Adriana y Chuy junto con Jano. Me fui con los primeros, sin sentirme mal por dejar a los segundos. Fue una difícil decisión. Ya en su departamento estuvimos discutiendo sobre la complejidad computacional, ayudados por unos tabacos y cervezas, hasta las cuatro de la mañana. Tenía que estar en Celaya al día siguiente a las 10 am. A esa hora me levanté. Llamé para cancelar con toda la vergüenza en la cara. Regresé a comer a la casa de mis papás. En la tarde finalmente fui con Salgado y de ahí a la central para emprender el regreso. Y comprobé que es mejor viajar en ETN: no hay niños vomitones y la gente ronca menos.