6 February, 11:51pm

Cuando un amigo me dijo que había decidido ir al altar con una chica de la que no esta enamorado, en mi fuero interno me escandalicé. Simplemente no podía concebirlo. Consideraba que un profundo enamoramiento debía ser una condición necesaria para atreverse a dar ese paso. Después comencé a dudar.

Retomé el libro de "Enamoramiento y Amor" de Francesco Alberoni y revisé los conceptos que el autor maneja sobre el tema. En esta segunda leída (inconclusa por cierto), encontré ideas que había pasado por alto en la primer lectura. El enamoramiento para Alberoni es el "estado naciente de un movimiento colectivo de dos". A pesar de que el enamoramiento no se puede medir ni pesar para elaborar una definición a partir de sus propiedades físicas, Alberoni, como sociólogo que es, hace una inspirada y elaborada analogía que no puede ser rebatida mas que con otra opinión, pero dado que mi bibliografía sobre el tema se limita a este volumen, continuaré sustentado en ella.

Pues bien, el autor hace un paralelaje entre el enamoramiento y los grandes movimientos sociales como la revolución francesa, la expansión de las grandes religiones como el cristianismo o el islamismo, etcétera, aunque hay que indicar que la comparación no engloba a todo el desarrollo del movimiento, sino únicamente al "estado naciente", que es donde la exaltación de los ideales, el sentido de comunión, la fraternidad, el frente común, son poderosos y embargan por completo la psicología del individuo. Ahora, siguiendo con la analogía, los movimientos sociales se forman cuando un descontento retumba en la sociedad, una amargura pegajosa que la vieja hegemonía no puede hacer sanar, así entonces el enamoramiento actúa cuando el individuo está incierto, duda de lo que le rodea y sus circunstancias actuales no le ayudan en lo absoluto a salir de ese hoyo. Es entonces cuando el enamoramiento puede hacerse presente en el momento que conoce o reconoce a alguien, alguien a quien le atribuye todas las gracias y bondades. Esta persona es única, irrepetible, y por ende maravillosa, pero no es superior ni más mágica que cualquier otra. No hay ninguna razón especial para elegir a esa persona, simplemente se encontraron en un momento en que ambos buscaban derribar sus aburridas realidades para crear nuevas y más interesantes, juntos.

Encadenando esta secuencia de ideas con el cuestionamiento del inicio, el enamoramiento sólo es posible cuando una persona quiere terminar con su realidad actual y forjar una nueva, sin embargo si un individuo está satisfecho con lo que tiene o con lo que es, no se enamorará, mientras dure esta situación. Puede ser que este conocido esté satisfecho consigo mismo, y está bien, su vida le es favorable, hace lo que quiere, vive como quiere y le gusta la realidad a la que se enfrenta día a día, no hay porqué derribar instituciones: no es de esperarse, siguiendo con la tónica Alberonesca, que se enamorará pronto. Sin embargo se quiere casar, quiere enfrentar esa realidad y cree que ha encontrado a la persona adecuada para seguir ese camino, aunque no se haya enamorado de ella.

Entonces ¿qué tiene de escandaloso casarse sin estar enamorado? lo mismo que tiene de escandaloso divorciarse estando alguna vez profundamente enamorado: absolutamente nada. Ni el enamoramiento garantiza un buen matrimonio, así como tampoco lo garantiza una estupenda racionalización en la búsqueda de pareja. Volvemos a la regla universal de la condición humana: no hay reglas, sólo perspectivas.

Un interesante corolario a todo esto, es que tengo la fuerte impresión de que el mundo occidental ha sobre valuado el enamoramiento. No le niego su importancia o su belleza, pero la obsesión que se tiene de algún día enamorarse y ser feliz, raya en lo enfermizo, y mejor buscar siempre ser feliz con el enamoramiento como herramienta o sin él.