Reporte de actividades de fin de semana

El fin de semana antepasado me pegué como sanguijuela con los amigos de A. y nos fuimos de camping a una playa cerca de Ribeira.

Lo primero que hicimos, una vez instalados en la zona de acampada, fue irnos a la playa, por donde están las dunas de Corrubedo. Ahí hicimos un alto primero para comernos unas bocatas sobre un prado, bajo la sombra de frondosos pinos. Hecho esto, caminamos hacia las arenas de la playa, rebosantes de restos de crustáceos: navajas, ostras, mejillones y hasta centollos muertos enredados en algas.

Una vez que elegimos un lugar, nos echamos a tomar el sol. Increíblemente ¡el sol gallego me quemó! El color mortecino que los nubarrones coruñeses me habían dejado fue rápidamente despejado por el sol del verano que me devolvió mi habitual color.

Por cierto, en la víspera me vi sorprendido por un pimiento de Padrón que me había puesto una enchilada brutal. Algo definitivamente no va bien: el sol gallego me quema y el pimiento gallego me enchila.

No contento con la tostada, me aventuré a meterme al mar. Dado el calor del ambiente, imaginé que el agua del mar estaría tibia y metí los pies. Mis sospechas eran totalmente infundadas: el agua estaba terriblemente fría. Al menos eso no lo he perdido: la sensación de que el agua de mar debe ser tibia.

No obstante todos se metieron a bañar. Y como mi orgullo iba de por medio, dejé previsiones atrás y me sumergí en las aguas del Atlántico septentrional. Creo fue la primera vez que lo hice. Y sí, seguía estando muy fría.

Regresamos al campamento, haciendo un alto antes para aprovisionarnos de algo para cenar. Lo divertido fue que sólo contábamos con un pequeñísimo asador para seis personas. Aun así H. se las ingenió bastante bien para que todos comiéramos a gusto.

Al día siguiente nos levantamos temprano para ir al río Ulla pero esta vez para practicar hydrospeed. Lo encontré más divertido y excitante que el rafting, pero también muchísimo más agotador. Hubo momentos que me llené de vergüenza dado que el monitor tenía que remolcarme por que mis técnica para patalear en el río es bastante ineficiente.

Una vez recorridos los rápidos nos fuimos a pasar la tarde a Padrón. Ahí comimos pulpo a la feira y churrasco hasta reventar (con un par de botellas de tinto malo para remojar el gaznate). Rematamos con un café y regresamos a Coruña.

Ahora, el domingo pasado me fui a Vigo al concierto de Patti Smith, la madrina del Punk. Me decidí a último momento y le pregunté a B. si iría, me dijo que no pero que podía ponerme en contacto con alguien que tenía boletos extra. Y así conocí a X.

Intercambiamos un par de correos. Quedamos de vernos a las nueve de la tarde en Castrelos y también, muy amablemente, me ofreció quedarme en su piso para regresar a Coruña hoy por la mañana. Debo decir que son entre dos horas y media y tres horas el viaje en tren desde Coruña a Vigo. Así que accedí.

El concierto fue agradable. Me dio gusto ver a una mujer de casi la edad de mi padre, remembrando sus canciones más emblemáticas (y ay de aquél impío que me diga que because the night es de 10,000 maniacs).

También muy agradable fue irnos de cañas y tapas antes de que empezara el concierto con M., amiga de X.

Me levanté a las 5:30 am para tomar el tren que salía una hora después. Fui al dentista y me dijo que no tenía caries, sino bruxismo. Joder, yo y mis nervios: si no los somatizo de una forma es de otra. Relájate compadre.