Amuleto

Despertamos antes del canto. Frío y oscuridad acechaban sin estrellas; el miedo se filtraba como el murmullo del río. El la mano llevábamos al ciervo de madera, tallado por el extranjero cetrino. Daríamos nuestros huesos y carne para que cobrara vida y nos llevara lejos, asidos sobre su lomo.

Era día de molienda. Así se acordó la noche anterior. Estaba seco el grano y las cestas endurecidas. No nos gusta moler porque atrae al dolor, aunque se vaya después.

En la cocina golpeábamos las rocas sobre el grano cuando entró madre Daga clamando nuestra gracia: La Palabrante convocaba.

Cogimos al ciervo de madera pero madre Daga miró con desaprobación. Los augurios despiertan temblores en el cuerpo.

Subimos hasta la cueva donde mora La Palabrante. Aún si Sol estuviera en su más extensa vertical, en aquella gruta no entraba ni un pelo de luz. Madre Daga aguardó en la entrada, ya que el mensaje sólo era para nuestros oídos. En penumbras, apenas respirable, la gruta se sentía caliente. Una vez los ojos acostumbrados, vimos a la vieja sentada sobre su roca. Ciega, pero con oído de un tigre.

"¿Cuántas Lunas completas han cruzado nuestros ojos?" —Preguntó sin bienvenidas.

"Madre Flecha dice que ya diez".

"Todo movimiento es circular." —Dijo trazando la tierra con su báculo. "Todos retornamos al origen. Y una vez allí, volvemos a empezar. En el firmamento, los astros, morada de las diosas, tienen ciclos perfectos: Luna, Sol, Imágenes del firmamento. Son exactos. Ordenan cuándo cosechar, cuándo sembrar, construir. Vivimos regidos por su orden estas tierras. Pero aquí también Caos se entromete. Muerte nació de sus entrañas."

"Nuestro cuerpo comenzará otro movimiento". —Continuó luego de una pausa. "Antes de que Luna vuelva a emerger completa, otros brazos, otras piernas, con nuevos ciclos. Acerquémonos."

Con vacilación dimos unos pasos hacia la vieja, quien alzó la mano ofreciendo, a puño cerrado, un cristal del que parecía emanar luz.

"Nos protege de Caos."

"¿Qué es? No tiene forma, ni águila ni ciervo. Sólo es una piedra."

La vieja rió ruidosamente.

"¿Qué forma tiene Caos? ¿Qué forma tiene todo lo existente? Podemos nombrar cosas que nuestros sentidos no perciben. Su presencia es indudable porque explican eso percibido. Y por eso son más poderosos que una lanza o un mazo. Así como el lago en la montaña explica al río; así como Luna dará razón a nuestro nuevo cuerpo; así este talismán dará la fuerza."

Cogimos la roca de cristal y dispuestos a salir deprisa La Palabrante atajó:

"Ese talismán nos protegió durante mucho tiempo. Ahora soy vieja, otros amuletos me cuidan. Hubo otras guardianas y antes, otras más. Es nuestro turno. Vigilemos y nos cuidará. Es sabido."