Lispector y la autovigilancia

Un libro de más de quinientas páginas. Una lectura varias veces interrumpida por otras de diferente premura. Textos de difícil penetración. Estas y otras causas me llevaron a pasar casi un año leyendo este volumen. Compilación de todos los cuentos escritos por Clarice Lispector, de quien, justamente, el año pasado fue el centenario de su nacimiento.

Clarice Lispector

Clarice Lispector (fuente).


Como en toda compilación, debe advertirse que la autora gustaba de hacer diferentes versiones de un mismo cuento y publicarlos en diferentes obras. Por lo que, Benjamín Moser, el compilador, se decantó por reproducir las versiones más reconocidas por el público.

Nos dice Moser en el prólogo:

«Cuidado con Clarice», advirtió hace décadas un amigo a una de sus lectoras: «Eso no es literatura, es brujería».

No considero, al menos por sus cuentos, que Clarice Lispector haya sido una escritora feminista, en el sentido militante. Lo que hace, y con desesperada maestría, es desentrañar a la mujer autovigilada. Se autovigila para no perturbar al Otro, ese en particular a quien sirve y depende; para agradar, si es posible; para evitar la agresión o su propia muerte violenta. Es el miedo a ese-otro-masculino la atmósfera común en sus cuentos, cuyo peso oprime en la revisión constante del narrador en su manera de vestir, de sentarse, de mirar, de hablar, de las palabras usadas, etcétera. Esta exposición de la aprehensión constante tienta a un a etiquetar de Lispector de autora feminista, pero lo dudo, porque es fiel a la literatura: no ofrece soluciones ni pontifica; simplemente expone, narra.

Una más expedita explicación de esta autovigilancia en las mujeres la ofrece John Berger, en su maravilloso documental Ways of Seeing, en particular el segundo episodio. (Sí, los hombres aún necesitamos mansplanning sobre las mujeres).

Volviendo a los cuentos de Clarice Lispector. Encuentro en ellos una prosa aparentemente descuidada y simple, pero la profundidad de los temas planteados es extrema. Por ejemplo, a mi manera de entender, el cuento «El huevo y la gallina» expone, sucinta y soslayadamente, los problemas planteados por la filosofía occidental, como por ejemplo, repetición y diferencia, unidad y multiplicidad, interioridad y exterioridad, desarrollo del espíritu, etcétera.

Esta apariencia de poca prolijidad es un mecanismo que también utiliza Philip K. Dick, cuyo propósito es bajar la guardia de los lectores, prometiendo sólo un paseo por el parque, cuando en realidad es una excursión suicida al campo de batalla.

Me considero una acólito de la separación entre la obra y el autor, o para ser más precisos, la vida del autor no debe de influir en nuestra apreciación y comprensión de la obra. Finalmente la obra debe sustentarse por sí misma. Mas admito mi contradicción, porque también estaría dispuesto a apoyar un boicot al consumo comercial de la obra de un autor, por conductas reprensibles. Así como admito mi interés por la manera en cómo los autores abordan la escrita, labor que es, sin excepción, totalidad existencial. Por todo lo dicho, cierro este breve texto con una entrevista a Clarice Lispector, realizada poco antes de morir:

  1. Todo en vano. Walter Kempowski. (12/24/2020 - 01/30/2021)
  2. De sobremesa. José Asunción Silva (02/11/2021 - 02/28/2021)
  3. El Gatopardo. Giuseppe Tomasi Di Lampedusa (02/28/2021 - 04/04/2021)
  4. Utopía no es una isla. Layla Martínez (03/20/2021 - 04/05/2021)
  5. Todos los cuentos. Clarice Lispector (05/29/2020 - 07/04/2021)